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General: RECTIFICACION IMPRESCINDIBLE
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De: charolitos (Mensaje original) |
Enviado: 10/06/2008 03:35 |
SOCIALISMO , UTOPIA MUERTA DE LA IZQUIERDA DECADENTE . |
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De: Gran Papiyo |
Enviado: 10/06/2008 05:55 |
No digas gansadas, Charolito. El Socialismo està màs vivo que nunca como proyecto humano. Cuanta mayor sea la injusticia social y màs grandes las desigualdades, màs hombres y mujeres enarbolaràn las banderas de la lucha por un mundo mejor. El Socialismo es absolutamente necesario para la preservaciòn de nuestra especie y la salud del planeta. Si no racionamos y repartimos la torta equitativamente, en poco tiempo no quedaràn ni las migas. SALUDOS REVOLUCIONARIOS (Gran Papiyo) |
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De: Azali5 |
Enviado: 10/06/2008 08:11 |
Del socialismo unos ladrones lo estan matando, y los cretinos que le creen a los ladrones hacen de enterradores de todo lo bueno que puede tener el socialismo. |
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De: charolitos |
Enviado: 10/06/2008 10:26 |
Señor Papiyo , quizas usted tenga razon y el socialismo este vivo , pero solo como proyecto , de ahi a que se materialice es comode la realidad a la utopia , porque hasta ahora solo ha sido un experimento que ha costado millones de vidas , pienso que lo mas practico y humano hubiera sido probarlo antes en ratones o cobayos . En los años sesenta mas de la mitad de la humanidad estaba bajo este sistema y los numerosos movimientos en toda una serie de paises de Europa , Africa , Asia y sobretodo America Latina , apuntaban a que en breve tiempo el mundo entero seria socialista . Pero la historia ha sido otra , todo eso se fue a la mierda y solo queda de ellos Cuba y dos o tres mas donde la libertad de prensa , de movimientos , de disentir y hasta la de pensar , estan suprimidas . No señor , ni en su republica bananera del cono sur hay suficientes hombres honestos para conformar un gobierno socialista incorruptible , un gobierno en el cual no se culpe de sus fracasos a los reales o supuestos enemigos , ese es el sociaismo que hasta ahora se le ha brindado a los pueblos para anteponerse al capitalismo , y han fracasado , no creo que en un futuro la cosa sea diferente . Si cuando usted dice que yo hablo "gansadas" , me imagino que eso traducido al cubano quiere decir "hablar mierda" , pues entonces le devuelvo la pelota . Usted me recuerda al fanatico que con su equipo perdiendo en el minuto 89 por 3-0 , se hacen de la pelota y les grita "arriba muchachos que le vamos a hacer 4 goles" , eso es como decimos en en Cuba optimismo en Strike . |
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De: Gran Papiyo |
Enviado: 10/06/2008 12:42 |
porque hasta ahora solo ha sido un experimento que ha costado millones de vidas (Charolito) Serìa màs saludable que te pusieras a contabilizar las vidas que se ha cobrado el Capitalismo. Y cuando tengas los nùmeros, seguimos hablando. SALUDOS REVOLUCIONARIOS (Gran Papiyo) |
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De: Azali5 |
Enviado: 10/06/2008 14:57 |
No figurate, si hablamos de contar maiz , es mejor contar rabanos, asi es como los papiyones se quitan de responder las preguntas incomodas..dan asco. |
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De: cruzylovesmirkgurl83 |
Enviado: 10/06/2008 17:13 |
Charolitos, muy bien puesta |
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De: Gran Papiyo |
Enviado: 10/06/2008 19:28 |
No figurate, si hablamos de contar maiz , es mejor contar rabanos, asi es como los papiyones se quitan de responder las preguntas incomodas..dan asco. (Azali) Vos vivìs con asco. Deberìas analizar lo que te estàs llevando a la boca. Ahora decime : què pregunta "incòmoda" quedò sin responder ?????? SALUDOS REVOLUCIONARIOS (Gran Papiyo) |
