Foto arriba: Tapa del libro «Andanzas de Atahualpa Recio», en que el joven reportero ecuatoriano aparece entrevistando a Fidel Castro en 1958.
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El último periodista asesinado en Cuba fue el reportero ecuatoriano Carlos Bastidas Argüello, 23, muerto en La Habana el 13 de mayo de 1958, hace 50 años, mientras cubría las acciones urbanas y guerrilleras de las fuerzas rebeldes que lideraba Fidel Castro desde la Sierra Maestra.
La Unión de Periodistas de Cuba (UPEC) rendirá tributo a la memoria del corresponsal, quien usaba el seudónimo de “Atahualpa Reccio”, con unas jornadas que comenzarán el lunes 12 de mayo, 10 am, con el coloquio internacional “Por el respeto a la vida de los periodistas”, con la participación del sociólogo estadounidense Peter Phillips, director del Proyecto Censurado de la Universidad Sonoma State, de California, y del periodista chileno Ernesto Carmona, secretario ejecutivo de la Comisión Investigadora de Atentados a Periodistas (CIAP) de la Federación Latinoamericana de Periodistas (FELAP) y consejero nacional del Colegio de Periodistas de Chile.
También intervendrán los periodistas cubanos Eduardo Dimas, analista internacional de la TV; Ana Teresa Badia, de Radio Rebelde; Marina Menéndez, del diario Juventud Rebelde; Bárbara Betancourt, de Radio Habana Cuba; Hugo Ríus Blein, de la Agencia Prensa Latina; y el canadiense Jean Guy Allard, del periódico Granma Internacional.
Foto arriba: derecha, Ernesto Carmona y Peter Phillips, en la Universidad Sonoma State. Izquierda: Tapa del informe del Proyecto Censurado 2007.
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Peter Phillips dirige un equipo multidisciplinario que rastrea las noticias más ocultadas, censuradas o autocensuradas por la gran prensa de EEUU, en una tarea iniciada hace 32 años, cuando los grandes diarios no publicaban todo lo que sabían sobre el affaire Watergate. El Project Censored publica todos los años un informe con las 25 noticias “más censuradas” y trabajos académicos sobre la concentración de la propiedad de los medios, análisis de contenido de los grandes diarios sobre temas como la estigmatización anti-periodística de los Cinco Cubanos encarcelados desde hace casi una década en EEUU por combatir al terrorismo de Miami, los vínculos entre los dueños de la gran prensa y los propietarios de las mega corporaciones transnacionales y el poder político en EEUU y otras cuestiones de carácter pítico y económico que atañen a la libertad de expresión y al derecho de los ciudadanos a estar oportuna y verazmente informados por los medios información.
Concluido este encuentro se descubrirá una placa en memoria de Bastidas Argüello en la Casa de la Prensa, sede de la UPEC en La Habana. A las 4 pm se lanzará el libro “Andanzas de Atahualpa Reccio, del periodista cubano Juan Marrero sobre la vida del reportero ecuatoriano. El martes 13, 10 am, periodistas cubanos y visitantes extranjeros peregrinarán hasta la Necrópolis de Colón, donde reposan los restos de Bastidas, en tanto a las 4 pm habrá un solemne homenaje al reportero en el Memorial José Martí, La Habana. Estas actividades forman parte de la conmemoración local del Día Mundial de la Libertad de Prensa.
¿Quién fue Carlos Bastidas Arguello?
Carlos Bastidas Argüello, quien estudió periodismo en EEUU, cubrió los acontecimientos de Hungría en 1956 y, como enviado especial de distintos periódicos del Ecuador, asistió a las caídas de los dictadores Gustavo Rojas Pinillas (1957), en Colombia, y de Marcos Pérez Jiménez (1958), en Venezuela, según el libro, de Marrero.
Vinculado a movimientos democráticos y progresistas de Ecuador, sus artículos en diarios de Guayaquil y Quito, defendieron a los indígenas, los pobres y los excluidos. Cuando llegó a La Habana estableció vínculos con el clandestino Movimiento 26 de Julio que permitieron su arribo a la Sierra Maestra, donde entrevistó a Fidel Castro. Bastidas recorrió el mismo camino que hicieran otros periodistas latinoamericanos, entre ellos el argentino Jorge Ricardo Masetti. Por esa época, Bastidas preparaba un libro sobre la caída de las dictaduras militares en América Latina, y preveía el fin inminente de Fulgencio Batista.
