MIéRCOLES 3 de OCTUBRE de 2007
2/10/2007
Irán extiende sus contactos
Urge frenar a Ahmadinejad
La penetración persa en la región del Cono Sur es una cuestión nada baladí pues se establece en un plano, el energético, crucial para ganar la guerra contra el terror y las tiranías.
Hugo y Mahmud entrevén un futuro de paz mundial
El escalofriante presidente iraní acaba de pasar por Nueva York y el Cono Sur hispanoamericano exponiendo su marmórea geta en un alarde de hipersoberbia tiránica y de torpeza personal. No cabe ninguna duda que lo ocurrido en la Universidad de Columbia y el escaso calor que cosechó, incluso entre las filas de âliberalsâ universitarios, revela que la imagen de la Revolución inaugurada por Jomeini tiene escasos partidarios en Occidente.
Existen los suficientes elementos de juicio aquí acerca de la cuestión del estado de los Derechos Humanos, de la falta de respeto al individuo, revelado en numerosos testimonios, como para resultarle insoportable a lo más granado de la progresía euroamericana. Eso no es en absoluto un obstáculo para que, por contra, el discurso del iraní en la Asamblea General de la ONU reivindicando un orden económico “más justo” tenga aún demasiada audiencia. La asunción del argumento de que existe un primer mundo, occidental y capitalista, responsable de la miseria inducida por mandatarios corruptos, ineptos y aterradores como el siniestro Mahmud, por parte de amplios sectores de la izquierda parece resistir hasta los descréditos derivados de lapidaciones, amenazas de nuevos holocaustos y otros exabruptos.
La necesidad de hacerse con aliados y salir de la creciente presión francoamericana sobre el programa nuclear de Irán lleva a su presidente a incorporarse al discurso del “desarrollo desigual” y la legendaria teoría “centro-periferia”. No sólo sabe que, de esta manera se pude hacer un hueco en la débil mentalidad relativista de la intelectualidad occidental sino que, así, encuentra la excusa perfecta, la coartada, no por reiterada menos fraudulenta, que justifica los fracasos económicos del régimen que los clérigos medievales del chiísmo que retrotraen a sus súbditos a los tiempos del imán Hussein.
El proceso o, mejor aún, el procedimiento mediante el cual, lo mismo Mahmud que todos los tiranos habidos en el siglo XX han practicado consiste en evadirse de las responsabilidades derivadas de su ineptitud personal e ideológica en el manejo de la economía.
Los súbditos de los clérigos islamistas sufren restricciones de combustible, algo inaudito en el cuarto exportador mundial de crudo, debido al retraso industrial en el refinado y a la penosa práctica de subsidiar el precio del carburante para estimular, pretendidamente, la moral de una población a la que, queriendo inocularle un estimulante a su orgullo patrio, se le está engañando acerca de lo que, realmente, sucede. Subsidiar combustible es la mejor y más directa vía a la escasez, a las colas y al racionamiento. Eso es lo que ocurrió en la crisis del petróleo de los años setenta en Occidente, manejada con tanta impericia como credo estatista. Las colas en las gasolineras iraníes, hoy, crecen, el mercado negro de productos refinados se abre camino y la población parece sumirse en un descontento sólo detenido por el férreo control ideológico. Por Alá y los imames de chiísmo todo se soporta.
Si a eso se le suman los incesantes niveles de inflación que expolian el decreciente nivel productivo de la población, la huida hacia adelante de Ahmadinejad está servida. La responsable de su crisis son Europa y, especialmente, los EE UU y su sistema capitalista. El programa nuclear y la cascada de centrifugadores en las centrales sirven para meter presión e intentar llegar a un punto de dominio en las negociaciones con la UE acerca del mismo y para extorsionar en lo posible a ésta y a la ONU con dádivas que palien el elevado déficit de las arcas iraníes.
El otro frente de apertura diplomática no puede ser, por lógico, más pintoresco. Mahmud visita a Hugo Chávez en un intento por establecer una alianza rojinegra entre el marxismo más melifluo e indigenista con el islamismo más medieval. La guerra multicentro que el dictador venezolano intenta librar contra su grotesco concepto de “imperio” pasa por aceptar el sucio apretón de manos que el exterrorista presidente musulmán propina a las no más limpias del bien llamado “gorila rojo”, sin que tal apodo conlleve el más mínimo gramo de racismo sino que denote, como se debe, su matonismo.
Ya que, según Chávez, Mahmud es uno de los grandes combatientes antiimperialistas y por la paz verdadera, ya que su programa nuclear es legítimo incluso si tiene como objetivo el desarrollo de armas de esa índole, no es de extrañar que las plumas más agradecidas del régimen venezolano y más relevantes del mismo deliren comparando las operaciones iraníes en Hispanoamérica con las de los EE UU en oriente Próximo. Legítimas aquellas, claro está, por ilegítimas éstas.
En Bolivia, el chiíta firmó acuerdos de colaboración en la explotación de gas y mineral andino, mientras que en Venezuela incrementó el monto de los contratos que, ya desde 2001, llevan firmados por valor de más de 20.000 millones de dólares.
La penetración persa en la región del Cono Sur es una cuestión nada baladí pues se establece en un plano, el energético, crucial para ganar la guerra contra el terror y las tiranías. Como el senador congresista norteamericano por Florida, Connie Michael alertó, desde el 11-S los EE UU han desatendido el área latinoamericana. Ojalá que la visita reactive las alarmas en Washintong aunque para ello haya que seguir contando con el presidente francés Sarkozy para suplir el bajo perfil del inquilino del despacho oval.