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De: Azali5 |
Enviado: 10/06/2008 21:44 |
querer negar los muertos de stalin, polpot, o como se escriba, etc, y un monton de asesinos que de rojo tienen la sangre que derramaron sus pueblos, o quizas no negarlo, pero enseguida sacando los muertos del mundo, hasta los de la peste bubonica, excusas , EXCUSAS y mas excusas para no queres exponer la historia tal como es. |
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De: maikohara4 |
Enviado: 10/06/2008 21:44 |
Solamente en Afganistan e Irak ya han muerto 1,600 000 civiles inocentes,sin contar los soldados estadounidenses,y los mercenarios que no tienen nombres,ni nacionalidad,contratados por los gringos.... Na que si un comunista mata a un ciudadano,las ratas diran que mato a un pueblo,si el imperialismo mata millones de ciudadanos,las ratas diran...mejor no comento. El silencio es la inmoralidad de una rata. |
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De: matilda |
Enviado: 11/06/2008 03:59 |
Creo que te respondieron Azali...te enteraste? mati |
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De: Azali5 |
Enviado: 11/06/2008 07:59 |
Comparando algunos con Hitler Hitler (22 millones entre 1933 y 1945) Stalin (21,5 millones entre 1929 y 1953) Pol Pot ( dos millones entre 1975 y 1979) Mao Zedong fue responsable de la muerte de más de 30 millones de personas en tiempos de paz, más que ningún otro líder del siglo XX. |
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De: Azali5 |
Enviado: 11/06/2008 11:59 |
A Kang Kek Ieu le llaman Duch. Profesión: profesor de matemáticas y genocida. Hoy espera en una prisión de Phnom Penh, custodiado por la ONU, pagar por sus crímenes: el exterminio de la clase intelectual camboyana, unas 17.000 personas, entre los años 1975 y 1979, durante el sanguinario régimen de los 'jemeres rojos'. Duch, profesor de matemáticas, exterminó durante 40 meses a toda la clase intelectual camboyana con precisión matemática en la escuela de Tuol Sleng, en el corazón de Phnom Penh. En su entrevista con Valerio Pellizari, publicada por La Repubblica, habla en voz baja, con respeto, pero al mismo tiempo su voz se despliega sin incertidumbres ni sumisión. Parece como si estuviera recitando un mantra, una plegaria budista, pero en realidad lo que se oye es la banda sonora de una pesadilla cargada aún de interrogantes. Es imposible identificar su aspecto humilde, anónimo, casi grácil, con el papel de verdugo. Entre 1975 y comienzos de 1979, durante el régimen tenebroso y maniático de Pol Pot, dos millones de hombres y mujeres, casi un tercio de la población camboyana, fueron eliminados de una forma brutal. Unos 17.000 dirigentes del partido, diplomáticos, monjes budistas, ingenieros, médicos, profesores, estudiantes y artistas de la antiquísima tradición nacional de música y danza entraron en esa escuela transformada en centro de tortura. Sólo seis lograron salir con vida. Duch es el apodo elegido de joven cuando entró en la guerrilla. Su verdadero nombre es Kang Kek Ieu. Tiene 66 años. Tras la caída de los jemeres rojos, el verdugo se escondió entre sus compatriotas, en los campos de refugiados y en las aldeas, desaparecido como muchos otros en el caos de la posguerra, absorbido por la nada. Se había convertido al cristianismo gracias a los misioneros de la Golden West Christian Church de Los Ángeles. Se descubrió su verdadera identidad en 1998, y fue inmediatamente detenido. El suyo es el testimonio más inquietante de esa locura política proyectada por los jemeres rojos tras la muerte de Pol Pot y de Ta Mok, el carnicero cojo. Hoy está recluido en la cárcel de la ONU, en Phonm Penh, pero durante más de ocho años ha estado en una cárcel camboyana controlada por militares de su país. Esta entrevista es la única autorizada de todo ese periodo. Sin