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General: """CAMARADAS DE LUCHA""". Capítulo 3.-
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De: esteban_casa챰as (Mensaje original) |
Enviado: 26/09/2007 23:52 |
"""CAMARADAS DE LUCHA""". Capítulo 3.-
“”” LOS COMBATIENTES.”””
En la historia de la marina mercante cubana existieron tres ingresos de grupos algo numerosos a saber, el primero de ellos ocurrió en el año 1967 y fue bautizado con el pomposo nombre de “Marinos Embajadores”. Yo pertenecí a ese grupo y debo escribir sobre aquel acontecimiento, la mayoría de nosotros éramos desmovilizados del primer llamado del SMO (Servicio Militar Obligatorio). A principios de la década del setenta ocurre la segunda inyección a la marina con carácter de contingente, las actividades marítimas portuarias eran de tal envergadura que dieron origen al nacimiento de un nuevo ministerio, me refiero al Ministerio de Marina Mercante, Puerto y Pesca. Joel Chaveco fue el primer y único ministro de aquel supuesto ministerio, Daniel Hung era su viceministro.
Durante el reinado de Chaveco se produce la segunda inyección numerosa en la marina mercante cubana, aquellos muchachos de origen campesino, eran conocidos como “Los Plataneros”, seudónimo ganado por su permanencia prolongada en la agricultura y desarrollada en un “Plan Plátanos”. Arrancados de sus tierras y bajados de mulos, burros y yeguas, los “Plataneros” impusieron pautas en la vida del marino, pero ese capítulo corresponde a otras páginas de nuestra historia. Ni guajiros, ni marinos, simplemente bandoleros, queda pendiente.
Fue durante el mismo reinado de Chaveco que, arribaron a la marina mercante cubana un numeroso grupo de excombatientes de la Sierra Maestra. La mayoría de ellos de origen campesino y con muy bajo nivel cultural, pero cabe destacar, gente muy sencilla en casi toda su totalidad. Con varios de ellos me tocó navegar en diferentes naves, y de ellos guardo gratos recuerdos.
Pertenecieron a ese grupo que se quedó fuera de la piñata, se jugaron el pellejo durante las guerrillas originadas en las montañas cubanas, y a la hora de la repartición no tocaron a nada. Fueron atendidos durante un tiempo prolongado por Celia Sánchez, pero al parecer, llegó un momento que aquella carga resultó algo pesada y decidieron desprenderse de ella. El mejor lugar para esos menesteres era indudablemente la marina cubana, los montabas en un barco y desaparecían por un tiempo mínimo de seis meses, tiempo que aliviaba la tensión de todas sus demandas. De esa manera, algunos personajes que luego han sido citados por varios escritores desde diferentes posiciones políticas, fueron subordinados míos. Debo aclarar antes de hacer mención de cada uno, existían grandes diferencias entre ellos. Los hubo muy “vivos” y existieron los muy “bobos”. ¡Claro! Los vivos solo pudieron serlo a ese nivel, porque cuando miraban por encima de sus hombros no dejaban de ser unos bobos también.
Eloy Paneque Blanco.- (Capitán Bayamo)
Estudiamos juntos en el Curso Básico de Oficiales desarrollado en Jaimanitas, bajito, algo obeso en aquellos tiempos. Pecoso y de pelo un poco rizado, extremadamente blanco. Paneque poseía un viejo auto que había sobrevivido no solo los años transcurridos desde la llegada de su ejército al poder, lograba vencer los efectos del subliminal bloqueo del que pocos hacían mención en esos años de romanticismo con el bloque comunista. Muy reservado y pausado en sus movimientos, Paneque solo tenía un compañero de salidas, Yndamiro Restano, quien por su parte, era propietario de otro auto en similar condiciones. La afinidad entre ambos nunca fue cuestionada, durante aquellos tiempos se respetaba en algo la selección individual de las personas, al menos en el ambiente donde nos desarrollábamos, aunque por supuesto, nosotros pertenecíamos a un giro muy controlado y mantener vínculos con “desafectos’ era razón suficiente para ser separado.. Cada cual partía por su lado a la hora de la salida y no nos volveríamos a ver hasta el siguiente día, así era la vida entonces. Paneque era un tipo muy tranquilo y dedicado no solo a los estudios, era un tipo que siempre se encontraba acompañado de algún libro. Los tiempos que nosotros (la gente común) dedicábamos a jodederas propias de la juventud, Eloy las gastaba leyendo, actitud mantenida también por Yndamiro, nunca se vinculaban estrechamente al mundo que les rodeaba. En aquellos tiempos no supe que Paneque era el Capitán Bayamo, ni que Yndamiro era hijo de Julio Suárez.
