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General: No hay que endiosar al Che..(hay que leerlo correctamente)
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De: matilda (Mensaje original) |
Enviado: 12/06/2008 05:27 |
Alberto Granado:“No hay que endiosar al Che Guevara”; por Silvina Friera El hombre que emprendió con el Che, en los años cincuenta, aquel viaje iniciático por Latinoamérica, rescata con gran lucidez anécdotas y detalles del revolucionario. âCreo que como no hay muchos ejemplos, la imagen de ese hombre joven, fuerte, que abandona la comodidad de su ministerio y deja a su familia para seguir un ideal, provoca que la gente tienda a transformarlo en un ser sin defectos y lleno de virtudes. A medida que vemos cómo la globalización va aplastando y matando a la gente, la figura del Che, que siguió un camino recto y abandonó lo fácil por lo difícil, se convierte en ejemploâ. âPero no se puede caer en ese error, no hay que endiosar al Che porque si no se lo termina lavando. Hay muchos Che Guevara, menos brillante que el nuestro, claro, pero que son capaces de luchar y de sacrificarse por un ideal. Hay que evitar que desprendan al Che de la tierra; tiene que ser un hombre de carne y huesoâ A los 85 años, Alberto Granado camina despacio, con pasos cortos, pero firmes. Avanza, seguro y ligerito, de la habitación del hotel hasta el ascensor sin acordarse del bastón de madera, hasta que lo pide como quien de pronto se da cuenta de que le falta algo, como si fuera un estorbo o un mal necesario que acepta a regañadientes. Tiene una picardía expansiva y contagiosa en la mirada. Y en su sonrisa. Las huellas de la vida, en su rostro, producen un contrapunto entre la emoción y el respeto, pero cuando habla nunca comete el pecado de la solemnidad, palabra que, seguramente, debe haber expurgado de su diccionario, cuando decidió emprender, a fines de 1951, aquel viaje iniciático por Latinoamérica con su amigo Ernesto Guevara, a bordo de la Poderosa II, una vieja moto de Granado, “fiel compañera de giras por pampas y montañas”. Cordobés inquieto, “un gitano sedentario”, como lo definía el Che, que reside en Cuba desde 1960, de acento más aporteñado que cubanizado, le brillan más los ojitos cuando recuerda al Fúser –apócope de Furibundo Guevara de la Serna, por su tenacidad y falta de temor en el juego del rugby– o al Pelao –apodo que tenía antes de que lo conociera, de cuando se cortó el pelo al rape–, como le decía al Che. Granado llegó a la Argentina para presentar Con el Che por Sudamérica (editado por Marea por primera vez en el país), libro en el que se basó la película Diarios de motocicleta, de Walter Salles, y para participar de las celebraciones por el 80º aniversario del nacimiento del Che, que se realizarán en Rosario, el próximo sábado y en distintas ciudades del país. Mientras aferra con una mano el bastón, Granado rechaza la mitificación de la figura del Che. “Creo que como no hay muchos ejemplos, la imagen de ese hombre joven, fuerte, que abandona la comodidad de su ministerio y deja a su familia para seguir un ideal, provoca que la gente tienda a transformarlo en un ser sin defectos y lleno de virtudes. A medida que vemos cómo la globalización va aplastando y matando a la gente, la figura del Che, que siguió un camino recto y abandonó lo fácil por lo difícil, se convierte en ejemplo”, explica Granado en la entrevista con PáginaI12. “Pero no se puede caer en ese error, no hay que endiosar al Che porque si no se lo termina lavando. Hay muchos Che Guevara, menos brillante que el nuestro, claro, pero que son capaces de luchar y de sacrificarse por un ideal. Hay que evitar que desprendan al Che de la tierra; tiene que ser un hombre de carne y hueso”. La amistad entre Guevara y Granado, Mial –-contracción de “mi Alberto”–, como lo llamaba el Che, se inició en 1942. “Yo tenía 20 y el Pelao 14. En esa época era una diferencia de edad enorme, pero siempre fui muy amigo de los jóvenes, me gustaban mucho el deporte (a pesar de mi poco físico) y la lectura. Fue muy fácil coincidir con él en esos gustos. También coincidíamos en las cosas que no nos gustaban. Si algo no nos gustaba, ni teníamos que mirarnos para saber que estábamos en desacuerdo”, aclara Granado. De pronto se acerca al grabador, como poseído por un pensamiento que quiere dejar registrado, subrayado en el énfasis de un tono de voz que aumenta su caudal. “Hay que tratar de hacer lo que hacía el Che: sacrificarse por los otros. Yo siempre digo que mientras haya un niño que está pasando hambre, el capitalismo está fracasando. Hay que seguir luchando para que no haya niños que no tengan qué comer.” –¿Qué significó para usted ese viaje? –Fue la confirmación práctica de las ideas que tenía antes de viajar: descubrí que había que luchar y no sólo filosofar, que había que pelear contra la discriminación de la mujer, del indio, contra la explotación de los obreros del cobre... Esas cosas se fueron confirmando y agrandando con el tiempo, y con la evidencia de lo que veíamos. Ese viaje me hizo entender que al mundo no solamente había que conocerlo sino