Respondo a la cuarta pregunta del hombre venezolano preocupado por el tipo de socialismo que se va a construir en Venezuela. Dos son los argumentos claves que le hacen no ver con buenos ojos a la sociedad comunista: uno, que es una sociedad injusta, y dos, que es irrealizable. Acepta como justo el principio socialista, puesto que cada persona recibe el monto de riqueza que le corresponde en función del trabajo que aporta a la sociedad, pero le parece injusto el principio comunista, puesto que cada persona recibe el monto de riqueza que le corresponde en función de lo que necesita y no en función de lo que trabaja.
Los argumento del hombre venezolano
Detallemos en sus propias palabras dichos argumentos. Primer argumento: “En el principio comunista lo que es “de cada uno” se determina en función de las necesidades, pero no del esfuerzo. Por tanto, no se premia ni se esfuerza la creatividad, el esfuerzo, la excelencia de una persona en relación con otra. En el comunismo, en aras de la sociedad, se destruye y anula la individualidad y las diferencias personales de cada uno. Se enfatiza el aspecto social del ser humano, pero se minimiza su aspecto individual”. Segundo argumento: “¿A qué tipo de necesidad se refiere el principio comunista? ¿A las necesidades básicas? ¿O también a las de lujo? Porque es posible que mi necesidad de lujo sea tener 3 carros, un yate y 300 libros. Pero es posible que para otra persona el lujo sea tener 30 guitarras, 50 diamantes o una mansión de lujo. Y es posible que a otra no le interese el lujo. ¿Qué pasaría si aplicamos el principio comunista? Pues que existirá desigualdad entre todas las personas, porque sus necesidades individuales son diferentes, y por tanto, recibirán en porciones diferentes”.
Tercer argumento: “¿Quién determina cuáles son mis necesidades y cómo se cuantifica? ¿El Estado? ¿Mi propia voluntad? ¿Garantiza este principio comunista la justicia social? Supongamos que mi capacidad de aporte a la sociedad es 10, pero mis necesidades son 200. Según el principio comunista yo debería recibir 200. Pero supongamos que otra persona puede aportar 300 a la sociedad, pero su necesidad sea 10. Esta persona sólo recibiría 10. El problema con esto es que la primera persona recibiría mucho más a pesar de que aporta menos. Esto fomentaría la comodidad, la ineficiencia y la no valoración del esfuerzo personal”.
La necesidad de pensar en un mundo nuevo
Las personas que viven bien en este mundo, están integrados y disfrutan de una buena posición social, no tienen necesidad de pensar en el advenimiento de una nueva sociedad. Pero las personas que viven mal, no están integradas y no gozan de una buena posición social, tienen una enorme necesidad de pensar en el advenimiento de una nueva sociedad. La persona religiosa siente esa misma necesidad: lo que sucede es que sitúa esa nueva sociedad o nuevo mundo en el más allá. Dos perjuicios causan esta concepción: uno, aceptar que el mal es inevitable, y dos, no luchar para que una nueva sociedad se abra paso en el más acá.
El cine estadounidense dibuja un futuro para los seres humanos en la Tierra horroroso. Los directores de cine estadounidenses son incapaces de pensar en un ser humano ajeno a la violencia y liberado de los instintos básicos de supervivencia. Son incapaces de pensar en un ser humano en armonía con la naturaleza y con los otros seres humanos. Son incapaces de pensar en un mundo en paz donde predominen las relaciones fraternales entre los hombres. Son incapaces de pensar en un mundo donde la vida espiritual domine sobre la vida material. Son incapaces, en suma, de pensar en una sociedad comunista.
