Bajo la luz de la Luna.
Santa Ana: Santa Ana es en realidad una ciudad no muy grande, pero fue durante los tiempos de “esplendor” del café salvadoreño, la zona más rica del país. Es además Santa Ana la segunda ciudad más importante del país después de San Salvador. Santa Ana es la ciudad que vio nacer a Roque Daltón y otras personalidades de la literatura nuestra.
La riqueza de Santa Ana radica sobre todo en su rica agricultura y café-cultura, además es una zona industrial un poco fuerte. ¡O, era! Según tengo entendido hoy es zona franca.
Durante los tiempos de la guerra civil salvadoreña, por una política directa de los EE.UU. la producción de café aumento; de modo que fue muy común grades desplazamientos de trabajadores y trabajadoras por las inmensas zonas cafetaleras.
A mí, junto a unos compañeros del Colegio nos gustaba ir a las fincas de café, particularmente porque era sumamente alegre el ambiente, con gente de todas partes del país. Para la recolección del café. MI padre en particular tenía una finca en la zona y administraba otras de la familia Gil. En lo personal conocía bien aquella zona.
Por las noches después de las entregas del café, nosotros nos quedábamos en la finca, pues mi padre a veces debía de cuadrar planillas, y también porque, no, tenia unas cuantas “aventuras” con contadoras, jejej. Era en realidad súper divertido, y es que la gente salvadoreño, la gente rural es altamente “mitológica”; es gente altamente incansable para contar cuantos fábulas y otras historias que solo Dios sabe si son ciertas jajaj
Recuerdo que en aquella finca (San Diego) se llamaba, había un cementerio, lo que yo sabía ara que había un caminito en medio de aquel campo santo. Pues a la entrada de aquel camino la gente lugareña decía que salía un “Cura sin cabeza” o decapitado, después de la 6 de la tarde. Jajaj la gente de esa zona es altamente religiosa y tienen una gran riqueza de idioma, son geniales para contar historietas en su mayoría inventos de generaciones jajaj.
Junto a una fogata estaba don (chepito) un señor de Chalatenango, contando una de sus tantas aventuras. Era un gran orador nato, tenía una gran facilidad para desatar palabras, era increíble. Tenía una gran cantidad de gente, hombres y mujeres, reunidos en su entorno. Era en realidad divertido escucharlo.
Era una Luna llena, sus ojos azules y su piel quemada por el Sol de Chalate, apenas se notaban en aquel señor con poca educación formal, pero con una gran capacidad natural de comunicar: un comunicador nato.
Bajo la sombra de los palos de café vi que de repente se movían las hojas. Puede ser la brisa pensé. Me retire del grupo, disimuladamente. Sentí miedo, natural en todo ser humano. De pronto escuche pasos entre medio de los palos de café. Aquel “chasquido” de los laterales en los M 16 ya no era nada de desconocido, ni para mi ni para nadie, pues estábamos en plena guerra, por lo cual todo el mundo pensaba en los soldados. ¡Son los Soldados pensé! Me di la vuelta, para regresar al grupo.
Cuando de repente una vos de Mujer me hablo. Y fue por mi propio nombre. Puta, por dios que si más me voy de Culo jajaj ; del grupo me preguntaron- ¿Qué te pasa Chele? Nada respondí, esperando ver la silueta de la vos femenina que nombro mi nombre.
De pronto sale una mujer, con uniforme de soldado y una mini-ametralladora USI.
No me conoces me dijo. No, respondí un poco espantado, como sino fuera hombre salvadoreño jajaj quienes no conocemos el espanto jajaj .
Se quito la “pañueleta” verde que cubría parte de su rostro. Era nuestra vecina o ex vecina, la misma que le habían asesinado la tía. Mira vos me dijo, ¿nos podes llevar hasta una finca que se llama San José (De regalado)?
No me podía negar, toda la gente que andaba con ella eran del oriente del país, no conocían nada de la zona cafetalera. Tome de decisión de ir. Nos fuimos de aquel lugar. Y para consolarme o tal vez para darme un poco de valor, la nena a la cual yo conocía me presto su particular 9 mm. Una lindisima pistola, o escuadra, como les decimos popularmente en mi país. Nos fuimos por las calles vecinales a modo de evitar posibles emboscadas de la tropa quienes jamás bajaban la guardia.
Pasamos por el cominito (vereda) del cementerio, pensé en aquel sin cabeza, jajaj me daba miedo, jojo pero lo voy a pegar un plomazo en el pecho pensé, dado que no tiene cabeza jajajaj Para aquel entonces yo no era un materialista ni siguiera un ateo; lo único que había leído eran unos manuales de economía soviética (Curso superior de económica política) publicado por la editorial (Fondo de Cultura Económica de México). No era pues de extrañar que un “vergo de pendejadas” se me viniera a la mente jejej
Salimos para la calle real. La luz de la Luna era radiante, entre lo que cabe la palabra en una oscura noche de verano tropical salvadoreño. En medio del camino escuchamos una especie de ruido suave como si alguien se desplazara con mucho cuidado.
Corrimos hacia el paredón y nos tiramos a la cuneta de la calle. En efecto era la guardia Nacional con uniforme de Soldados Pipiles. ¿NOS habrán visto, nos habrán escuchado? ¡Fue quizás lo que todos nos preguntamos! Y el problema es que ya no avanzaron... se quedaron totalmente callados. Era totalmente sospecho, muy sospechoso.
Pesaron como 5 minutos quizás, no se vía ni oída nada, nada de nada, como dicen los mexicanos. Frente a mi, como unos cuantos metros había un gran palo de Amate. El paredón era bajo. Salte hacia aquel árbol con el fin, de ver mejor la calle, y saber que había pasado con los Guardias. Al salto sentí los primeros disparos de G3. Dispararon al ruido, exactamente al lugar de donde Salí. Ufff fue una gran suerte.
Se inicio un tiroteo. Nuestra táctica consistió, por lo menos fue lo que adivine, en mi primer desvirgue jejeje , retirarse sin bajas posibles, dado que fue el enemigo quién nos sorprendió. La guardia se replegó a sus posiciones, era clásico en ellos, estaban acostumbrados a pelear posiciones. El guerrillero no pelea posición ni territorio. Logrando dicha táctica del enemigo nos retiramos. Cafetal arriba......