grabadora, sin cámara fotográfica, sin hablar directamente con Duch en francés o en inglés, pero con la mediación obligatoria de un intérprete camboyano. El general Neang Phat, secretario de Estado, y otros generales están sentados en la misma habitación, escuchan y observan a este hombre indefinible e inaprensible. Duch es el perfecto retrato de la banalidad y la inocencia del mal. Pregunta. ¿Cuándo se creó el centro de tortura en la escuela de Tuol Sleng? Respuesta. El 15 de agosto de 1975, cuatro meses después de la entrada de los jemeres rojos en Phnom Penh. Pero en realidad empezó a funcionar en el mes de octubre. P. ¿Usted fue responsable desde el principio? R. Me encargaron que creara el centro, que lo pusiera en funcionamiento, aunque nunca supe por qué me eligieron a mí precisamente. Es verdad que antes de 1975, cuando los jemeres rojos vivían en la clandestinidad, en la jungla, en las zonas liberadas, yo era el jefe de la Oficina 13 y el responsable de la policía en la zona especial que limitaba con Phnom Penh. P. ¿Quién organizaba la vida en el campo, quién decidía los métodos de interrogatorio? R. Los interrogadores procedían en parte de la Oficina 13; eran hombres que habían trabajado conmigo, ex dirigentes de la organización. Y después estaban los que provenían de la División 703, militares, gente que utilizaba la violencia, con métodos brutales. Se puede decir que los carceleros eran de dos tipos, pero la mayoría del personal de la prisión no había sido reclutado por mí. P. ¿Cómo era su jornada en ese lugar? R. Todos los días tenía que leer y controlar las confesiones. Realizaba esta lectura desde las siete de la mañana hasta medianoche. Y todos los días, hacia las tres de la tarde, me llamaba el profesor Son Sen, ministro de Defensa. Le conocía desde que enseñaba en el instituto. Fue él quien me pidió que me uniera a la guerrilla. Me preguntaba cómo iba el trabajo. P. ¿Y después? R. Llegaba un mensajero, un emisario, que recogía las confesiones y las llevaba a Son Sen. Usted sabe que los jemeres rojos habían vaciado la capital. No había población urbana. Las escuelas estaban cerradas; los hospitales, cerrados; las pagodas, vacías; las calles, vacías. Sólo podían moverse poquísimas personas. Estos mensajeros eran el único nexo entre una oficina y otra. Por la noche no dormía en Tuol Sleng. Tenía varias casas y, por razones de seguridad, dormía cada noche en un sitio diferente. P. ¿Tuvo momentos de incertidumbre, dudas, sentimiento de rebelión mientras aniquilaba a toda la clase intelectual de su país? R. Para entender ese mundo, esa mentalidad, tiene que tener presente que la pena de muerte ha existido siempre en Camboya. P. Incluso en los bajorrelieves de los templos de Angkor Wat hay escenas de masacres terribles, pero fueron esculpidas hace muchos siglos. R. Los jemeres rojos habían estudiado en la Sorbona, en París, no eran salvajes incultos. Pero en Tuol Sleng había una convicción difundida y tácita, y no se necesitaban indicaciones por escrito. Yo y todos los demás que trabajaban en ese lugar sabíamos que quien entraba allí debía ser destruido psicológicamente, eliminado de una forma progresiva; no había escapatoria posible. Ninguna respuesta servía para evitar la muerte. P. ¿Alguien por encima de usted pedía su opinión? R. Esos métodos no me convencían desde que trabajaba en la Oficina 13. Pero consideré que entonces existía el pretexto de la lucha revolucionaria, de la clandestinidad, de neutralizar a los espías infiltrados o a los que podían convertirse en espías. Después, cuando comenzó el trabajo en Tuol Sleng, preguntaba de vez en cuando a mis jefes: "¿Pero tenemos que usar tanta violencia?". Son Sen no contestaba nunca. Pero Nuon Chea, el hermano número 2 en la jerarquía del poder, que tenía más autoridad que él, me decía: "No pienses en eso". Personalmente no tenía una respuesta. Lo entendí con el paso del tiempo: