Yo estaba muy malito en cama, tendría once años. No recuerdo si del tifus, de la hepatitis o de las paperas, pero hacía calor en La Habana, cuándo no. Pese a lo cual no me dejaban acostarme jamás sin pijama, que alli llaman payama. Quizá fuese verano verano, pues había plaga de mosquitos en la habitación. Me los espantaban quemando trapos en una lata, creo recordar que de puré de tomate Vitanuova, que son las únicas que recuerdo que existieran, pero además, por su tamaño. La idea fue de mi abuela, y cuando abrí los ojos por culpa del humo ya la etiqueta estaba carbonizada. Los mosquitos se mantenían alejados de mí, al revés que el aburrimiento eterno.
Pedí que me encendieran el enorme televisor Astral, blanco y negro por supuesto, que cuando se veia tenía la peculiaridad de mostrar siempre a Fidel Castro, siempre regañando al pueblo, recordandole que se esforzara ya que viviamos en el Primer Territorio Libre de América, Primer Territorio Libre de Analfabetismo, con mucha dignidad. La dignidad se notaba bien en cuanto abrías la nevera vacía, o escuchabas a mi abuela quitándole el gorgojo a los chícharos cuando estos caían de un bol magullado en otro bol magullado, lavados con agua digna sin detergente.
Pedí que me pagaran el televisor. El ruido me atormentaba, ver a aquel teatrero haciendo sus pausas efectistas con silencios alargadiiiiiiiiiiiiisimos sosteniendo su índice en el aire, rrrrrrrrrrrrrrrrrremachacando las erres de Revolución y la J de Imperialijmo. Ojalá fuera tempranito para oir en la radio Tia Tata cuenta cuentos, aquella vocecita de ni recuerdo que actriz española cubano-comecandela (comunista ciega) narrando sus bellos cuentos de los heroicos niños del Viet-cong acribillados por las balas de los yanquis, que con sus manitas desnudas cavaban galerías donde tender trampas a los charlies y en sus cuerpecitos flacos (no por la fisonomía vietnamita, sino porque había que dar dramatismo) transportaban bombitas que hacían pum cuando le arrancaban una pierna a algún charlie.
Entonces me vino una idea "increiblemente ingeniosa, genial y novedosa", la de que me trajeran la revista de Selecciones del año 56 que dormía en el closet su siesta semestral. Aproximadamente dos veces al año, pues me lo dosificaba para no sufrir y para que me hiciera más efecto, releia aquella revistita de paginas sedosas con ilustraciones publicitarias a color, de electrodomésticos de ciencia ficción (en mi casa), con bellas mujeres de faldas acampanadas plisadas y peinados de media melena ondulada, y hombres de mandíbula cuadrada según el modelo comic superman, niños con pullovers de manga corta a rayas que bebian jugo de zanahoria y remolacha con la lengua afuera de una preciosa copa, producido en una licuadora Osterizer; ilustraciones ¡y fotos! de coches nuevos, brillantes y sus accesorios. Nada de lo que estaba en aquellas páginas era nuestro mundo, aunque una vez habñia desenterrado una chapa de refresco ¡pintada! del pequeño trozo con tierra del patio, persiguiendo una cucaracha, y la guardé como un tesoro, y me la robó el nieto de la del Comité con la excusa de enseñársela a su abuela, que la desapareció con el pretexto de borrar un símbolo pecador capitalista . Esta mujer era negra, se llamaba Andrea, y no tenían nevera como ejemplo de que ser de Arriba no equivalía a poseer privilegios, y siempre venía a mi casa a pedir hielo, para beberse unos tragos de ron que ella sí lograba porque se los robaba de los almacenes privilegiados del gobierno. ¡Mi revista secreta sí que era un símbolo pecador capitalista, pero eso ella ni nadie jamás lo sabrían!Me la quitarían y no la volvería a ver, como me quitó la chapa de refresco que ni siquiera pude oler más que cuando la desenterré, y solo olía a tierra húmeda, aunque estaba seguro de que con el tiempo y un ganchito recobraría el olor de la botella, que por cierto era Crush, bebida de naranja ya desparecida el globo terráqueo.
Mi revista olía a humedad del closet oscuro sin ventilación, pero sus páginas no tenían mancha alguna, repito que eran sedosas y llenas de ilustraciones a color, desgraciadamente salpicadas de textos mediocres, en mi opinión: las famosas lecturas condensadas cuya temática era, fue y sigue siendo, a pesar de las décadas y los disfraces, dos cosas: que la risa es remedio infalible y cómo sobrevivir a las tragedias de la vida. Mi revista nadie sabe de dónde salió para llegar a casa de mi abuela, pues ella no compraba eso, pero saldría de allí por encima de mi cadáver. Mi revista era, junto al avión de Iberia que tantas veces habia ido a ver despegar con su tripulación elegantemente vestida llevándose lejos de las palmas reales únicas en el Mundo al algún amigo o familiar que tú pensabas de esos de hasta que la muerte nos separe, las únicas dos cosas coloridas y pintadas que había en mi experiencia del mundo. Miento: mi padre había pintado en mi casa con un fly atomizador la vieja nevera y el bombo del agua caliente, que no funcionaba pero por lo menos quedaba más bonito. Y no funcionaba no por culpa nuestra sino del comunismo de Fidel.
Esto no continuará ¿pa qué carajo, si los niños de hoy siguen oliendo los papelitos de caramelos que botan los turistas, y haciéndose álbumes de colección con ellos? Los divisan y se matan corriendo..De repente ves que un niño sale disparado sin decir nada, cruzando sin mirar, seguido por una jauría, un frenazo y una piñacera...ha nacido un nuevo articulo de colección o alguna ceja rota más...para que vengan algunos a decirme que todo eso es culpa del bloqueo...Esos papelitos de caramelos los tiran al suelo los visitantes al prostíbulo del Mundo, que según Fidel critica, antes lo era sólo de USA. Hay que ver lo que Rrrrrrrrrrrrrevolución hizo avanzar a Cuba....pa ’tras como los cangrejos.