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LA CUBA DEL GRAN PAPIYO
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General: “”” TRANSICIÓN A LA MARINERA.”””
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Respuesta  Mensaje 1 de 1 en el tema 
De: esteban_casa챰as  (Mensaje original) Enviado: 17/09/2007 23:17
   “”” TRANSICIÓN A LA MARINERA.”””







Cordoví se me acercó en el alerón del puente y me disparó a boca de jarro: ¡A partir de este momento eres el Primer Oficial del barco! Creo que había subido hasta allí para refrescar un poco la curda que había agarrado la noche anterior, no existía otra justificación. Sí la había, lo hacía diariamente para darle cuerda a los cronómetros del puente, solo que la resaca no me permitía recordarlo. El buque se encontraba amarrado al muelle del astillero de Barcelona desde hacía más de dos meses y no sabíamos cuándo terminaría aquella pesadilla. Mi socio Cebolla se encontraba de paso por ese puerto a bordo del Sandino y casi todas las noches me llegaba hasta su barco para despejar un poco, pero esa noche se me había ido la mano con el brandy. Cañolo siempre me acompañaba, no era un bebedor experimentado como yo y formó tremenda vomitera, pero aquello lo alivió y regresó en mejores condiciones. La temperatura era agradable y creo que las manecillas del Poljot indicaba la proximidad de la hora de almuerzo. Mi vista se fijaba siempre en el carrito del funicular aéreo que atravesaba el puerto de Barcelona y se perdía en las lomas de Montjuic. Siempre hacía el mismo recorrido visual, pasaba por la réplica de las carabelas de Colón, la estatua del gran Almirante, el nacimiento de Las Ramblas, el muelle de los pescadores y por último, caía nuevamente en el astillero. En horas del día era un constante hervidero de trabajadores, grúas, montacargas y bromas que llegaban borrosas hasta mi posición. No le había prestado mucha atención al Capitán del buque y él se dio cuenta, yo solo trataba de superar la galerna vivida de la noche anterior.

-Te dije que a partir de hoy eres el Primer Oficial del buque. Insistió como queriendo señalarme que estaba a mi lado y se dirigía a mí. Todavía me encontraba algo mareado, pero no era tan idiota como para dejar de comprenderlo.

-¡No jodas! ¿Y eso? Fue todo lo que se me ocurrió decir.

-¡Na! Que al comemierda de Tamayo se le ocurrió caerle a golpes a Margarita y la dejó madurita. Está toda destimbalada en el camarote. Es obvio que no escriba su verdadero nombre.

-¡Ven acá! ¿Y por qué no cuadras la caja con los capitanes de los barcos que se encuentran ahora en el puerto y haces un cambio de Primer Oficial? De verdad que no me cuadra ese cambio a estas alturas del viaje.

-Ya eso lo consulté y nadie quiere venir para acá. Como puedes ver, estoy obligado a aplicarle una sanción disciplinaria y tienes que cubrir, no cabe de otras.

-¡Ño! Qué clase de tiñosa, no me agrada la idea, el ambiente está muy caldeado entre la tripulación y lo que me va a dejar es una papa caliente.

-¡Mira! Ya la reparación está por terminar y saldremos de regreso. Asume el cargo y dile que te entregue toda la documentación. Si no te es mucha molestia trata de dejarlo en su camarote, total, para lo que falta no creo que te interese mucho.

-No hay tema con eso, no me interesa el cargo ni el camarote, que se quede donde se encuentra. Ambos abandonamos nuestras posiciones y cerré las puertas del puente.

-¡Felicidades al nuevo Chief Mate! ¡Bárbaro, al fin le partieron el culo a ese hijoputa! ¡Mira que golpear a Margarita con lo buena gente que es! ¡Ya tú sabes, hay que pasarle la cuenta! ¡Qué cague pelos desde aquí hasta La Habana! ¡Sangre, coño, eso es lo que queremos! Fueron algunas de las manifestaciones de la tripulación cuando llegué hasta el portalón para esperar a que tocaran la campana.