era Ta Mok (considerado por todos el jemer rojo más sanguinario) quien había ordenado que se eliminara a todos los prisioneros. Veíamos enemigos, y más enemigos, por todas partes. Cuando descubrí que en la lista de las personas a las que había que eliminar estaba incluso el ministro de Economía, Von Vet, sufrí un choque, una verdadera conmoción. Le interrumpe con rabia el general Neang Phat, que hasta ese momento se había mantenido circunspecto y taciturno. Se quita los zapatos y los calcetines, y le enseña las huellas de la tortura que aún tiene en sus piernas, aunque ya han pasado más de 30 años. "Éramos 4.000 en mi grupo", recuerda, "y sólo sobrevivimos cuatro. Para salvarnos tuvimos que escapar más allá de la frontera. Vosotros, sin embargo, continuasteis torturando y matando". Callan los otros militares. Calla el intérprete. Su padre era el embajador camboyano en China, el país que protegió a Pol Pot. Fue reclamado para que volviera a su país y murió en Tuol Sleng, ese centro de torturas dirigido por ese hombre pequeño con los pies descalzos que ahora está ante él. Duch responde al general, su voz se afianza, se expresa de forma concisa. Junta las manos, se inclina hacia adelante, con el gesto típico de los monjes budistas, y esboza una sonrisa. En Camboya, y en muchas zonas de Oriente, sonreír es muestra de dulzura, de cortesía, pero también de ambigüedad, de incomodidad y a veces de auténtica perfidia. Esta sala rectangular, silenciosa, limpia, bien amueblada, está llena de pesadillas. Fuera hace un día precioso de sol y la temperatura es suave. P. ¿Qué sentía ante ese número creciente de víctimas que usted contribuía a aumentar? R. Me sentía empujado hacia un rincón, como todos en ese engranaje; no tenía opción. En la confesión de Hu Nim, ministro de Información y uno de los dirigentes jemeres más importantes, también arrestado ahora, estaba escrito que la seguridad en una cierta zona estaba garantizada, asegurada. Pero Pol Pot, el hermano número 1, el jefe de todo, no estaba satisfecho con esa afirmación; era demasiado normal, había que sospechar siempre, temer algo, y llegaba la petición: "Interrogadlo otra vez, interrogadlo mejor". P. Lo que significaba sólo una cosa: nuevas torturas. R. Pasaba siempre eso. Por ejemplo, en el caso de mi cuñado. Le conocía muy bien, se había creado una relación auténtica de parentesco, pero tenía que eliminarlo de todas formas; sabía que era una persona estupenda, pero, sin embargo, tenía que fingir que creía en esa confesión conseguida con la violencia. Así que para protegerlo no analicé con demasiado rigor esas declaraciones. Y en esa ocasión mis superiores empezaron a dejar de tener plena confianza en mí. Al mismo tiempo, yo ya no me sentía seguro. P. ¿Qué había pasado en realidad? R. Un día me llamaron a las cinco de la madrugada. No era un horario normal para nosotros. Me dicen que estoy convocado para una reunión en la oficina de los mensajeros. Como he dicho antes, ése era un centro muy importante en el sistema de poder creado por Pol Pot, eran los únicos que podían moverse. Ni siquiera podían salir los diplomáticos de las poquísimas embajadas que estaban abiertas. Mandaban a alguien a la calle, llamaban al soldado que estaba allí cerca, éste escuchaba y después refería lo que había escuchado. P. Es decir, una imposibilidad total de moverse. R. Se habían eliminado las comunicaciones telefónicas en el país, ya no existía el servicio postal. Todas las directrices llegaban y volvían a su lugar de origen mediante esos mensajeros, se notaba mucho una persona en esas calles vacías. P. Y entonces, ¿qué pasó ese día de la llamada telefónica? R. A las cinco de la madrugada cojo una bicicleta y me voy hasta la estación de tren, donde se encontraba esa oficina. Veo una luz encendida en una casa. Pensaba que también para mí había llegado la hora de ser eliminado. Encontraban siempre acusaciones