Muchas veces se han enumerado los mayores logros de la Revolución cubana, pero a mí se me ocurrió hoy hacer otra pregunta: ¿Cuales son los mayores fracasos de la Revolución Cubana? ¡Vaya pregunta! Una de esas que a nadie se le ocurriría hacer en Cuba, pero mucho menos responder.
Si me pidieran definir el mayor fracaso de la Revolución cubana en un solo hecho sin lugar a dudas hablaría del gigantesco éxodo sin precedente que ha causado. Claro que habrá gente que me exija que hable de la libertad, o de los presos políticos, de los derechos humanos y cosas más sustanciosas… pero no me convencerían. En primer lugar porque libertad es un concepto relativo que cada cual acomoda a su propia conveniencia o realidad. Por ejemplo ¿soy yo más libre en Europa? Cuando miro a mis hijos que no han jugado jamás pelota en la calle, que no han trepado a un árbol, que no pueden organizar un pitén sin pagar, que celebran cumpleaños sin amigos no cambiaría su infancia “libre” por la mía. A veces me pregunto ¿para qué les compro una pelota de fútbol si después no tienen con quien, ni donde jugar? ¿Tendré que comprarles también el resto del equipo? Los tembas coincidirán conmigo que, al menos en nuestra infancia y adolescencia, la idea de la revolución se vendía fácil. Muchos de nosotros nos enrolamos de corazón en las filas de la UJC o el Partido o fuimos internacionalistas o al menos cortamos caña voluntario ¿Qué fue sólo marketing? Vale, pero mientras funcionó, se vendía como se venden también los malos paquetes de seguro que después te dejan colgado de la brocha cuando tienes un problema. Por otra parte y hablando claro, señores no sobredimensionemos la influencia de la disidencia. Yo me enteré que en Cuba había oposición y presos políticos cuando emigré. Es más, puedo apostar que si mañana salimos a la calle Infanta (por poner una vía habanera concurrida) y ofrecemos cien dólares a todo aquel que pueda decir el nombre de tres disidentes conocidos, en la tarde regresaremos con todo el dinero a casa. Esos son los hechos, nos gusten o no. Sin embargo ¿puede alguien decirme que nunca soñó con perderse de la isla? ¿Existe todavía alguna familia cubana que no tenga un miembro o dos o diez en el extranjero? ¿Hay alguna cuadra cubana que no tenga, además de un Comité, un desaparecido en el estrecho de La Florida o una jovencita casada con un yuma, o un quedao en misión oficial, o un deportista desertor, o todos juntos? Por ahí se maneja la cifra de dos millones de cubanos fuera de la isla. Si esta cifra es cierta, matemáticamente por cada seis cubanos en la isla hay uno que abandonó su tierra. Esto, más que emigración parece una estampida para evitar ser arrastrado al fondo por el barco que se está hundiendo. Desgraciadamente, estas cifras no parecen ser definitivas, pues cada año se rompe el record de balseros llegados a la Florida (y supongo de los que mueren en el camino) y las colas de las embajadas para conseguir una Visa son cada vez más largas. Esos son los hechos, pero tras de ellos se esconde otra verdad más aterradora. ¿Cuáles son los destinos de los cubanos que emigran? USA y Europa y África y Asia y Australia… y la Luna si fuera posible. Los cubanos que de todo hacen un chistes han inventado el siguiente: “Le dicen a un cubano: Oye no te montes en ese avión que se va a caer! - Donde caiga chico, donde caiga. Déjame a mí, que después yo me las arreglo como pueda; el problema es salir de la isla…” Porque a diferencia de otros emigrantes que siempre van rumbo norte, los cubanos parecen haber perdido el norte y se van en la primera dirección que encuentren. Otro dicho criollo reza: los cubanos no se van para donde quieren, sino para donde pueden. Vale resaltar que, a diferencia de los espaldas mojadas mexicanos que suelen ser iletrados o los incultos africanos que llegan en pateras al sur de España y Canarias que nunca han visto un lápiz; las balsas cubanas van cargadas de ingenieros, médicos, personal calificado de todo tipo, gente con empleo. Parafraseando la triste frase de Fidel Castro pudiéramos decir sin temor a equivocarnos: “los balseros cubanos son los más cultos del mundo”. Basta una sola noche para reabastecer las tiendas cubanas, con recursos reparar la infraestructura de la isla sería cosa de pocos años. Pero lo que si parece ser un daño irreparable, es el menoscabo al sentimiento de cubanía de los cubanos actuales. Y no puede ser de otra forma en una tierra donde se ha instaurado el servilismo hacia el extranjero. Donde ya es algo normal pensar que las soluciones siempre vienen de fuera, una tierra donde el extranjero (ayer los americanos, los rusos, hoy los gallegos) tiene todas las de ganar frente al criollo, donde el foráneo puede invertir y el nacional no, donde de los hoteles y las playas se expulsa a los criollos, donde se castiga a la prostituta nacional y no al que paga por el servicio. Donde el simple hecho de haber nacido en tu tierra se ha convertido en una maldición. No es extraño entonces oir en boca de nuestros niños: “Cuando sea grande quiere ser extranjero”. Ese es el mayor fracaso de la Revolución: La destrucción del sentimiento de cubanía. Cuando nació mi primer niño me dirigí al consulado cubano para gestionar su nacionalidad cubana. Allí me explicaron que después de muchos pagos y tres meses de estancia en la isla podía gestionar su nacionalidad. -¡Ah, pero piénsatelo bien porque una vez otorgada el niño no puede salir! Tiene que solicitar permiso para salir a las autoridades cubanas y no puede esto ni aquello, ni… No, mi hijo nació libre. Es como si a un cimarrón entregase su hijo al dueño de la dotación que lo martirizó. Cuando era chama, mi padre me contaba lo difícil que fue su infancia en los primeros años de la década del treinta: cuando la suerte le acompañaba, comía harina con boniato, cuando la suerte no tocaba se acostaba sin comer. Vendió periódicos desde los siete años y así su vida fue un “pugilateo” constante para sobrevivir. Un día, le interrumpí y le lancé la pregunta: - Viejo ¿y si la cosa estaba tan jodía, por qué no te fuiste a otro país? - el viejo me miró muy serio y casi ofendido me dijo: - Porque yo nací en esta tierra, yo soy cubano. |