-¡Ven acá, Chief! ¿Ya te entregó el camarote? Preguntó uno de aquellos exaltados marineros.

-¡No, compadre! Si supieras, el Capitán me pidió que lo dejara en su lugar, ya falta poco para salir del astillero, yo acepté.

¡Quéeeeeeeeeee vaaaaaaaa! ¡Qué te lo entregue todo! Que te entregue el camarote, la jeva y hasta al chivato Agustín. ¡Sangre, cojones! Nosotros queremos sangre. Dijo otro.

-¡Asere! Desmaya eso, si no te entrega todas las propiedades tú no eres el Primer Oficial del buque. ¡Te lo tiene que entregar todo y que se mude para La Chusmita. Intervino otro de los presentes.

-¡Naaaaa, eso no es así! El relevo tiene que ser con todas las de la ley, si no hace la entrega como está establecido, no esperes que te respetemos. ¡Nosotros queremos sangre! Bastante que ha jodido ese singao. No esperé escuchar la opinión de todos los que se encontraban presentes, sonó la campana y me dirigí al comedor de la oficialidad subalterna. El buque poseía tres comedores, el del Capitán, el del Segundo Oficial y el de la marinería. El almuerzo transcurrió entre bromas y comentarios sobre los sucesos de la noche anterior. Dicen que Margarita le estaba pegando los tarros a Tamayo con El Chino engrasador, todos disfrutaban y apoyaban aquella aventura, era una manera de vengarse con la oficialidad aunque las relaciones no fueran legales, porque por otro lado, el hombre era casado y tenía dos hijas mellizas.

-Cordoví, búscate otro que asuma el cargo de Primer Oficial, no voy en esa. Le dije en su oficina frente a Chacha, era una mulata medio jabada que ocupaba la plaza de camarotera y hacía las funciones de Primera Dama a bordo, no era mala gente y seguía pensando y actuando como india, nunca llegó a considerarse cowboy como otras camareras que viajaron en nuestra flota, Chacha era muy sencilla en ese aspecto.

-Y ahora, ¿cual es la tiñosa? Preguntó algo sorprendido.

-¡Nada, consorte! La gente está pidiendo sangre y no voy a ocupar una plaza a medias.

-¿Sangre?

-Bueno, no hasta matarlo, aunque hay gente con deseos de hacerlo. Pero todos quieren que le pase la cuenta con todas las de la ley.

-¿Y qué piden?

-¡Asere! Están pidiendo que lo saque del camarote, que me haga un acta de entrega como está establecido y que me entregue la jeva y hasta al chivato de Agustín.

-Bueno, yo traté de que le resultara menos dolorosa la sanción. Si no hay remedios, baja y dile que se tiene que mudar de camarote.

Toc, toc, toc. Fueron sonidos secos en la puerta del camarote, hubo cierta demora y repetí los mismos toques, pero esta vez un poco más fuerte. Mientras esperaba, mi vista se detuvo en objetos que había visto infinidad de veces, el extintor y las llaves del cuarto de CO2 del cuarto de máquinas, nunca comprendí las razones de aquella ubicación. La noche de la explosión yo me encontraba de guardia en el puente y bajé para tomarlas antes de que alguien cometiera una fatal imprudencia. Ese error costó la vida a tres marinos del buque Imías o El Jigüe durante un incendio en Hong Kong, no puedo recordarlo con exactitud después de más de cuarenta años, creo haber tomado una decisión acertada. El fuego se pudo controlar con los medios disponibles en el departamento, luego la coloqué en el mismo sitio donde la observaba ahora. La puerta se abrió.

-¡Oye! Recoge todo, te mudas para mi camarote. Le dije a secas, sin que mediara explicación alguna, no se la merecía. Sus ojos se encontraban algo inflamados, anunciaban no haber dormido en toda la noche. Su mirada era algo suplicante, imploraba por piedad, compasión, lástima. Tamayo se encontraba totalmente derrotado, mi presencia y palabras resultaban el tiro de gracia, pero nada de su aspecto pudo conmoverme, existían cientos de razones para comportarme implacable y me regresaban a la memoria los pedidos de sangre que hacía la tripulación.