infundadas. Pero, por el contrario, me dicen: "Tiene que ir a tu oficina un mensajero. Cuando llegue arréstalo e interrógalo". P. Usted mantuvo su puesto hasta el último momento. ¿Era un ejecutor perfecto? R. Obedecía. Quien llegaba a nuestro centro no tenía ninguna posibilidad de salvarse. Y yo no podía liberar a nadie. P. ¿Hasta cuándo siguió funcionando el campo de internamiento de Tuol Sleng? R. Hasta el 7 de enero de 1979, cuando las fuerzas de liberación camboyanas, apoyadas por los vietnamitas, conquistaron Phnom Penh. En ese momento, mi superior era Noun Chea, el hermano número 2. P. ¿No existía un plan de emergencia, no había el temor a que los opositores tuvieran ya fuerzas suficientes para derribar el régimen? R. No había ningún plan de fuga, de retirada. Organizábamos todo en el momento. Éramos 300 hombres en Tuol Sleng. Todos juntos nos dirigimos hacia la sede de la radio, que en esa época estaba en una zona bastante periférica. Y a partir de ese momento nos dividimos en dos grupos, cada uno por su camino. P. Desde ese momento, usted desaparece de las crónicas camboyanas, se pierden sus huellas, y un día se convierte al cristianismo. ¿Qué es lo que le lleva a tomar esa decisión? R. Estaba convencido de que los cristianos eran una fuerza, y que esa fuerza podía vencer al comunismo. En la época de la guerrilla yo tenía 25 años, Camboya estaba corrompida, el comunismo estaba lleno de promesas y yo creía en ellas. Sin embargo, ese proyecto fracasó. Entré en contacto con los cristianos en la ciudad de Battambang, con la Golden West Christian Church, con el pastor Christopher LaPelle. P. Parece un nombre francés. R. No, es camboyano. Se llama Danath La Pel. Adoptó ese nombre para difundir mejor el mensaje de Cristo en el mundo. A principios de los años ochenta se fue a Estados Unidos. Y en 1992 volvió a Camboya para ayudar a sus compatriotas a encontrar a Cristo. P. Usted ya no sigue las enseñanzas de Buda. ¿Es cristiano? R. Sí. P. ¿El padre Christopher conocía su vida, su papel en Tuol Sleng? R. Al principio no, pero después de convertirme le conté todo. P. La planicie de Indochina fue el santuario de Pol Pot. Los mismos lugares, cuarenta años después, albergan las iglesias de los misioneros cristianos. R. Significa que otros también han elegido mi camino. P. Usted está ahora arrepentido, pero ¿qué pasa con todos esos miles de víctimas, esa violencia practicada con métodos primitivos, esas mentiras transformadas en verdad? R. Si alguien busca la responsabilidad, y los diferentes grados de responsabilidad, lo único que puedo decir es que no había vía de escape para quien entraba en la máquina de poder ideada por Pol Pot. Sólo los dirigentes conocían la verdadera situación del país, pero los cuadros intermedios la ignoraban. Y además había esa obsesión por el secretismo. Está claro que usted me pregunta si no podía rebelarme, o por lo menos huir. P. Eso es. R. Si intentaba huir, ellos tenían como rehén a mi familia, que habría corrido la misma suerte que los otros prisioneros de Tuol Sleng. Mi fuga, mi rebelión no habría ayudado a nadie. P. Hoy no hay ningún jemer rojo, entre los jefes de ese régimen, como Khieu Sampan o Ieng Sary, que admita haber tenido alguna culpa, alguna responsabilidad. ¿Erais todos unos cobardes entonces o ahora sois todos unos mentirosos? De la boca de Duch no sale ni una palabra. Desde el fondo de la sala, alguien dice con insistencia que el tiempo ha terminado, que ha llegado la hora de la comida para el prisionero. Es el pretexto más banal, más burocrático, para interrumpir el relato del verdugo. Duch, el secuaz de Pol Pot y hoy seguidor de Cristo, junta las manos, se inclina y se aleja. El plato de arroz está listo. Sin embargo, la hora de la justicia por el genocidio de Camboya espera desde hace 30 años
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De: Azali5 |
Enviado: 11/06/2008 15:59 |