El rasgo esencial del Estado
Quien haya leído El Estado y la revolución de Ilích Ulianov sabrá dos cosas básicas: una, que al principio de la historia todos los miembros de la comunidad iban armados, y dos, que el Estado surge cuando todos esos miembros son desarmados y sólo un grupo especial de hombres portan armas. La violencia empieza a ser ejercida sólo por el Estado. Ese es el primer paso o uno de los principales pasos en el camino del hombre hacia la civilización. Pero en EEUU todavía la persona privada puede portar armas, está constituido como un derecho básico, y muchos estadounidenses no pueden pensar en un hombre que no esté armado. En este sentido EEUU está muy lejos en el camino civilizatorio y podríamos decir que vive todavía en un estadio preestatal. Y dado este grado civilizatorio tan atrasado, es normal que sus directores de cine no puedan imaginar un futuro para la humanidad donde la violencia no sea un rasgo esencial.
El hombre nuevo
El error fundamental en el que incurre mi interlocutor es que piensa en la sociedad comunista con un prototipo de hombre propio de la sociedad capitalista: el burgués. En este sentido hay que advertir que incluso el hombre de la sociedad socialista, en la medida que impera el principio a cada uno según su trabajo, es también un hombre burgués. Pero no es teóricamente correcto pensar en una sociedad que se encuentra en un determinado estadio de desarrollo con un prototipo de hombre que corresponde a otro estadio de desarrollo.
Para el esclavista era una necesidad tener cientos de esclavos como para el señor feudal era tener cientos de siervos. Para el burgués, por el contrario, no es una necesidad tener esclavos como tampoco lo es tener siervos. De ahí que el hombre burgués sea un hombre nuevo respecto al hombre esclavista y al hombre feudal.
Del mismo modo que no podemos imaginar para la época capitalista un hombre de mentalidad esclavista o feudal, no podemos imaginar para la sociedad comunista un hombre con mentalidad burguesa. Para el hombre burgués, sea capitalista o trabajador, es una necesidad tener mucho de todo. No se imagina la vida sin exceso y sin derroche. Pero el hombre de la sociedad comunista no será como el hombre burgués, sino un hombre nuevo con respecto al hombre burgués, un hombre que no necesita excesos ni necesita derrochar. Así que pensar que en la sociedad comunista puedan haber personas que necesiten una mansión de lujo o tener 50 diamantes, es pensar que la sociedad comunista está compuesta por burgueses en vez de por comunistas.
La crítica al exceso de riqueza
Muchos capitalistas, grandes y pequeños, saben que sus hijos están maleducados, que han tenido de todo y no saben apreciar el trabajo que cuesta la riqueza de la que disfrutan. No son felices ni hacen felices a sus padres. Son personas derrochadoras que hacen un gran mal a la sociedad.
También saben esos capitalistas que el exceso de consumo hacen infelices a sus cónyuges y a sus hijos. Saben que los dinerales que se gastan hoy en ropa saciando su excitada necesidad, mañana ya no les llena y vuelve la excitada necesidad a mortificarlos y a dominarlos. Están llenos de cosas, pero están vacíos por dentro. No son felices. Nada los sacia, nada los llena, nada los sosiega. Así que el exceso de riqueza y la posesión de exceso de riqueza no es una meta humana. Como dice el dicho popular: es un hombre tan pobre, tan pobre, que sólo tiene dinero.
El dinero y los órganos de los sentidos
En el tercero de los Manuscritos de Economía y Filosofía de Karl Marx, en la sección titulada Propiedad privada y comunismo, Marx habla del imperio de la propiedad privada y del dinero en los siguientes términos: “En lugar de todos los sentidos físicos y espirituales ha aparecido así la simple enajenación de todos estos sentidos, el sentido del tener”. Este es el sentido predominante en el hombre burgués: el sentido del tener. Y lo que no tiene, no lo disfruta.
El hombre no burgués o el burgués de izquierda puede disfrutar de un bello paraje, de un hermoso río, de un tupido bosque, sin sentir que debe poseerlos. Pero el hombre extremadamente burgués, que hoy día abunda mucho, quiere transformarlo todo en mercancía y de todo quiere hacer un negocio. De ahí que tenga todos los sentidos enajenados y sólo posea el sentido del tener.