-¿Hasta donde quieren llevarme? Su voz me llegó sin energías, sin la virilidad que alardeaba cuando tenía el poder sobre otros hombres, sentí asco al escucharlo.

-¿Hasta dónde? Hasta donde te mereces, y no solo por golpear a Margarita. Así que, llama a tu chicharrón para que recojas tus mierdas, tienes dos horas para mudarte. Tuve deseos de decirle lo del acta de entrega con jeva incluida, pero era algo que no estaba establecido en el reglamento. Lo excluí de las guardias de navegación y su viaje hasta La Habana lo hizo encerrado en el camarote. Fue una auto reclusión no solicitada, solo le dije que al atracar en La Habana bajara todas sus pertenencias y no quería volverlo a ver a bordo.

Esa noche regresé con Cañolo al barco de Cebolla, tenía que matar el ratón y pedirle algunos consejos prácticos. Teóricamente hablando, me encontraba preparado para realizar todos los cálculos necesarios para cargar el buque, siempre viajé con mis libros y cuando consideré dominar todo lo relacionado con el cargo de Segundo Oficial, mi atención se desvió hacia otras asignaturas imprescindibles en el cargo superior. Estabilidad y Carga y Estiba son las obligatorias a la hora de cargar un buque, llevaba meses estudiándolas, nunca supe que su aplicación la tuviera tan cercana. Así fue, no le pedí ningún asesoramiento a Tamayo, yo sabía que él esperaba por mi pregunta necesaria, yo sabía perfectamente que no se la haría por una cuestión de orgullo personal, ambos habíamos estudiado juntos y él nunca se había destacado en esa etapa de nuestras vidas, era uno más de la tonga. Las cosas en nuestra tierra funcionan en sentido inversamente proporcional a las causas que la originan, los de arriba actúan como una pelotica de ping pong, se escachan, caen y rebotan. Casi siempre caen pa’rriba, algunas veces esos efectos se sienten en las clases bajas y se cumple aquella teoría de que el partido es inmortal. Contrario a todos los pronósticos inteligentemente aceptables, Margarita fue enviada para Cuba en una de las naves surtas en aquel puerto. Era la víctima y aunque se buscaron infinidad de justificaciones, la medida aplicada correspondía a la de una sancionada. Nada, nos quedamos sin una cantimplorita, porque hablando en plata, era muy chévere, pero muy alegre y caliente. Su filosofía de la vida me agradaba, siempre decía: No tengo gaticos ni perritos, mis hijos son mayores, por eso, el tiempo que me queda por vivir, es para beber y templar. Siempre andaba sonada y nunca mostró síntomas de ardentía, nada de molestia, era puntual en su trabajo. Esto lo manifiesto con conocimiento de causa, en el Topaz Island le pasaron la cuenta unos ocho guardiamarinas en un solo ratico y Margarita caminaba muy bien al siguiente día. No pudo mojar el cowboy, pero tampoco lo harían los indios, esas fueron las conclusiones del partido en el Pepito Tey.

-¡Joer, Colón! Felicitaciones Almirante de la mar océano. Dijo un gallego en la puerta de una de las naves del astillero.

-¡Dale por culo a ese jilipollas, Almirante! Joer, que es un abuso golpear a Margarita.- Dijo otro.

-¡Venga, hombre! Comparta una cerveza con nosotros, esperemos que los grados no se le suban a la cabeza. Dijo otro más.

-¡Coño, Ñolo! Y esto, ¿qué carajo es? Le pregunté asombrado por varias razones, dos a destacar, que estuvieran al tanto de los acontecimientos del buque y que se refirieran a mí como el Almirante de la mar océano.

-¡Asere! No subas más a darle cuerda a los cronómetros de día, hazlo de noche. Tienes fijación con Colón y sus carabelas, anoche fue de truco, men. La suerte es que estos galifas son buena gente, yo te hubiera matado.