Esta es la sinopsis de un libro Cisnes salvajes de Jung Chang, fue un extraordinario éxito editorial, con diez millones de ejemplares vendidos, y se convirtió en el libro sobre China más leído en todo el mundo. Ahora, Chang y el historiador Jon Halliday, su marido, han escrito una biografía de Mao realmente sobrecogedora. Basada en diez años de investigaciones y en las entrevistas realizadas a muchas de las figuras que se movieron en los círculos más cercanos a Mao y que hasta ahora no habían hablado; y con casi todo aquel que, fuera de China, mantuvo alguna relación significativa con el líder chino, ésta es la biografía de Mao más seria y autorizada que se ha escrito. Está repleta de revelaciones sorprendentes, hace añicos el mito de la Larga Marcha y nos presenta a un Mao totalmente desconocido: no le impulsaban la ideología ni el idealismo; su íntima e intrincada relación con Stalin se remonta a los años veinte y fue decisiva para alzarle al poder; saludó con buenos ojos la ocupación japonesa de buena parte de China y labró su camino por medio de conjuras, chantajes y envenenamientos. Después de conquistar China, a partir de 1949 tuvo el secreto objetivo de dominar el mundo. En la persecución de esta fantasía causaría la muerte de 38 millones de personas en la mayor hambruna de la historia. En conjunto, bajo el gobierno de Mao perecieron, en tiempos de paz, más de 70 millones de seres humanos. Combinando una meticulosa investigación histórica con las extraordinarias facultades literarias que la autora ya demostró en Cisnes salvajes, esta biografía nos traslada a la vertiginosa vida de Mao, a las intrigas y las luchas intestinas en que se embarcó; para imponer sus impopulares decisiones. La autora nos lleva a las sombrías estancias de su corte y nos deja observar el drama hasta en los rincones más recónditos. |
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De: Azali5 |
Enviado: 11/06/2008 19:59 |
Su verdadero nombre era Saloth Sar, y nació en Prek Sbauv, Kompung Thom, Camboya, el 19 de mayo de 1925.
En 1951 funda el Partido Revolucionario Popular de Kampuchea (PRPK).Tras la derrota de Estados Unidos en Vietnam, funda la organización comunista denominada “Jemer Rojo” (del francés Khmer Rouge, camboyano rojo).
Durante la Guerra del Vietnam, Estados Unidos cometió el grave error de bombardear Camboya, persiguiendo a los vietnamitas que se refugiaban en su territorio y tratando de destruir la llamada Ruta Ho Chi Minh.
Estos bombardeos no hicieron ningún daño a Vietnam, pero sí a ciudadanos camboyanos, que sufrieron una carga equivalente a 539.129 t, todo un record Guinness.
Esta era la excusa que Saloth Sar necesitaba para aglutinar a los camboyanos en su favor y en contra de EU. Para aquel entonces ejercía el poder un dictador apoyado por los norteamericanos, de nombre Lon Nol, quien fue derrocado el 17 de Abril de 1975. Este acontecimiento se conoce como La caída de Phnom Penh.
Los camboyanos vieron en los jemeres rojos unos auténticos libertadores de sus desdichas, pero…
Para Saloth Sar y sus revolucionarios, los habitantes de Phnom Penh y las otras escasas ciudades eran la clase opresora, que estaba a favor de los Estados Unidos. La misión de la revolución roja era exterminarlos a como diera lugar.
Saloth Sar decretó 1975 como “El Año Cero”, y comenzó a implantar el socialismo de una forma brutal. Los extranjeros fueron expulsados, las embajadas cerraron. Era la hora de terminar con el "cruel capitalismo". La revolución roja de los jemeres era campesina. Todo lo que oliera a ciudad tenía que desaparecer
Los entusiastas seguidores de Saloth Sar (que ahora se hacía llamar Pol Pot procedieron a quemar todas las bibliotecas y sus libros, y los habitantes de las ciudades fueron forzados a ir a trabajar al campo. La palabra de Pol Pot y sus correligionarios no se discutía, simplemente se obedecía en aras de la revolución socialista.
