Una decena de bases norteamericanas
La militarización de América Latina
por Marcelo García*
Estados Unidos está invadiendo militarmente a la América latina. En esta nota se detallan algunas de esas bases. Creciente tensión política y social. Planes económicos y de dominación marcial de los conflictos sociales, emplazamiento de bases militares y ejercicios entre las fuerzas armadas de distintos países del continente americano.
Estos tres son de los basamentos fundamentales con los que el imperialismo de los Estados Unidos avanza sobre Latinoamérica para apropiarse de los mercados económicos y los recursos naturales (particularmente agua y petróleo). Para garantizarse el control de las naciones de América Latina, un mercado de 800 millones de habitantes, EE.UU. ha diseñado un esquema de opresión que está esencialmente garantizado por la militarización de la región.
América Latina se está convirtiendo en una de las piedras preciosas más codiciadas por el imperio construido por los Estados Unidos. Para conseguir instrumentar su plan de colonización ha comenzado a militarizar los países de la región, proceso que marcha de manera paralela a los propósitos económicos y comerciales.
Las lucha entre imperialismos, el yanqui y el europeo, por obtener la conquista de nuevos mercados en Latinoamérica está modificando el mapa económico y militar del continente. Las inversiones europeas han sido las preponderantes durante toda la década de 1990, mientras que para contrarrestar esta avanzada de las multinacionales del viejo continente los Estados Unidos han pergeñado una serie de planes militares y económicos.
La metodología utilizada por el imperio estadounidense puede resumirse como un movimiento de pinza en el que sus dos tenazas son la militar y la económica. Para concretar esta última ha diseñado una serie de programas de liberalización de marcados latinoamericanos, apropiación de recursos naturales (fundamentalmente petróleo y agua) y reducción de costos laborales con la expansión de las maquilas - fábricas conformadas por obreros de bajos valores salariales y condiciones de semiesclavitud- que fueron instrumentadas en México tras la puesta en marcha durante 1994 del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (conocido como Nafta según su sigla en inglés).
Justamente el Nafta, el Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA), el flamante TLC firmado entre Estados Unidos y Chile, la Iniciativa Andina y el Plan Puebla Panamá [1] son las herramientas con las que el imperialismo estadounidense se propone la colonización definitiva del continente.
Pero no todo concluye allí ya que en la carpeta de los Estados Unidos un capítulo vital ocupa la dolarización de América Central y América del Sur. La instauración de una moneda única en un mercado de 34 países (excluyendo por ahora a Cuba), con un total de casi 800 millones de habitantes y el PBI regiona l, sumando a Estados Unidos, sería de 11,5 billones de dólares, casi un 30% mayor al de la Unión Europea. De esta manera EEUU estaría al comando el mayor mercado unificado del planeta, con un tercio del PBI mundial y más de un quinto del comercio planetario.
Para poder garantizar la concreción de todos estos objetivos económicos expansionistas Estados Unidos necesita «domesticar» y «combatir» a los pueblos de las naciones latinoamericanas, esencialmente a las FARC colombianas, los Sin Tierra brasileños y los Zapatistas mejicanos, pero también en esa lista se inscriben los pueblos rebeldes de Bolivia, Argentina, Ecuador Perú, República Dominicana, Venezuela, etc. Lo cierto es que en la actual situación política de Latinoamérica, lejos está Estados Unidos de imponer sus designios.
Planes de ocupación y bases militares
En la búsqueda de abrirse camino el imperialismo estadounidense ha generado todo un andamiaje de intervención militar en América Latina, que a lo largo de la última década ha tomado diferentes formas. Por un lado se destacan las más de 10 bases militares instaladas y por situar en la región, como así también los ejercicios conjuntos con fuerzas armadas de los distintos países del continente, muchos de los cuales tienen características estrictamente militares pero otros aparecen disfrazados de misiones humanitarias, de ayuda social o de investigación médica y ecológica.
Es así como se llega a la comple-mentación de las bases militares instaladas en Centro y Sud América, las que están estrechamente unidas al Plan Colombia, el Plan Dignidad e Iniciativa Andina, que tienen su correlato en los ejercicios llamados Cabañas, Aguila, Unitas, Cielos Centrales, Nuevos Horizontes, Fluvial, etc. Todas estas piezas son parte de una misma parte de la pinza que busca apoderarse del continente latinoamericano.
La instalación de enclaves militares estadounidenses en zonas estratégicas tuvo sus orígenes con la apropiación del Canal de Panamá, lugar donde se estableció el centro de operaciones estadounidenses para toda Latinoamérica denominado Comando Sur (USSouthcom, según sus siglas en inglés) -aunque ahora se trasladó a Miami-, luego sus ramificaciones se extendieron a casi todos los puntos claves del continente. Colombia y los países que circundan a la nación dividida en dos mitades entre las guerrillas insurgentes y las instituciones burguesas son el epicentro de los asentamientos del imperio, pero los brazos del imperio se extienden hasta los confines patagónicos de América Latina. En Colombia, y en el marco del Plan Colombia se instalaron las bases de Tres Esquinas, Larandia y Puerto Leguizamo. Estos tres sitios de interés en la lucha contra las guerrillas se convirtieron en receptores permanentes de armamentos, logística y militares estadounidenses de estrategia, pero también de tropas de combate.