-¿Por qué?

-¿Por qué? Ni te imaginas, empezaste a decir que los galifas eran unos comemierdas antes de los setenta, que no bajaron al pozo hasta la llegada de la democracia. Peor aún, les dijiste zorros porque si nosotros los cubanos lo hacíamos, era por culpa del Almirante, un gallego cabrón que había descubierto a Cuba con una tripulación cargada de mamalones.

-¡Coñóoooo! Ñolo, ¿Yo dije esa barbaridad?

-No, esa fue poca, yo te hubiera matado.

-¡Acérquese, hombre! Cualquiera agarra una borrachera como la de anoche. Dijo uno de aquellos amigables españoles. Compartimos un ratico con ellos y continuamos nuestro viaje hasta el barco de Cebolla.

Bueno, ¿y qué tiene que ver toda esta tragedia con la transición?, se preguntarán muchos. Mucho y poco, cada vez que abres un mensaje o página de Internet, te encuentras con miles de teorías, predicciones, propuestas, análisis, estudios realizados por relevantes analistas de la política cubana. ¿Y los resultados? Ninguno, todo queda almacenado en miles de hojas y palabras. La mierda continúa y la gente espera, la gente calla, la gente pide sangre y no puede manifestarlo abiertamente. Surgen pequeños escandalitos intelectuales que luego se reducen a chismes faranduleros, payá y pacá viajan las propuestas de los dialogueros, ¿para hablar con quién?, no imagino la conversación que puedan mantener un mudo y un sordo. Nadie tiene la culpa de haber nacido en Cuba, pero coño, la situación apesta.

Hay que dejar todas las muelas y realizar esa transición a la marinera, bueno, los tiempos cambiaron mucho en la marina también, y que me perdone Dios si miento, pero muchas de las plazas de marinos fueron ocupados por yeguas, y que todo haya sido por la “inmortalidad” del partido.

En fin, ahí les dejo mi propuesta como legado a las futuras generaciones, pueden llevarlas al terreno práctico cantando “Asere, qué  bolá”, o en su defecto, “No comas tanta pinga, Comandante”. Espero no se ofendan mis cultos detractores, ese es el lenguaje de nuestros jóvenes y yo los respeto, no solo eso, debo confesar que los admiro.

Como les decía, llegan al “Punto Cero” y se dirigen inmediatamente a la alcoba del viejo, nunca escuchen a la vieja Dalia o a los miembros de su escolta. Cuando estén frente a esa marioneta de hombre que tanto jode para morirse y ahora le ha dado por escribir sus “valenciagadas”, sin titubear, sin temblores en la voz que pueda delatar ese miedo sembrado durante medio siglo, sin acordarse de Villa Marista donde “todo el mundo canta”. Así, con la mente en blanco, con voz metálica y fría, sin piedad o miedos, sin recuerdos del palito que echaste escondido en un matorral cuando la escuela al campo, sin pensar en nada que pueda debilitar la decisión que tomaste voluntariamente o impulsado por una borrachera. Te paras frente a la cama de ese viejo hijoputa y le dices lo mismo que aquella vez yo le dijera a Tamayo.

-¡Oye! Recoge todo que te mudas del Punto Cero. Esas palabras deben pronunciarla con decisión y energía, no pueden conmoverse por la imagen que ese animal pueda brindarles en ese instante. Es más, para acelerar la situación deben desconectarle todas las mangueritas de mierda que pueda tener conectado, hasta la que va directamente a la bolsita de mierda que tiene oculta a su costado. No pueden conmoverse, no deben perdonarlo, no deben sentir lástima. Estos hijoputas no son capaces de sentir o valorar esos sentimientos. Ni payá, ni pacá. Recoge y palapinga, no lo dejen hablar, si lo hacen van a cometer un grave e imperdonable error, esos tipos envuelven a cualquiera con la muela y te pueden convencer. Además, no olviden que la gente está pidiendo sangre y sangre hay que darle. ¿Un ejemplo? ¿Qué quieren un ejemplo? Ahí lo tienen, Raúl no gobierna ni un carajo, ¿saben por qué?, porque no le quitó el camarote.

