El increíble caso de la laptop blindada
y la guerra de los âcontrasâ en los '80
La exuberante correspondencia que el portavoz internacional de las FARC, comandante Raúl Reyes, guardaba en su laptop –un artefacto aparentemente blindado a prueba de bombardeos aéreos– y que fue divulgada a los cuatro vientos por el gobierno colombiano, descorre el velo de sorprendentes operaciones encubiertas que parecen imaginadas por el novelista John Le Carré, maestro de la literatura de espionaje.
Roberto Bardini
Con el telón de fondo de las negociaciones para lograr la libertad gradual de 43 rehenes en poder de la guerrilla desde hace seis años, en la documentación secuestrada por la inteligencia militar colombiana aparecen mercenarios libaneses que ofrecen a las FARC canjear misiles por droga, infiltrados de la CIA y la DEA en el gobierno de Ecuador, un agente de los servicios secretos franceses y la adquisición de uranio para fabricar bombas nucleares.
Según la correspondencia en poder de Reyes, los traficantes libaneses ofrecen una cantidad indeterminada de misiles valuados en 35 mil dólares cada uno e instructores para entrenar a los insurgentes a cambio de 5 mil kilos de cocaína que el cartel de Cali entregaría en México al cartel de Tijuana para transportarlos a Europa.
En los mensajes recibidos por el ex número dos de las FARC se menciona a “un ministro de apellido Bustamante que es de la CIA”, a su “segundo o sucesor de apellido Roldán, que es de la DEA” y a un representante del presidente Nicolás Sarkozy, llamado Noé, que es “de la inteligencia francesa”.
El ministro de Gobierno de Ecuador es Fernando Bustamante, un sociólogo graduado en Chile, con una maestría en Administración Pública de Harvard y un doctorado en Política del Massachussets Institute of Technology (MIT). El subsecretario general de ese ministerio es Juan Sebastián Roldán, de sólo 29 años, master en Ciencia Política por la Universidad de Salamanca (España). Ambos parecen tener perfiles de académicos, no de espías.
El jefe de la policía colombiana, general Óscar Naranjo, aportó algunos párrafos a este relato de intriga internacional cuando el lunes pasado afirmó que en la laptop de Reyes también había datos que comprometían a las FARC en la compra de 50 kilos de uranio para fabricar bombas radioactivas. Naranjo no explicó en qué clase de choza selvática o tienda de campaña móvil se instalaría un laboratorio atómico para armar los artefactos, lo cual elevaría a los rebeldes colombianos a la misma categoría que los ingenieros nucleares israelíes o iraníes.
El vicepresidente colombiano, Francisco Santos Calderón, agregó su grano de arena –o gramo de uranio– al día siguiente, cuando en la Conferencia de Desarme de la ONU, efectuada en Ginebra, sostuvo que las FARC “estarían negociando material radiactivo con el fin de fabricar armas sucias de destrucción y terrorismo”.
El insólito caso de la documentación rescatada de una laptop a prueba de ataques aéreos recuerda a la Operación Demavend, nombre clave de una serie de maniobras internacionales encubiertas en los años 80 en la que Estados Unidos, Israel e Irán negociaron en secreto el intercambio de rehenes por armas y que se conoció como escándalo Irán-contras o Teherángate.
El 3 de noviembre de 1986, el periódico libanés Al Shiraa reveló que Washington había vendido clandestinamente a Teherán –con la intermediación de Tel Aviv– repuestos para aviones, misiles antitanque y equipo electrónico a cambio de la liberación de seis estadunidenses secuestrados en Líbano por el grupo musulmán chií Partido de Dios.
Durante 18 meses, agentes del Consejo Nacional de Seguridad mantuvieron negociaciones secretas con políticos iraníes para que intercedieran ante los fundamentalistas islámicos y lograran la liberación de los rehenes, entre los que se encontraba el jefe de la estación de la CIA en Beirut, William Buckley, capturado en marzo de 1984 y posteriormente asesinado.
La Operación Demavend (nombre de la montaña más alta de Irán) consistió en seis embarques estadunidenses destinados a Irán entre agosto de 1985 y octubre de 1986. El dinero iraní se depositaba en el banco Credit Suisse, de Ginebra. De allí lo retiraban los “contras” nicaragüenses instalados en Honduras y compraban cocaína colombiana. Después, con el respaldo de la CIA y la DEA, enviaban la droga a Estados Unidos a cambio de armamento que utilizaban contra el gobierno sandinista.
El escándalo Irán-contras ocupó a las primeras planas en todo el mundo porque el entonces presidente republicano Ronald Reagan había autorizado la operación a espaldas del Congreso, los políticos, la prensa y los contribuyentes. “Es la más desagradable sorpresa de política exterior de los últimos 25 años”, sostuvo The New York Times el 14 de noviembre de 1986.
La guerra no declarada de Estados Unidos contra Nicaragua desde territorio hondureño dejó 50,000 muertos y pérdidas materiales por 18 mil millones de dólares. Honduras, entonces con apenas cuatro millones de habitantes, tenía la mayor cantidad de campamentos militares y bases aéreas de toda América Latina. En febrero de 1984, el senador demócrata James Sasser, de Tennesee, dijo que era “el país con más pistas de aterrizaje per cápita del mundo”.
El presidente venezolano Hugo Chávez definió a Colombia como “el Israel de América Latina”. Sin embargo, el vecino de Venezuela y principal aliado de Estados Unidos en el continente, cumple hoy en América del Sur la misma función que antes desempeñaba Honduras en América Central.
Ubicada estratégicamente como una cuña entre Ecuador, el norte de la Amazonia y Venezuela, Colombia tiene el segundo ejército más grande de América Latina después de Brasil. Las Fuerzas Armadas cuentan con cerca de 300 mil efectivos y la policía sobrepasa los 400 mil.
Colombia dispone de un presupuesto para seguridad nacional de nueve mil millones de dólares y es el tercer receptor mundial de ayuda militar estadunidense luego de Israel y Egipto. Además, desde 2000 recibe entre 400 y 600 millones de dólares anuales como parte del Plan Colombia diseñado por Estados Unidos hasta 2013.