El bloqueo a Cuba y la guerra inconclusa (1ra parte)
Por Ulises Estrada Lescaille
En el artículo “A pesar del bloqueo” que escribí en Granma Internacional el 2 de junio de 1991, recordaba que…mientras el Congreso de los Estados Unidos de América, en su ley pública 87/733 y apelando al Tratado de Río de 1947, cuando se refiere a “un ataque armado contra cualquier Estado americano”, expresaba la determinación del gobierno norteamericano de hacer uso de las armas contra la mayor isla del Caribe por sus vínculos militares con potencias comunistas extracontinentales y su identificación con los principios de la ideología marxista leninista, en ocasión del genocida ataque de sus incondicionales socios británicos contra la República Argentina, la Casa Blanca se puso al lado de los agresores mientras Cuba se mantuvo decididamente al lado y en defensa del pueblo argentino.
Tan solo quince días después de instalada en el poder la Revolución Cubana, Estados Unidos comenzó su campaña de difamación y presiones contra Cuba, incluyendo los primeros intentos para asesinar âhasta hoy suman más de 600â al Comandante en Jefe Fidel Castro en el propio enero de 1959, por el ciudadano norteamericano Allen Robert Meller, cuando enviado por la CIA se infiltró en la isla en una avioneta y fue capturado por los órganos de la Seguridad; la temprana supresión de la cuota azucarera y el suministro de petróleo, y la negativa a refinar el que Cuba compraba a la antigua URSS.
Estas acciones estaban dirigidas a desestabilizar al joven gobierno cubano y apoderarse nuevamente de la isla, que había sido intervenida militarmente en 1898 durante la contienda cubano-española. En la coyuntura en que ya el Ejército Libertador tenía prácticamente derrotado al ejército ibérico, EE.UU. implantó una República mediatizada en 1902, con la Enmienda Platt, y la ocupación del territorio de la Base Naval de Guantánamo y todo lo demás.
Desde entonces se sometieron unos tras otros los gobiernos cubanos a las decisiones políticas de Washington, mediante el predominio del capital monopolista norteamericano sobre todos los renglones de la economía nacional, mientras instructores y recursos estadounidenses fortalecían cada vez en grado mayor a un ejército presto a actuar en “los casos necesarios”, para que sirviera de verdadero garante de esos intereses espurios.
Machado y Batista fueron dos de los más sobresalientes lacayos de la administración yanqui, valiéndose de la tortura, el asesinato y la represión política y social de la población cubana y sus instituciones más representativas, con el apoyo directo de la CIA, el FBI, el Ejército y otros órganos de Seguridad estadounidenses.
Esta situación cambió radicalmente el 1ro de enero de 1959. El 3 de febrero de 1962, el presidente John F. Kennedy firmaba el Decreto No 3447, relativo al embargo sobre el comercio con Cuba, a partir de la supuesta vinculación y subordinación cubana a la URSS y el entonces llamado campo socialista.
Es bueno recordar que el pueblo cubano se ha visto agredido mediante el alzamiento en nuestras montañas de bandidos mercenarios, entrenados, financiados y dirigidos por la CIA, así como acciones piratas por nuestras costas y por aire, sabotajes y asesinatos, que costaron la vida a cientos y cientos de niños, mujeres y ancianos inocentes, y, hasta la fecha, con la política de diversionismo ideológico dirigida por la Sección de Intereses de Estados Unidos y su jefe, el vándalo James Cason, apoyado por los mercenarios que llaman âdisidentesâ, así como con la reciente ola terrorista contra hoteles y restaurantes de nuestra capital, que entre otras segó la vida del joven turista italiano Fabio di Celmo.
Los gobiernos norteamericanos subsiguientes nunca han aceptado que las medidas aplicadas ilegalmente contra Cuba constituyen un bloqueo económico, financiero, diplomático y político. Ellos mantienen la tesis de que se trata de un embargo.
Según el Webster's Dictionary, el embargo es la orden de un gobierno que prohíbe la salida de barcos mercantes de sus puertos y asimismo el comercio, mientras que el bloqueo es una medida restrictiva dirigida a obstruir el comercio internacional y las comunicaciones de una nación inamistosa.
En primer lugar, Cuba no ha sido ni será una nación inamistosa del pueblo norteamericano. Por otra parte, a pesar de ello, se ha mantenido bloqueada por siete gobiernos estadounidenses durante 42 años, sin contar las acciones inamistosas, de total aislamiento y terroristas mantenidas contra ella mucho antes del Decreto 3447 de Kennedy.