-¿Voy para la casa 12? Te preguntará con los ojos inflamados de no dormir, por esa insistencia en mantenerlos abiertos para demostrar que está vivo aunque hace muchos años haya muerto. Su voz te resultará temblorosa y cargada de temores, estará ausente esa virilidad alardeada durante su tiempo en el poder. Sean implacables a la hora de responderle, actúen como él hizo a la hora de fusilar a alguien.

-Ni Punto Cero, ni casa 12, ni la 40. Vas para esos edificios que construiste de seis plantas sin elevador en Alamar. Vas a saber lo que es bueno, viejo cagón. Vas a saber lo que pesa cargar una bicicleta china hasta el sexto piso, vas a saber lo que es mentarle la madre a Dalia cada vez que te mande a botar el cubo de la basura, vas a saber lo que es cargar agua por la escalera pedazo de joputa, porque ni sogas nos vendiste para eso.

-¿Hasta dónde quieren llevarme? Esa pregunta la realizará con voz lastimosa propia de un minusválido moral. ¡No le crean! Cuando se recuperan vuelven a ser los mismos hijoputas de siempre, así ocurrió con Tamayo, no olviden que el partido es inmortal y se reproducen como cualquier epidemia. No olviden que detrás de ustedes hay millones de seres clamando por sangre.

-¿Hasta dónde, hijo de la gran puta? Hasta donde te mereces, y no solo por darte esta buena vida de millonario. Hasta donde te ganaste por cagarte fuera del tibol durante medio siglo y que la mierda se desbordara y nos cagara a todos con tu implacable cinismo. Deben tomar decisiones frías y no sentir penas aunque lo vean postrado en una cama y la bolsita de mierda le cuelgue al costado. No se detengan a solicitarle un acta de entrega, no le pidan que les entregue a la jeva, esa vieja está difícil y no hay quien le meta el diente, además, le suena a la brujería, llévenla junto al viejo para el sexto piso y pónganla a jamar por la libreta. No le pidan que le entregue a los chivas, ¿de qué le servirán ese ejército de inútiles? Pero fúmenselos hasta el cabo, a esos pichones de hijoputas hay que destruirlos sin piedad, si les dan una oportunidad la historia puede repetirse. Nada de dialoguitos a la hora de tomar estas drásticas decisiones, ni payá, ni pacá. Que caguen pelos.

-¡Titooooooooooo! Se sintió un grito desde la cocina.

-¡Quéeeeeeeeeeee! Respondió un niño desde otro cuarto.

-¡Llama a tu abuelo y dile que la comida está servida!

-Abuelo, dice Yeya que la comida está lista.

-Dile que no estoy pa’sus cosas, que no me gusta montar en camello, que no trago el picadillo de soya, ni la pasta de oca, que solo dan tres huevos cada quince días, que…

-¡Abuela! Yeyo se ha vuelto loco, está hablando mierdas. Dijo el niño en la cocina.

-No le hagas caso, no se ha vuelto loco, quizás está medio borracho, dentro de un rato tumba a Castro del poder y se calma.

-¡Ñooo! Voy a tener que cambiar, el Bacardí me está haciendo tremendo daño. Si en lugar de Colón hubieran llegado los vikingos, ¿no serían otros los resultados? Sí, pero tal vez no bajáramos al pozo. ¡Asere, qué bolá! Ya lo dijo Armando Calderón en la comedia silente, ¿qué dijo? Voy a comer.





                                      Esteban Casañas Lostal.

                                      Montreal..Canadá.

                                      2007-09-17



Y si tenéis por rey a un déspota, deberéis destronarlo, pero comprobad que el trono que erigiera en vuestro interior ha sido antes destruido.
Jalil Gibrán.

Otros trabajos pueden encontrarse en las sig. direcciones:

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