Terminado el período de estudios en Jaimanitas, nos enrolan en lo que fuera el primer buque escuela de la Cuba post-Castro, me refiero al “Viet Nam Heroico”. El mismo día de la salida del buque y estando atracados en el muelle “Margarito Iglesias”, la Seguridad del Estado baja del buque a Eloy, Yndamiro y otro estudiante muy destacado que ocupaba el cargo de Secretario General del Comité de Dirección de la UJC, su apellido era Cuevas. Bajaban al secretario de todos los secretarios a bordo, todo esto ocurría sin que mediaran explicaciones, y por supuesto, nadie las solicitaba tampoco. Considero esa fecha como la establecida establecida para construirle un historial “contrarrevolucionario” al tal Yndamiro Restano. Persona por la cual se desarrollara una amplia campaña internacional por su liberación, y hoy, uno de los más ácidos comunistas que viven en Miami, la fotografía de su padre, miembro de aquellos tribunales implacables que condujeron a decenas de cubanos al paredón a principios de la “revolución”.
Yndamiro y Cuevas no volvieron a navegar nunca más, sin embargo, choco con Paneque a bordo del “Renato Guitart” bajo el mando de Pedro J. Ferreiro Casas, integrante junto al padre de Yndamiro de aquellos tristemente famosos tribunales. Paneque no había vencido ninguna de las asignaturas básicas imprescindibles para navegar, o sea, desconocía todo lo concerniente a navegación, astronomía, meteorología, oceanografía, etc. Sin embargo, ocupaba la plaza de Tercer Oficial, pero todas las tareas que importaban al cargo eran desarrolladas por Ferreiro. Recuerdo que cuando se le solicitaba tomar posición, Paneque tenía un muñequito encima de la mesa de ploteo y le decía: ¡Zucuzuco, sitúate! No existe razón alguna por la que pueda condenársele, su vida fue dedicada a leer y no meterse en la vida de los demás, nunca le hizo daño a nadie, era un tipo tranquilo e inofensivo, tal vez conciente de que lo habían dejado fuera en la repartición de la piñata, porque entre otras cosas, Paneque era inteligente. Me dijeron que lo vieron en el aeropuerto de Miami en una oportunidad y que se conservaba muy bien. Hablé de vivos y bobos, Paneque no fue de aquellos vivos. Tuve un vecino que sí lo fue, siempre manifestó ser hermano de Eloy, pero nunca encontré coincidencia entre los apellidos, aquel era sobrecargo y ya falleció, era tripulante del buque donde deserté. Me llevé muy bien con él y prefiero dejarlo para otro capítulo de esta historia que todos debemos escribir.
Teniente Pío.-
No recuerdo su nombre, es muy probable que el seudónimo le llegue por alguna batalla desarrollada en la zona de “Alegría del Pío”, quién pudiera saberlo. Nunca dormía en su camarote, siempre lo hacía sobre un enorme cajón que existía en el puente del “Renato Guitart” para guardar las banderas internacionales y del código internacional de señales. Es posible que las razones de su infinito insomnio se deban a pesos guardados en su conciencia, quién pudiera saberlo. Pero en todo el tiempo que navegué en aquella nave, nunca bajó a dormir en su camarote, era una compañía acostumbrada en el puente y nunca me molestó. Pío era de un carácter muy noble y nunca atacaba a sus compañeros de viajes, ellos no existían dentro de sus prioridades. Navegaba como marinero de cubierta y nunca dio muestras de cansancio. Eso sí, una vez atracados o fondeados en La Habana, Pío no regresaba más hasta la salida del buque. Esos lujos solo se lo daban los combatientes que fueron enrolados en nuestras naves para “refrescar”, yo pienso que para olvidar. No tengo ideas de si aquella imagen tan frágil físicamente como la de Pío se encuentre viva aún. Como quiera que sea, era un tipo inofensivo y hasta simpático que no le hacía daño a nadie. Pienso que era uno de esos guajiros traicionados por sus jefes. No encontré información sobre su existencia en Internet. Pío no militaba en el partido comunista en aquella época.
Duncan Duncan.-
Era un negro engrasador que participó en la etapa guerrillera como Pío y Paneque. Creo que se desempeñó en la zona de la bahía de Guantánamo o trabajó en ella. Era un negro fornido, musculoso y de una cincuentena de años cuando lo conocí. Muy jodedor y ocurrente, simpático y nada que ver con los militantes de carné que invadieron nuestras naves posteriormente. Duncan se mezclaba fácilmente con la tripulación y compartía su suerte como uno más de la tonga, sin embargo, nunca se le escuchó alardear sobre su participación en aquella gesta, creo que estaba muy conciente de su posición entre los vivos y bobos. Creo que Duncan llegó a militar en el partido.
