Cuando La Habana forma gratuitamente médicos yanquis, un artículo de Tom Fawthrop
inSurGente (J.L.) .- "La Escuela Latinoamericana de Medicina de La Habana, una de las vitrinas del régimen castrista, acoge a 7.000 estudiantes provenientes de países vecinos —entre ellos jóvenes estadounidenses demasiado desafortunados para poder estudiar en su país". Así comienza un artículo aparecido en
Le Courrier International y que el diario cubano
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Granma/inSurGente.-
La Escuela Latinoamericana de Medicina de La Habana, una de las vitrinas del régimen castrista, acoge a 7 000 estudiantes provenientes de países vecinos —entre ellos jóvenes estadounidenses demasiado desafortunados para poder estudiar en su país.
En el Parque John Lennon, en La Habana, algunos cubanos se afanan en retener las palabras de la canción Imagine, en el pedestal de la estatua del cantante: "You may say I'm a dreamer,/ But I'm not the only one". John Lennon se ha convertido en uno de los íconos culturales de esa ciudad de sueños. Sin embargo, al cabo de cuatro décadas de embargo estadounidense y de régimen castrista, el sueño socialista se ha agriado para los cubanos. Y nadie imaginó nunca un "paraíso socialista" construido en el infierno de un bloqueo económico.
No obstante, las condiciones son comunes en la sociedad cubana. La crisis de la vivienda, la irregularidad del transporte y la obligación de hacer cola para casi todo recuerdan las condiciones de vida de muchas economías del Tercer Mundo. Sin embargo, Cuba continúa siendo particular. La Isla quizás no tenga reservas de oro ni de dólares, pero puede vanagloriarse de logros seguros en el campo de la medicina y la educación.
Cuba posee el mejor sistema de Salud de América Latina, aunque muchos habitantes tengan que luchar todos los días para agenciarse qué comer. La esperanza de vida es similar a la del Reino Unido. Constituye también uno de los raros países en desarrollo que producen antirretrovirales y que los distribuyen a los habitantes que padecen el Sida, aun cuando la falta de medicamentos básicos es tal que algunos pacientes dicen, no sin ironía, que "en Cuba es más fácil trasplantarse un riñón que encontrar una aspirina".
A pesar de la escasez de divisas, Cuba proporciona una ayuda muy importante a otras naciones en desarrollo, enviando cada día más misiones médicas al extranjero que cualquier otro país en el mundo. En la actualidad, unos 4 610 cubanos participan en operaciones humanitarias en 65 países, lo que representa mayores esfuerzos que los que hace Médicos Sin Fronteras.
LA ANTIGUA ESCUELA NAVAL FUE RENOVADA
Cuando el ciclón Mitch devastó a América Central, en octubre de 1998, los gobiernos occidentales intervinieron con medidas superficiales.
Castro, al contrario, insistió en la necesidad de una ayuda a largo plazo. Declaró que los países afectados (Guatemala, Honduras, Haití y Nicaragua) debían tener sus propios médicos. Hizo que se reparara una vieja escuela naval de La Habana e instaló allí la Escuela Latinoamericana de Medicina, donde 7 000 extranjeros actualmente pasan cursos sobre las medidas que se han de tomar en caso de epidemia, de situación de emergencia o de catástrofe natural. Los propios ciudadanos del país más rico del mundo también pueden beneficiarse de seis años de formación gratuita en esa facultad. Es así como más de 50 estadounidenses se encuentran estudiando Medicina actualmente en un país inscrito en "el eje del mal" por el presidente Bush, cuestión muy embarazosa para Washington. Mientras Cuba asume todos los gastos en alojamiento y estudios de esos estudiantes, el Ministerio de Finanzas estadounidense no puede perseguirlos en nombre de la ley sobre el comercio con el enemigo, que sanciona a los turistas estadounidenses que violen el embargo estadounidense contra Cuba.
La mayor parte de esos estudiantes son afroestadounidenses, como Cordy Brown de 26 años, quien tenía muy pocas posibilidades de ser admitido en la Escuela de Medicina de su país. También hay estadounidenses de origen chino, como Wing Wu, hoy en tercer año. "Las minorías están cada vez menos representadas en las facultades de Medicina estadounidenses, explica. Yo mismo, no hubiera podido jamás pagar mis estudios de Medicina en EE.UU."
LA SOLIDARIDAD CONSISTE EN COMPARTIR LO POCO QUE SE TIENE
¿Tiene Cuba realmente los recursos para proporcionar esta ayuda tan generosa, en particular a EE.UU.? Para el Dr. Luis Córdoba Vargas, la respuesta es no. "Es un acto político basado en el altruismo. Muchos países occidentales acogen a titulados del Tercer Mundo para fortalecer su propio sistema de salud; somos el primer país de América Latina en proporcionarles médicos". El profesor cubano Leonardo Mauricio es un ferviente defensor de esta política. "La solidaridad de un país rico no significa gran cosa, la verdadera solidaridad consiste en compartir lo poco que se tiene con los que tienen menos".
La Facultad de Medicina abierta en La Habana es un reflejo manifiesto de esta solidaridad. Al acoger a estudiantes de 24 nacionalidades diferentes se convierte en el escenario de una experiencia extraordinaria no sólo en el plano educativo, sino también en términos de mezcolanza de los pueblos.
Los médicos y estudiantes de Medicina estadounidenses reconocen que existen diferencias mayores entre los estudios en Cuba y en EE.UU. El Dr. Michael Garvey, enviado en delegación a La Habana, describe la experiencia cubana como "una vida en residencia universitaria no tan alegre, pero con excelentes profesores que tienen en cuenta todas las necesidades de los pacientes y conceden gran espacio a la medicina preventiva. Las facultades de Medicina estadounidenses conceden gran importancia a los diagnósticos de los equipos de alta tecnología, en detrimento de la relación médico-paciente".
Para Wing Wu, la diferencia entre los estudiantes en Cuba y en EE.UU. es evidente. "Aquí, aprendemos que la salud es un derecho humano y que los pacientes deben ser tratados como seres humanos".
En EE.UU., el acceso a la asistencia médica no aparece como un derecho humano: 43 millones de ciudadanos no son cubiertos por el seguro médico y las comunas desfavorecidas cuentan con pocos médicos.
Fuente: Le Courrier International
Traducción: Dulce Cristina Coto Pérez