Un periodista, que más que eso parece agente de la CIA, casi se lamenta de que haya salvado la vida la joven universitaria mexicana Lucia Andrea Morett Álvarez quien, como se sabe, además de sus heridas, sufrió los horrores del despiadado ataque genocida del ejército colombiano sobre un campamento instalado en territorio ecuatoriano, a causa del cual resultaron muertos el comandante Raúl Reyes y algunos de sus compañeros de la Comisión Internacional de las FARC-EP que se encontraban ahí en misión pacifica y diplomática, que tiene que ver con la liberación humanitaria de prisioneros de guerra.
Este sabueso imperialista, aunque reconoce que ese operativo militar violó la soberanía y el territorio del Ecuador, le reprocha a la joven sobreviviente de esta masacre, su condición de intelectual e investigadora progresista, activista de causas tan nobles como la libertad de presos políticos y el respeto a los derechos de los pueblos indígenas, además de ser simpatizante de los movimientos revolucionarios de liberación nacional que existen en México y en Latinoamérica. Responsabiliza de sus inclinaciones políticas -por no decir criminales- al medio familiar, al ambiente universitario, a la prédica de maestros descalificados y a la lectura de libros y manuales inconvenientes.
De igual manera, buena parte de la prensa, la televisión y la radio mexicanas se empeña en justificar al genocida Uribe hasta el grado de la beatificación, como si sus víctimas no fueran seres humanos, sino simples “terroristas y narcotraficantes”, escondidos en un “rincón oscuro del planeta”, que contaban con el apoyo financiero del presidente Chávez de Venezuela y la complacencia de Rafael Correa presidente del Ecuador. El comandante Raúl Reyes ni siquiera tiene en opinión de los fascistas colombianos, la categoría de cadáver insepulto sino de un macabro trofeo en exhibición, igual que los antiguos realistas hicieron con las cabezas de Hidalgo y de Allende que permanecieron por años en las esquinas de la Alhóndiga de Granaditas.
Nadie de estos corifeos repara en el hecho de que, aun cuando se tratara de peligrosos maleantes internacionales, se están refiriendo a seres humanos, a un grupo de hombres y mujeres que fueron sentenciados y ejecutados sin apelación posible por el gobierno y el ejército colombianos; que los asesinos ni siquiera pueden alegar que sus víctimas murieron en combate, porque estos últimos dormían en el momento de la agresión al amparo del territorio y la soberanía del pueblo ecuatoriano. Que por otra parte el gobierno del presidente Correa nunca fue advertido por el agresor de que la presencia del campamento molestara al gobierno de Colombia, que optó de manera unilateral invadir el territorio ecuatoriano para hacerse justicia por su propia mano, al estilo americano.
Si la tesis de Bush, en el sentido de que los terroristas y los narcotraficantes no son seres humanos (aunque en el caso se trata de una fuerza beligerante), ha causado ejecutoria en los medios informativos de México, porque no dicen nada respecto a Luis Posada Carriles, que debiendo estar en un zoológico anda suelto en las calles de las ciudades norteamericanas, entre tanto que, cinco patriotas cubanos sufren en prisiones estadounidenses prolongadas condenas por realizar actividades antiterroristas que dañan frecuentemente a Cuba. ¿Por qué la prensa, la radio y la televisión no hablan del perfil criminal del propio Bush que está liberando a sus cómplices, los narcotraficantes que el gobierno mexicano ha extraditado? ¿Por qué no se nos dice en que ambiente familiar, cantina o escuela ha ido adquiriendo sus instintos genocidas?.
En el fondo de todo esto está el petróleo que lava todos los pecados del mundo.
Los Estados Unidos que son los más voraces consumidores de petróleo, hace tiempo que agotaron sus yacimientos. Por eso disponen del combustible mexicano que pagan a precios inferiores a los del mercado internacional. Para apoderarse de las inmensas reservas petroleras de Irak, invadieron militarmente a este país, con el pretexto de que poseía armas de destrucción masiva, que por cierto nunca encontraron. La resistencia heroica de este pueblo mártir ha evitado que los gringos dispongan de la riqueza petrolera de aquella región. Ahora van por el petróleo de Venezuela que posee los más ricos yacimientos del mundo. Para ello necesitan la guerra y le han ordenado al gobierno títere de Colombia que la provoque. Este último, ni tardo ni perezoso ordenó la masacre de varias decenas de seres humanos acampados en territorio ecuatoriano.
Este acto monstruoso y genocida, que viola además la soberanía de un país hermano, es particularmente grave porque tiende a enfrentar entre si a los pueblos hermanos de la propia Colombia, Venezuela y Ecuador.
Por fortuna esta escalada imperialista de provocaciones y agresiones que conducía fatalmente a la intervención militar de los Estados Unidos en la zona, ha sido frenada por la “Cumbre de Rio” que se reunió en Santo Domingo, donde los presidentes de América Latina condenaron la violación del territorio y la soberanía de Ecuador a manos del ejército colombiano y obtuvieron las seguridades de que ese atropello no se repetiría. La enorme mayoría de presidentes americanos encadenó al genocida Uribe en el banquillo de los acusados y consideró a las FARC como un ejército insurgente y beligerante y no como una organización terrorista.
Este acto de solidaridad de los países latinoamericanos con Ecuador y Venezuela y en contra de la agresión imperialista hace mucho tiempo que no se daba en estos foros internacionales, por lo que resulta histórico.
Todo ello se logró gracias a la firme y enérgica posición del Presidente Correa y a un discurso memorable del Presidente Hugo Chávez, quien denunció los planes de Bush y Uribe de regionalizar el conflicto para luego invadir la zona militarmente y llevarse el petróleo venezolano, manejando siempre un tono prudente y pacifista y empleando un lenguaje fraterno y unitario que conmovió a sus colegas.
Por esta vez, no hubo petróleo para lavar los crímenes del imperialismo. Los medios nacionales ya pueden condolerse de la muchacha herida y de los jóvenes mexicanos masacrados junto al comandante Reyes.
Salvador Castañeda O'Connor
Director de Unidad Comunista, Integrante de la Dirección Colectiva del Partido de los Comunistas de México.