Germán Piris Bragado.-
El Piri era otro que no dormía, gastó muchas madrugadas en el puente del “Aracelio Iglesias” y en el “Bahía de Cienfuegos”, la mayor parte de las veces dormía sobre el sofá del cuarto de derrota. Ocupaba el cargo de camarero, sin embargo, el mejor pan y dulce que se consumía a bordo era confeccionado por él. Nunca le importó ponerse unas prótesis y aunque su edad en aquellos tiempos rondaba los cincuenta y tantos, Piris mostraba la apariencia de cualquier anciano. Vivía muy mal en Santiago de Cuba, yo visité el solar donde tenía a toda su familia. De aquella piñata no logró agarrar ni un cordel, sin embargo, era una persona tan simple que nunca se le escuchó protestar por la infrahumana condición en que vivía su prole. Piris tenía una forma muy particular de llamar a sus hijos, les decía “Chivos”. Me enteré que falleció hace algunos años y debo manifestar que sentí su partida, era un tipo que se daba a querer. Estuvimos enrolados en la motonave “Moncada” bajo el mando de un tal Carlos, santiaguero de origen y con una tripulación integrada casi en su totalidad por orientales. Una noche le manifesté en su casa mi intención de abandonar el buque antes de la partida, al día siguiente, Piris se apareció con un certificado médico sobre un ataque de locura de su esposa. Después nos encontramos de nuevo en el “Bahía de Cienfuegos”. Nunca llegó a militar en el partido comunista.
Silvano González.- (Alias Burro Triste)
Es muy probable que su apodo se deba a la lentitud de sus movimientos o a la expresión algo triste de su rostro. Coincidimos en varios buques, pero solo navegamos a bordo del “Bahía de Cienfuegos”. Silvano es de los superbobos que formaron parte del ejército rebelde que tampoco alcanzó un cordelito a la hora de romper la piñata. Obtuvo un apartamento en Alamar por pertenecer a la microbrigada donde yo ocupé la plaza de Jefe de Obras. Logro alcanzado gracias a la condición existente en aquellos tiempos (solo en las brigadas de marinos), donde se garantizaba un apartamento a los integrantes de esa brigada sin necesidad de discutir el derecho al apartamento en asambleas sindicales. Militaba en el partido comunista y era un “informante” (chivato) de la organización. Exhibía fotos de su etapa como integrante del ejército rebelde en cada lugar por donde pasaba, pero por la velocidad mostrada al andar, trabajar y hasta para hablar, supongo haya podido arribar a La Habana un año después que lo hicieron los rebeldes. Durante su viaje de estímulo antes de retirarse definitivamente de la vida laboral, Silvano realizó una travesía acompañado de su esposa a bordo del “Bahía de Cienfuegos” y fue el protagonista de un evento sin paradigmas en la historia de la marina mercante cubana, se le trabó un huesito en el culo y estuvo a punto de provocar una recalada forzosa. Ya le dediqué un tema completo a ese personaje.
Mongo Karate.-
Recuerdo que su nombre era Ramón, pero si me matan no me llega a la mente el apellido, creo que era Oliva. Dicen que fue el padrastro de Juan Formell (el de los Van Van), pero ni esa condición, ni la de haber pertenecido al Ejército Rebelde, lo salvan de la idiotez mostrada durante los años que estuvo bajo mi mando. Mongo era un tipo sui géneris, algo especial, inofensivo también. Su cerebro había sido alcanzado por una esquirla de granada y le había dañado la mitad de su cuerpo, algo que gustaba de exhibir a los que recién conocía. Dividido con exactitud geométrica, una mitad de su estructura era normal y la otra dibujada por ronchas parecidas a las que produce la pitiriasis. Hablo de la mitad del rostro, cavidad torácica, pene, testículos, piernas, etc., división casi perfecta dibujada por el frente y la espalda, todo se encontraba dividido a la mitad. Luego, narraba los viajes realizados por diferentes países en busca de una solución a su problema, mientras los nuevos inquilinos del buque lo escuchaban sorprendidos. Militaba en el partido y hablaba incoherencias en las asambleas generales del buque, pero en buenos términos se puede afirmar que era un individuo inofensivo al que la gente no tomaba muy en serio, ni su propio partido.