Por el contrario, el hombre de la sociedad comunista estará liberado de la enajenación del hombre burgués, que sólo posee el sentido del tener o vive bajo el imperio del sentido del tener, y podrá disfrutar de nuevo de todos los sentidos físicos y espirituales. Será un hombre libre y espiritualmente muy rico.
Un ejemplo de sociedad comunista
Es difícil imaginar cómo será la sociedad comunista. Parece una utopía, una meta irrealizable, que puedan llegar a haber personas comunistas. ¿Disponemos de algún ejemplo que al menos en forma embrionaria nos certifique que la sociedad comunista es posible? ¿Habrá algún ámbito de la vida donde las personas entreguen más de lo que reciben y estén satisfechos y felices por dicha razón? Pues sí existe: la familia. Los padres y las madres se sacrifican constantemente por sus hijos, se entregan a ellos sin esperar nada a cuenta, y son felices cuando son felices sus hijos. Su felicidad es la felicidad del otro. No ven en el otro una limitación a su libertad ni a su felicidad, sino la extensión de su propia felicidad. Ven en el otro su propio reflejo, no un muro ni un freno. Así que pensar en la sociedad comunista no resulta nada utópico: sólo se trata de pensar que entre las personas haya la misma clase de relación ética que existe entre los padres y los hijos.
Lo individual y lo social
Dice mi interlocutor que en la sociedad comunista se le da prioridad al lado social del hombre en detrimento de su lado individual. Creo que debido a la experiencia soviética de socialismo hay una confusión entre lo social y lo estatal. En la URSS las empresas eran de propiedad pública. Pero los trabajadores no eran dueños directos de las empresas. Eran dueños indirectos, por medio de un representante del Estado, de un burócrata o miembro del partido comunista, que es quien ejercía la función de dueño. Si los trabajadores de una empresa de propiedad pública no tienen libertad para comprar, para vender, para establecer sus salarios y para quedarse con una parte de los beneficios, entonces sólo son propietarios nominales de la empresa, no propietarios reales. Así que no debe confundirse lo social con lo estatal. El problema en la URSS no fue que lo social estaba priorizado respecto de lo individual, sino que lo estatal oprimía la naturaleza social del hombre soviético y con ello impedía su desarrollo individual.
No se trata de enfrentar lo individual a lo social, sino de perseguir que todas las personas desarrollen su individualidad al máximo. El desarrollo de la individualidad no es un obstáculo para el comunismo, todo lo contrario, es algo necesario. Pero el desarrollo de la individualidad sólo se logra con una rica e intensa vida social. La vida social es una condición imprescindible para el desarrollo individual. Y no debe confundirse el desarrollo de la individualidad con el desarrollo egoísta. Puede haber personas con un pobre desarrollo individual muy egoístas y personas con un rico desarrollo de su individualidad muy abnegados.
El hombre libre
Mi interlocutor sigue pensando para la sociedad comunista en un prototipo de hombre atado al trabajo, un hombre que mide su esfuerzo con el propósito de enriquecerse lo más posible, un hombre que quiere que se cumpla a rajatabla el principio socialista de a cada cual según su trabajo. Esto es legítimo en la sociedad capitalista y en la sociedad socialista: trabajar para enriquecerse. Pero el principio del socialismo en su estadio de desarrollo superior es otro: se trata de que el trabajo necesario sea cada vez menor. Se trata de que cada vez se trabaje el menor número de horas posibles y haya muchas horas libres. Y en estas horas libres el hombre y la mujer harán lo que les plazca. Y como pensamos que por aquel entonces el hombre y la mujer serán muy cultos y civilizados, se dedicarán en esas horas libres al arte, a la ciencia y al disfrute en general. Esta es la condición básica para que la humanidad pase del reino de la necesidad al reino de la libertad. Y sobre esa base se construirá el comunismo.