El joven periodista colaboró con la incipiente Radio Rebelde. Mientras permaneció en el territorio liberado por las guerrillas se identificó ante los oyentes de la emisora rebelde como “Atahualpa Recio”, el inca que resistió a los colonialistas españoles. Masetti, que coincidió con Bastidas en la Sierra Maestra, relató en su libro “Los que luchan y los que lloran” que el reportero ecuatoriano fue cautivado por la magia de la Revolución, involucrándose con los rebeldes como un luchador más, tal como lo hiciera dos décadas antes el periodista estadounidense Ernest Hemingway, quien dejó de lado la imparcialidad del corresponsal de guerra y la “objetividad periodística” para colaborar con las fuerzas republicanas durante la guerra civil de España.
Asesinato en La Habana
De regreso en La Habana, Bastidas fue asesinado el 13 de mayo de 1958, en un bar de Prado y Neptuno, donde el periodista esperaba un contacto con el Movimiento 26 de Julio, en vísperas de su partida de Cuba. Lo mataron los mismos agentes batistianos que participaron en la muerte del dirigente político Pelayo Cuervo Navarro, el 13 de marzo de 1957.
El asesinato quedó impune. Hubo una farsa de juicio donde por lo menos se estableció que el asesino cumplía órdenes de Pilar García, uno de los más sanguinarios jefes militares de la tiranía. El cadáver del reportero permaneció retenido tres días, hasta que lo rescató el Colegio de Periodistas de Cuba, al que el reportero pidió protección apenas llegó a La Habana. La repercusión internacional obligó al régimen a entregar después una versión amañada del crimen.
La UPEC, fundada en 1963, consiguió que los restos de Bastidas fueran trasladados en 1997 al Panteón de los Mártires de la Independencia, en la Necrópolis de Colón, donde también reposan los combatientes internacionalistas caídos en Angola.
El 50º aniversario del asesinato de Carlos Bastidas coincide con el medio siglo de Radio Rebelde. “La UPEC concibió este programa de actividades inspirada e un profundo respeto a la integridad física y moral de los profesionales del periodismo, para que las nuevas generaciones de periodistas conozcan y profundicen en el pensamiento y acción de este hombre latinoamericano que vivió comprometido con la causa a favor de la independencia y la libertad de nuestros pueblos”, explicó su presidente, Tubal Páez.
Asesinatos de periodistas en América Latina y el Caribe
Bastidas fue el último periodista asesinado en Cuba, pero su muerte nunca fue condenada por organizaciones tipo Reporteros Sin Fronteras ni la Sociedad Interamericana de Prensas (SIP), como tampoco ocurre hoy con la desaparición, torturas y asesinatos de casi un millar de periodistas latinoamericanos durante las últimas cuatro décadas. Sólo entre enero y abril de 2008 fueron asesinados 15 periodistas en América Latina y el Caribe, según informó la Comisión de Atentados a Periodistas (CIAP) de la Federación Latinoamericana de Periodistas (FELAP).
El país más golpeado en los cuatro primeros meses de 2008 fue México, con cinco periodistas muertos: Francisco Ortiz Monroy, acribillado por sicarios el 5 de febrero 2008 en Camargo (Tamaulipas); Bonifacio Cruz Santiago, asesinado junto con su hijo Alfonso Cruz el 8 de febrero en Chimalcahuacán (Estado de México) –Cruz padre era director del periódico “El Real” y su hijo, jefe de redacción–; Felicitas Martínez Sánchez y Teresa Bautista Merino, de 21 y 24 años, respectivamente, ambas de la etnia trique y de la radioemisora comunitaria “La Voz que Rompe el Silencio”, muertas por disparos el 7 de abril en San Juan Copala (Oaxaca).
También asesinaron periodistas en Argentina (Juan Carlos Zambrano), Bolivia (Carlos Quispe), Brasil (Walter Lessa), Colombia (Manuel Arturo Macías Correa), Ecuador (Carlos Navarrete), Guatemala (Hugo Arce), Honduras (José Fernando González), Panamá (Eliécer Santamaría) y República Dominicana (Manuel Castillo).
Esta estadística fatídica resulta superior a la mitad de los 27 asesinatos de periodistas acaecidos en los 12 meses de 2007, en México (nueve hombres de prensa), Brasil, Colombia, El Salvador, Guatemala, Haití, Honduras, Perú, Paraguay y Venezuela. Asimismo, son incontables las amenazas de muerte, los atentados fallidos y golpizas a los trabajadores de prensa. El asesinato impune de periodistas independientes y de pequeños y medianos medios es uno de los manifestaciones más graves la precariedad de la libertad de expresión en América Latina y el Caribe, cuyos sistemas informativos están dominados por los grandes diarios de la SIP y las corporaciones mediáticas transnacionales, cuyo personal periodístico rara vez padece agresiones.