Desde que el 31 de enero de 1962, y a propuesta del delegado estadounidense Dean Rusk, la OEA, por mandato yanqui, excluyó a Cuba de esta organización, quedó suspendido el comercio bilateral con los países de la región, en lo cual se contaban medicamentos y alimentos, entre otros importantes renglones. Las relaciones económicas y comerciales con esta región, incluyendo Estados Unidos, significaban para la isla ventajas apreciables en el intercambio comercial.
La Enmienda Mack estuvo dirigida en julio de 1991 a reafirmar la internacionalización del bloqueo, más tarde recrudecido por la Ley Torricelli y ahora por el nuevo plan Bush aprobado por la “Comisión para asistir a una Cuba Libre”, que dirigió nada menos que el secretario de Estado Collin Powell, y constituye la más descarada intervención en la vida interna de una nación, con el auspicio y ejecución por parte de la potencia más poderosa del mundo. Su objetivo es doblegar la voluntad del pueblo cubano de defender hasta con los dientes su Revolución, sin descartar como conclusión de este macabro plan, la agresión militar.
Comenzaron acusando a Cuba de constituir un peligro para la seguridad nacional de Estados Unidos por mantener un gobierno comunista sometido a los intereses de la Unión Soviética, cuando la realidad era totalmente otra.
En el propio año 1959, en la búsqueda de una mayor independencia económica, Ernesto Guevara y otras delegaciones cubanas sostenían negociaciones con Japón, India, Indonesia, Paquistán, Iraq, Egipto, Sudán, Yugoslavia y Checoslovaquia, mientras se prorrogaban los acuerdos comerciales con Suecia y Dinamarca.
Cuba mantenía además, una actitud receptiva en relación con el interés mostrado por empresarios ingleses, canadienses, holandeses y búlgaros para fomentar sus relaciones comerciales bilaterales.
Paralelamente fueron aplicándose en lo interno diversas medidas que solo una Revolución verdadera podía llevar a la práctica, aun con el conocimiento de que no serían del agrado del hasta entonces âamo yanquiâ: se promulgó la Ley de Reforma Agraria, se generalizó el sistema de educación y salud con carácter popular y gratuito, se redujeron los precios de servicios básicos a la población, se aplicó la reforma urbana, se garantizó la igualdad de la mujer y la igualdad racial desde el punto de vista oficial, entre otras tantas medidas que se correspondían con lo prometido por Fidel en su alegato âLa Historia me Absolveráâ, todo lo cual contribuyó ampliar y fortalecer la base popular de una Revolución que se declaraba âde los humildes, por los humildes y para los humildesâ, según declarara Fidel Castro.
Cuba no dirigía su política solamente a ampliar su comercio exterior con los países de economía de mercado. Paralelamente realizaba negociaciones con la Unión Soviética, Polonia, la República Democrática Alemana, Rumania, Hungría, la República Democrática Popular de Corea y la República Popular China.
El 18 de julio de 1960, luego de una negociación comercial y en gesto amistoso, la URSS compraba a Cuba las 700 mil toneladas de azúcar correspondientes a la cuota que Estados Unidos le había suprimido. El Che, durante su visita a Moscú, firmaba acuerdos bilaterales, entre ellos la venta de 2.5 millones de toneladas de azúcar y el otorgamiento de un préstamo de 100 millones de dólares.
En agosto el Gobierno Revolucionario respondió a las agresiones económicas nacionalizando las empresas en poder de los consorcios norteamericanos, desarrollando además, sin temor alguno, una política independiente en lo político, económico y en apoyo a la lucha de liberación nacional de los pueblos del Tercer Mundo.
Meses después, el gobierno demócrata de Kennedy se había encontrado en su llamado “traspatio latinoamericano” con una Revolución que no aceptaba presiones ni injerencias y se había convertido en ejemplo de las fuerzas revolucionarias y progresistas del Tercer Mundo, y para aniquilarla aprobó el Plan de Eisenhower de invadir a la isla con mercenarios cubanos, invasión que fue derrotada en menos de setenta y dos horas con todo el pueblo movilizado y armado en defensa de la Revolución.
Guanajo, dejate de comer mierda. Y alguna vez en tu puta vida ponte a LEER.
Luego te mandare la seguna parte, sino descargala tu mismo.
Ernesto.