Comenzó así el Genocidio Camboyano, un hecho que fue ignorado por la comunidad internacional. Es que a todos les caía bien ese simpático ser que se había atrevido a enfrentar a los Estados Unidos. Más de 2 millones de personas (1/4 de la población) fueron asesinadas en cárceles y campos de concentración. El socialismo tenía que vencer o morir, y...a que no saben...era más fácil matar…
Pol Pot lograba mantener unidos a sus seguidores amenazándolos con que en cualquier momento serían invadidos por Estados Unidos o algún país vecino como Vietnam. El fantasma de la invasión era una estrategia efectiva.
En 1978 Pol Pot inició una campaña contra el “enemigo oculto”. En efecto, manifestó que el ejército estaba infiltrado de espías de Vietnam y de la C.I.A., por lo que comenzó un periodo de torturas y persecuciones entre sus propios partidarios.
Cuando Pol Pot o alguno de sus lugartenientes tenía problemas con alguien, bastaba acusarlo de conspirador antipatriota para decretar su muerte o encierro.
Luego de pasar por numerosas escaramuzas, luchas contra Vietnam (que él mismo buscó) y contra ex-partidarios, finalmente Pol Pot fue juzgado por sus partidarios y condenado a prisión. Murió el 15 de abril de 1998. Tenía 73 años.
Pol Pot logró enceguecer a sus compatriotas muchos años, llevándolos a destruir a sus propios hermanos, en una desquiciada revolución roja socialista
Como dato curioso, a Pol Pot no le gustaban las multitudes, prefería estar lo más anónimo posible, pero su carisma era total entre sus lugartenientes.
Las fotografías de algunos de los “oligarcas” desaparecidos se puede observar hoy en día en el Tuol Sleng Museum:
En la prisión S-21 también se pudo encontrar este "hermoso" mapa hecho con restos humanos:
La siguiente foto nos muestra “Los 10 mandamientos” de la revolución socialista para el campamento de prisioneros S-21. Se puede apreciar la calidad intelectual y moral que tenían sus redactores:
"Mandamientos de la Revolución en el campo S-21: Escrito en tres idiomas: - Responderás de acuerdo a mis preguntas, sin desviación
- No ocultaras los hechos con pretextos. Está prohibido contestarme.
- No seas estúpido, porque te has atrevido a desafiar la revolución
- Debes responder de inmediato a mis preguntas, sin reflexionar.
- No hablarás ni de tus inmoralidades ni de la esencia de la revolución.
- No llorarás mientras se te azota o castiga con choques eléctricos.
- No hagas nada, mantente sentado y espera mis órdenes. Si no hay orden, estate inmóvil. Cuando se te pida algo, lo harás de inmediato.
- No darás pretextos sobre el partido camboyano para ocultar tu secreto o tu traidor.
- Si no sigues las reglas arriba mencionadas, recibirás muchos latigazos o descargas.
- Si desobedeces cualquier punto de mis regulaciones, recibirás 10 azotes o 5 descargas eléctricas.
Pura calidad intelectual…
Como último dato curioso-chistoso. Estos revolucionarios llevaban a prisión a las personas con anteojos porque tenían cara de intelectuales y por tanto, ¡¡¡eran antirrevolucionarios!!!
Este estudio se basa principalmente en el artículo Pol Pot de la Wikipedia |
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De: cruzylovesmirkgurl83 |
Enviado: 11/06/2008 19:59 |
Nada, que hay sangre por todo los lados en el nombre de la humanidad, Exterminacion massiva es el proposito de todo ganador. Muchas veces hecha en el nombre de Dios, Ala, la revolucion etc. Simpre vemos la paja en el ojo opuesto. Nos ponemos bravos por asecinatos. ES casi imposible no hacer danio. |
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