Dentro del territorio colombiano los marines e instructores yanquis ya se desplazan con absoluta normalidad y el presidente colombiano Alvaro Uribe Vélez ha solicitado dos elementos novedosos y absolutamente peligrosos: por un lado, durante la reunión de Davos de enero de 2003, le pidió a los Estados Unidos que invada la zona del Amazonas para poder así concluir la lucha contra las guerrillas que operan en esa región [2]; por el otro parece haber sido el impulsor de que se cree una «fuerza de paz americana» para intervenir militarmente en Colombia, lo que por ahora no ha logrado consenso.
En los alrededores de Colombia, Estados Unidos consiguió instrumentar un complejo militar- económico más que importante, que está basado en el Plan Iniciativa Regional Andina. Es así como en Ecuador, luego de reencausar en el 2000 las instituciones burguesas, los estadounidenses instalaron la dolarización y la base Manta, a escasos kilómetros de la frontera con Colombia. En Perú se han establecido las bases de Iquitos y Nanay, esta última en la zona amazónica, ambas con intervención del personal militar de Estados Unidos.
A pocos kilómetros de allí, en el Amazonia brasileña, EEUU pretende apoderarse de la base de Alcántara pero por ahora los gobiernos verde amarillos se han resistido a cederles esa zona y la controlan ellos mismos.
Un cable de la agencia Bolpress dio cuenta de la posibilidad que el brazo armado estadounidense llegue hasta Bolivia e instale una base militar en las orillas del río Itonamas. Y si de intenciones se trata, la mirada yanqui llega mucho más lejos. Durante todo el 2001 se mencionó la posibilidad de afincar una base militar y nuclear en la Patagonia Argentina, la que podría establecerse en la provincia de Tierra del Fuego, a escasos kilómetros del estrecho de Magallanes que une el Atlántico con el Pacífico, o en la de Chubut. En este último caso podría tratarse de una ampliación de la famosa en la región torre Omega que fueron puestas en marcha (entre las ciudades de Trelew y Puerto Madryn) desde hace ya varios años y que durante la guerra de Malvinas se especula que facilitaron el envío de información estratégica a las tropas británicas.
En lo que respecta a la isla Grande del extremo más austral del continente el gobernador Carlos Manfredotti sancionó en el año 2001 el decreto 1.369 que habilitó la instalación de una base del Sistema Internacional de Vigilancia para la Prevención y Prohibición de Ensayos y Explosiones Nucleares, y posibilita a los integrantes de la base el libre tránsito por toda la provincia si así lo requieren para sus estudios.
Desde el Mar Caribe, el control lo ejercen a partir de las bases militares establecidas en Vieques (Puerto Rico) [3], Reina Beatriz en la isla de Aruba [4] , y Hato en la isla de Curazao. A todas estas bases hay que incluirle la perla caribeña que
los yanquis conquistaron en la propia isla de Cuba al quedarse con parte del territorio y montar la base de Guantánamo.
En la parte continental de Centroamérica la presencia de bases estadounidenses es muy notoria y concentrada. En Honduras los militares de EEUU se establecieron en Soto Cano; en Costa Rica en Liberia y en El Salvador lo hicieron en Comalapa. Tal como ya quedó expresado anteriormente el enclave de Panamá persiste más allá del traslado del Comando Sur.
Otra de las piezas claves para comprender el plan colonizador de los Estados Unidos está dirigida hacia los países centroamericanos. Se trata del Plan Puebla Panamá (PPP), un proyecto generado desde la presidencia del mejicano Vicente Fox y obviamente impulsado y auspiciados por el gobierno estadounidense. Involucra a México, Belice, Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua y Panamá.
Uno de los pocos países que se mantenía al margen de este tipo de planes e incursiones militares era Nicaragua, fundamentalmente por su historia reciente de lucha guerrillera del sandinismo, pero tras la llegada al poder central de Alemán y Bolaños los militares yanquis comenzaron a transitar el suelo nicaragüense con la excusa de brindar ayuda humanitaria, lo que incluye el compromiso de que los más de 4.000 militares estadounidenses que ingresarán se encargarán de construir escuelas, centros de salud y brindar asistencia médica a las comunidades campesinas [5].
La Triple Frontera entre Argentina, Brasil y Paraguay es otro de los desvelos de George Bush y sus secuaces. Con la nueva impronta que le ha dado a los Estados Unidos la lucha contra el terrorismo, el codiciado vértice sudamericano se transformó en una piedra preciosa de la que prontamente quieren apropiarse el imperio estadounidense. En esta región se concentra otro de los centros acuíferos, de reservas subterráneas de agua y de biodiversidad más importantes del continente y por eso está puesta la mirada imperial sobre la zona [6].
Con la excusa de controlar y combatir a las «células dormidas» del terrorismo islámico internacional, los Estados Unidos vienen pergeñando con insistencia la instalación de una base militar en dicho territorio, aunque en realidad lo que está buscando es apoderarse de una de las más grandes reservas subterráneas de agua del mundo ya que para el año 2050 esta prevista que la demanda del vital fluido se acerque al 100 por ciento del suministro posible [7].
Sobre finales de noviembre de este año se llevó a cabo en Brasil, el Foro del Acuífero Guaraní, el que se convirtió una forma de rechazar la avanzada imperialista sobre ese sector ya que desde el Banco Mundial se viene impulsando con más fuerza su relevamiento y «protección» mientras se impulsa considerar al agua un bien comercial y no bien social.