60 años de un Estado Nazi El 25 de enero de 1853, frente al parlamento inglés, George Gauler dijo: “La Divina Providencia ha situado a Siria y Egipto en la vía entre Inglaterra y las más importantes regiones de su comercio exterior colonial… Por ello, llama a Inglaterra a ocuparse enérgicamente de crear condiciones favorables en esas dos provincias… debe poner manos a la obra de renovación de Siria por mediación del único pueblo cuya energía puede ser utilizada constante y eficientemente, por mediación de los verdaderos hijos de esa tierra, los hijos de Israel”. Esta fue una de las primeras apariciones públicas del sionismo. Así comienza, quizás, la historia del Estado de Israel que nace recién en 1948. El congreso fundacional de la Organización Sionista se realizó 51 años antes del nacimiento de lo que hoy conocemos como Israel. Surgía fruto de una política del imperialismo frente al auge del nacionalismo árabe, con epicentro en Palestina. Esto, también, explica el interés de los capitalistas judíos y el imperialismo en colonizar esas tierras, desplazando a los palestinos e imponiendo un Estado gendarme. Necesitaban hacer pie en el impenetrable oriente medio, y combatir el nacionalismo árabe que tenía fuertes elementos antiimperialistas. Pero había otra razón de peso: el movimiento obrero y socialista no paraba de crecer en Europa. Surgían los primeros partidos obreros de masas, y los sindicatos aumentaban su poder y organización. Esta realidad era vista con espanto por la burguesía. Los trabajadores judíos ocuparon un importante papel en este proceso, ya que eran víctimas por partida doble: sufrían la explotación capitalista, pero también la persecución de las bandas de ultraderecha antisemita. Por eso Teodoro Herzl -el fundador del sionismo- plantea que no solucionar la “cuestión judía” era entregar al pueblo judío a los “partidos subversivos”. Sonaba la voz de alarma porque los más importantes dirigentes revolucionarios, de la época, eran judíos. León Trotsky, Rosa Luxemburgo, Kamenev, Zinoviev, Radek, son sólo algunos ejemplos. Para contrarrestar esta situación el imperialismo dio gran impulso y financiamiento al movimiento sionista. De lo que se trataba era de convencer a los trabajadores, artesanos y pequeños comerciantes judíos, de migrar hacia la “tierra santa”, o la “tierra prometida”. Para ello utilizaron una consigna: “un pueblo sin tierra para una tierra sin pueblo”. Omitieron decir que en el territorio palestino sí había un pueblo: el pueblo árabe, que desde hacía doce siglos convivía allí junto a sectores del pueblo judío y cristianos.
La fundación de Israel
El 14 de mayo de 1948 se funda oficialmente el Estado de Israel. Había terminado la II Guerra Mundial. El establecimiento de este nuevo Estado, se basó en el desplazamiento por la fuerza de millones de palestinos asentados, y la llegada de cientos de miles de colonos judíos, principalmente de los países de Europa oriental. Pero, no fue de un día para el otro, miles de colonos judíos habían ido llegando a Palestina durante décadas. A tal punto que el primer kibutz se funda en 1909, intentando mostrar un ejemplo de colectivización socialista cuando en realidad eran centros de control de colonización y defensa de ella. Por aquel tiempo Palestina se encontraba bajo la ocupación y el mandato británico (1918-1948). El antecedente directo a la invasión se da el 29 de noviembre de 1947 cuando la ONU vota la partición de Palestina en dos Estados: uno sionista y otro árabe. Votación que provocó la justa cólera del mundo árabe pero que, en ese momento, no se concretó.
La complicidad de los Partidos Comunistas
En 1948 el pueblo palestino se encontró con un hecho consumado. La idea de “la tierra prometida” de los sionistas era abrazada por Estados Unidos e Inglaterra que en ese momento decidían con Stalin el reparto del mundo. Necesitaban una Palestina occidental, sin árabes. Nuestra corriente, plantea en “Israel, historia de una colonización”: ‘Para realizar estos planes dignos de Hitler, sólo había un método: el que usaba Hitler. Y se usó… De esta forma al firmarse el armisticio a principios de 1949, aproximadamente un millón de palestinos habían sido expulsados de sus tierras.” La burocracia estalinista comparte la responsabilidad con los imperialistas capitalistas respecto a la creación de un Estado racista y colonial que negó y niega los derechos democráticos y nacionales del pueblo palestino. La URSS no desvió la mirada, sino que vio en forma complaciente el surgimiento de este nuevo Estado presionando a la “porción del mundo” que le respondía para que apoyaran a Israel. Mientras el sionismo era apoyado fervientemente por el estalinismo y la socialdemocracia, los trotskistas planteábamos “¡Abajo la partición de Palestina!, ¡Por una Palestina árabe, unida e independiente!, con plenos derechos de minoría nacional para la comunidad judía, ¡Abajo la intervención imperialista en Palestina!, ¡Fuera del país todas las tropas extranjeras, los ‘mediadores y observadores’ de las Naciones Unidas!, ¡Por el derecho de las masas árabes a disponer de ellas mismas!, ¡Por la elección de una Asamblea Constituyente con sufragio universal y secreto!”. El Grupo Trotskista Palestino señalaba que la creación del Estado judío generaría una completa sumisión del sionismo a los intereses de Estados Unidos que conseguía la excusa para intervenir militarmente en Medio Oriente cada vez que lo creyera conveniente. El mismo alerta realizaba nuestra corriente en Argentina. No era fácil, muchos grupos de izquierda e intelectuales nos acusaban de racistas. Moreno contestó, “sí, la izquierda sionista me acusa de antisemita, porque sostengo que es necesaria la destrucción del Estado sionista… Como marxista, parto de la base de que el proletariado de una nación que explota y oprime a otra… no puede liberarse. La clase obrera judía es heredera de una gloriosa tradición en la lucha de clases... Pero ese proletariado no podrá seguir hasta el fin… mientras no se ponga de parte de los palestinos y los árabes, que son reprimidos, perseguidos, y esclavizados por el Estado de Israel …Eso de llamarnos antisemitas es una trampa para incautos. Es como decir que un alemán que quería la derrota de la Alemania nazi era antialemán. La pregunta a responder con respecto a las relaciones entre pueblos, razas, naciones y clases es muy sencilla: ¿quién oprime, quién es el oprimido? la respuesta es tan sencilla como la pregunta: estamos contra los opresores y a favor de los oprimidos. Defendemos a muerte a estos últimos, sin dejar de señalar, cuando es necesario, los errores de su dirección.”
