InSurGente (J.L).- Tal y como denunciara Fidel Castro en una de sus Reflexiones, los países poderosos tienen en sus miras vaciar a los países del llamado tercer mundo de cuadros profesionales. Si desde hace años EEUU aplica una tarjeta verde para la emigración calificada, ahora será Europa la que lo intente. En el caso de la Unión Europea una tarjeta azul para que los "cerebros" africanos y latinoamericanos puedan llegar a Europa sin los problemas que padecen los que vienen sin estudios. Primero se les saca las materias primas y luego las personas con estudios. En la foto, inmigrantes sin tarjeta.

El comisario de Justicia y Asuntos Internos de la Unión Europea, Franco Frattini, propuso este martes la creación de una "tarjeta azul" de residencia europea parecida a la "tarjeta verde" estadounidense con la que pretende rivalizar.

El objetivo es revertir la tendencia de la emigración calificada, que prefiere irse a Estados Unidos en lugar de a Europa, un continente con una población en acelerado proceso de envejecimiento.

El tema migratorio es delicado en Europa, pero la Comisión Europea sostiene que la llegada de inmigrantes es más un beneficio que una carga.

El mensaje oficial es que llegó el momento de mirar la inmigración en términos económicos más que emocionales.

Ahí están las cifras: 55% de los técnicos de computación, los médicos y otros emigrantes altamente calificados prefieren irse a Estados Unidos.

Sólo un 5% se decide por el bloque de 27 países europeos.

Azul por dos años

La propuesta de Frattini tiene que ser aprobada por todos los países del bloque.
La "tarjeta azul" permitirá a los inmigrantes viajar a lo largo de la Unión Europea luego de trabajar durante dos años en una de las naciones comunitarias.

Al abrir las puertas a la inmigración legal, la propuesta esperar ofrecer una respuesta al envejecimiento de la población europea y acelerar el crecimiento económico.

A la vez significa una reversión de la actual política europea de combate a la inmigración ilegal.

Sin embargo, para que la propuesta entre en vigor necesita la aprobación de todos los países miembros, lo cual puede resultar difícil en los casos de Alemania y Austria.

Algunos críticos de la iniciativa dicen que ésta sólo estimulará la fuga de cerebros de las naciones pobres.