La Habana, 19 may (PL) Las sospechas del extinto Robert Kennedy sobre el asesinato de su hermano Jonh, arrojan hoy nueva luz en Cuba sobre los vínculos de la familia Bush con el terrorista Luis Posada Carriles.
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Se presume que ahora Posada Carriles, quien estaba en Dallas el día del crimen del entonces presidente de Estados Unidos, en 1963, podría chantajear a Bush-hijo para evitar ser enjuiciado por sus causas pendientes, según un artículo publicado en Cuba.
El asesino confeso podría conocer detalles sobre el trabajo sucio hecho por el padre del actual mandatario norteamericano, en su época de oficial al frente del tema Cuba en la Agencia Central de Inteligencia (CIA), cuando ocurrió el crimen de Kennedy.
El nombre de Posada Carriles, ahora protegido de Bush, está incluido en el informe del Congreso que investigó el magnicidio del entonces presidente norteamericano.
Robert Kennedy, según un libro publicado recientemente en ese país norteño, valoró la posible participación en la muerte de su hermano de pandillas de origen cubano e italiano al servicio de la CIA, lo cual también pudo costarle la vida.
El texto publicado en el diario Granma señala que en el siniestro mundo de espías, pandilleros y terroristas de origen cubano de Miami, fue donde Robert acumuló sus dudas sobre quiénes habrían asesinado al presidente.
El escritor David Talbot, autor de un nuevo libro sobre el tema, pudo reunir un impresionante cuerpo de evidencias que sustentan por qué Robert se sintió obligado a sospechar el vínculo entre las mafias con ese homicidio.
La más reciente prueba al respecto la encontró Talbot en el espía E. Howard Hunt, fallecido hace apenas cuatro meses, y quien admitió en testimonios escritos y grabados que el magnicidio del presidente fue planeado.
Incluso, se conoce que el día del crimen Robert confesó a un amigo y veterano de la invasión por Playa Girón (Bahía de Cochinos) que uno de los colegas de éste había cometido aquel acto contra su hermano, lo cual investigó él mismo en privado hasta su asesinato, en 1968.