La receta nazi en Israel
Ya desde la ocupación británica, se promulgan leyes de emergencia que marcarían el carácter que tendría y tiene Israel. Así se sancionó la “Ley de ausencia”, según la cual el árabe que se hallara “ausente” perdía todos sus bienes. La “Ley del retorno”, por la cual el sionismo coincide con los antisemitas en considerar a los judíos como una “raza” y por tal razón, cualquier judío, en cualquier lugar del mundo, tiene el derecho a “regresar” a Israel y ser ciudadano, mientras un palestino expulsado no tiene derecho ni a regresar, ni a la ciudadanía. El dirigente sionista Jacob Shapira dijo: “Estas leyes no tienen equivalente en cualquier país civilizado, ni siquiera en la propia Alemania nazi. Son leyes que sólo se aplican a un país ocupado… Ninguna autoridad se puede permitir la promulgación de leyes tan inhumanas.” Pero, las leyes siguieron vigentes y él las aplicó cuando fue ministro de Justicia… Además, hay un grupo de leyes aplicadas después de la guerra de 1967, en las que se plantea que los árabes están bajo un “gobierno militar” que tiene derecho a “transferir y expulsar a los habitantes de las zonas, tomar y conservar en su poder cualquier bien, artículo u objeto, practicar pesquisas y allanamientos en todo momento, limitar el desplazamiento de personas, imponer restricciones en el ámbito del empleo y los negocios, decretar deportaciones, poner cualquier persona bajo vigilancia de la policía… usar libremente la requisición, imponer la ocupación militar a expensas de los habitantes, establecer el toque de queda, suspender cualquier servicio público…” Paradójicamente estas leyes iban en contra de las declaraciones de Derechos Humanos que se firmaron el mismo año del nacimiento de Israel frente a un mundo que, todavía, sufría el espanto de los crímenes de Hitler. Se preparaba un genocidio “legal” contra el pueblo palestino.
La resistencia del mundo árabe
Aunque hemos omitido la gran historia de resistencia del mundo árabe, cabe destacar que el pueblo palestino ha dado batalla desde el surgimiento de este Estado nazi. Si bien cada uno de los conflictos, tanto bélicos como diplomáticos, merece un análisis particular los enumeraremos para reflejar, aunque más no sea, una parte de la historia. En 1949 se da la primera guerra árabe-israelí en donde el imperialismo y el sionismo salen victoriosos logrando más territorio. Más tarde vendría la crisis por el Canal de Suez; la guerra de los Seis Días y Yom Kippur. En 1964, se crea la Organización para la Liberación de Palestina (OLP). En la década del ’70, Israel junto a Estados Unidos, intentan resolver los conflictos en forma diplomática. Así mientras los palestinos vivían en “verdaderos campos de concentración” Egipto se convierte en el primer país árabe en reconocer al Estado de Israel. En 1982, Israel ataca el Líbano argumentando que allí se preparaban los ataques palestinos. Cinco años más tarde comenzaría la primer Intifada o “rebelión de las piedras”. Intentarían acuerdos como el de Oslo y hasta llegarían a crear un pseudo Estado Palestino en el ’88. A lo largo de toda esta historia de resistencia, nuestra corriente se puso al servicio de la lucha palestina. Durante décadas se han organizado todo tipo de acciones solidarizándonos. Luchadores de Palestina o del Líbano han estado presentes en distintos actos del MST. Por esta senda, seguiremos transitando sabiendo que la causa del conflicto en medio oriente se encuentra fácilmente en la creación y permanencia del Estado nazi de Israel. Parafraseando a Moreno la solución “es simple y concreta: lo primero e inmediato es restituir al pueblo oprimido su tierra y sus derechos nacionales y democráticos. Al mismo tiempo, garantizar a todos los judíos que quieran vivir en paz y fraternidad con los árabes y sin explotarlos, a todos los judíos que no quieran ser carne de cañón de Dayán y el imperialismo yanqui, la completa igualdad de derechos democráticos como ciudadanos de un Estado Palestino laico y no racista”
|