José Lesmes.-
Ocupó la plaza de sobrecargo hasta el momento de su jubilación, me dijeron que falleció víctima de un cáncer. Fuimos vecinos de la calle La Sola en Santos Suárez y mantuvimos muy buenas relaciones hasta el momento de mi deserción, porque precisamente ocupaba esa plaza en el frigorífico “Viñales”. Conozco a su esposa e hijos desde hace muchísimos años y espero sepan disculparme si en algo puedan sentirse ofendidos al escribir estas líneas, pero omitirlas sería brindar un testimonio falso de nuestra historia. Lesmes perteneció al reducido grupo de los “vivos” que ingresaron en la marina mercante, lo hizo mucho antes de esa avalancha producida cuando el mandato de Chaveco. Es muy probable que su visión sobre el futuro de la isla se adelantara al de sus compañeros y supo explotar a la perfección su condición de excombatiente, vivía de ella, pero lo hacía con hombría y no perjudicaba a nadie. El círculo de sus relaciones siempre se mantuvo girando alrededor de los antiguos tiratiros, visitarlo era vagar entre combates que sonaban falsos cuando se regresaba a la realidad, porque entre otras cosas, la construcción de su imperio no podía justificarse con el salario de un simple sobrecargo. Fue de los pocos combatientes que lograron escalar hasta posiciones de oficiales subalternos, no tengo conocimiento de otros que no fueran él y Paneque. Siempre manifestó ser hermano de este último y es muy probable lo haya sido, coincidimos en diferentes oportunidades en su casa, pero los apellidos son los que nunca cuadraron, aunque me lo explicaron en diferentes oportunidades. Navegamos juntos en distintos barcos y siempre primó un pacto de no agresión y buenas relaciones.
Collejo.-
Nos conocimos en el año 1967, formó parte de aquel contingente bautizado como “Marinos Embajadores”, o sea, ingresó en la marina mucho antes que aquella tropa que estorbó en tierra cuando el mandato de Chaveco. Nunca se superó y en el momento de mi deserción ocupaba la plaza de timonel a bordo del frigorífico “Viñales”, era el secretario del partido en aquel buque, y una de las razones que aceleraron mi deserción de la isla, muchas gracias por haber colaborado conmigo en este aspecto. Collejo era uno de los chivatos a bordo, actitud muy diferente a la mantenida por los antiguos combatientes de la Sierra, imagino siga disfrutando el producto por el cual pudo haber arriesgado la vida. Una cosa que me llamó enormemente la atención, conocí a otros tantos excombatientes de la Sierra en diferentes naves, cuyos patrones de conducta eran casi similares, sin embargo, ninguno de ellos manifestó haber ocupado la plaza de cocinero en aquellas guerrillas, ¿es que no comían? Collejo no merece más de un párrafo, es una pena que no recuerde su nombre completo.
Existieron casos muy sonados dentro de ese grupo que un día llegó a perturbar la tranquilidad a bordo de nuestros barcos, gente a la que nadie deseaba tener incluida en las listas de enrolos, gente que no podían desprenderse de todos aquellos traumas que produce la vida de guerrillero, y lo peor, por donde quiera que pasaban hacían alardes y ostentaciones de derechos concebidos fuera de la ley. En muchas ocasiones la presencia de esos individuos era manipulada y explotada por gente mucha más hábiles que ellos y pretendieron tomarlos de bandera. Era allí donde debía imponerse el coraje de aquellos que una vez fuimos oficiales de la marina mercante cubana para imponer el orden, aún, sabiendo que hacer cumplir el reglamento de la marina, nos podía convertir automáticamente en enemigos del partido y sistema. Uno de aquellos sonados casos, muy famoso por sus indisciplinas, lo fue el del comandante Pinares, nunca navegó bajo mi mando, pero dicen que era un individuo condenado a muerte por un cáncer. Su desaparición de esta tierra pudo ser un síntoma de alivio para muchos. La mayoría de ellos pertenecieron a los bobos que quedaron fuera de la piñata, pero algunos, trataron de superar su bobería en los niveles más bajos de nuestra sociedad, continuaron tirando tiros a diestra y siniestra, crearon espantos con esas salvas imaginarias, pero quedaron encerrados en una trampa de la que nunca pudieron escapar. Trampas tendidas al costo de sus propias vidas, pero manipuladas por individuos más vivos que ellos. La mayoría de ellos van muriendo olvidados y no aparecen en ningún tratado de historia, sencillamente nunca han existido, yo los devuelvo a su campo de batalla.
Esteban Casañas Lostal.
Montreal..Canadá.
2007-09-26
Y si tenéis por rey a un déspota, deberéis destronarlo, pero comprobad que el trono que erigiera en vuestro interior ha sido antes destruido. Jalil Gibrán. Otros trabajos pueden encontrarse en las sig. direcciones: http://www.conexioncubana.net/index.php?st=content&sk=blogcategory&id=176&sitd=416&showcatname=ok http://www.amigospais-guaracabuya.org/#casanas http://www.conexioncubana.net/blogs/esteban/
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