cambiarlo. –¿Cómo impactó esa experiencia en su formación política? –El viaje me dio un empujón. En ese tiempo yo era crítico de todos: los peronistas no servían porque eran mentirosos, los radicales no servían porque eran oligárquicos, los conservadores no servían porque habían matado a los indios, los comunistas estaban alejados de las masas y los socialistas eran demasiado teóricos (se ríe). El viaje me sirvió para darme cuenta de que había que tomar partido: sos o no sos, no podés estar en contra de todas las banderas. El viaje me ayudó a eso, y también la Revolución Cubana, que fue una gran escuela para mí porque me enseñó a ser útil, a hacer lo que había que hacer y no lo que me gustaba. –¿Qué defectos del Che descubrió a partir del viaje? –Era demasiado estricto con la gente. El era estricto también consigo mismo, pero era demasiado duro con los mentirosos y le gustaba un poco burlarse de la gente que era capaz de aparentar lo que no era. Eso se refleja muy bien en la película, cuando el doctor Pesce, en Perú, le pide opinión sobre un libro que había escrito. Ernesto le dijo cosas tan rudas que es hasta doloroso recordarlo... que el libro era malo, que no decía nada nuevo, que no parecía escrito por un científico comunista. –Usted comienza el viaje cuando gobernaba Perón, a quien cuestionaba desde que era estudiante universitario. ¿Cómo fue evolucionando su visión del peronismo? –Por mi condición social, por ser hijo de un empleado de ferrocarril, por las cosas que hizo el peronismo en lo social, tendría que haber sido más peronista que antiperonista. Pero era más antiperonista por la lucha contra el nazismo. En aquel tiempo, en Córdoba, donde yo era estudiante, estaban los Tacuara, el ala derecha del peronismo, y veíamos que llegaban los criminales nazis y se instalaban en la Patagonia... Ahora, a cincuenta años o más, puedo decir que había una fuente en el peronismo, que Perón no era sólo un demagogo. El Che no fue tan radicalmente antiperonista como yo. Cuando cayó Perón, en una carta que le escribió a la madre le decía: “tus amigos de la Marina estarán muy contentos...”. Pero el Che creía que la caída del peronismo no le convenía mucho al país. Hay una escena bisagra que Granado atesora en su prodigiosa memoria, como si pudiera reproducir en voz alta la cartografía exacta de ese recorrido con su amigo y compañero de ruta por la Argentina, Chile, Perú, Colombia y Venezuela, que culminó a fines de julio de 1952, cuando el Che regresó a Buenos Aires a dar sus últimas materias de Medicina. “Tengo la imagen de Ernesto alejándose en esa barca del leprosario como el momento en que deja de ser Ernesto para convertirse en el Che, el momento en que deja de ser un médico de personas y pasa a ser un médico de pueblos.” Otras anécdotas y recuerdos brotan de las “travesuras” compartidas, de pequeños altercados y puntos de vista disímiles sobre el arte o la literatura. “Al Che le gustaba mucho recitar a Neruda; era el poeta al que más había leído, sobre todo Veinte poemas de amor y una canción desesperada. Ahora recuerdo que discutíamos sobre Almafuerte. El Che decía que Almafuerte era demasiado panfletario, y yo le decía que no, que era un hombre luchador. A él le gustaba mucho Sarmiento, pero a mí no, porque atacaba demasiado al gaucho.” –Cuando estaban en Machu Picchu, usted recuerda que el Che le contestó: “¿Revolución sin tiros? Vos estás loco, Petiso”. ¿Qué resonancia tiene esa frase hoy? –Aquel era un momento en que todo el poder lo tenían los militares, lo tenían la CIA y el Pentágono; desde (Marcos) Pérez Jiménez, en Venezuela, hasta (Carlos) Ibánez, en Chile, en el sur, toda América latina estaba gobernada por militares. Con las mismas armas del capitalismo, ahora se está clareando hacia el socialismo, como pasa con Evo y con Chávez. En ese momento, en 1951, se tomaba el poder con las armas mientras que ahora se busca el poder a través las armas del capitalismo, como diría Ernesto. Fuera del contexto histórico, no se puede aplicar esa respuesta. Soy muy optimista: América latina está dando un paso adelante. Aunque todavía hay peligros en Colombia o el secesionismo en Bolivia, hay que luchar y mantenerse firme. Y si hay que tomar las armas, habrá que tomarlas... pero no creo que sea el momento oportuno. –¿Cuándo fue la última vez que vio al Che? –En octubre de 1964, cuando él vino a despedirse a mi casa. Dimos una vuelta por la Sierra Maestra, fuimos a una pizzería, pero no pudo comer mucho porque todo el mundo se amontonaba donde él estaba. El se iba de viaje, ya se estaba entrenando para Bolivia. “Me voy a dar el lujo de invitarle un trago a un ministro”, le dije. Abrí una botella de ron y le confesé: “Vos sabés, Pelao, que de todos mis defectos pequeñoburgueses, hay dos que no me los puedo quitar: el deseo de viajar y el gusto de un buen trago”. El me contestó: “Mirá, Petiso, a mí los tragos nunca me interesaron, y en cuanto a viajar, si no es con una metralleta, tampoco me interesa”. Cuando él se fue, me dijo: “Te espero, gitano sedentario, cuando el olor a pólvora amaine”. –¿Qué le habría regalado al Che para su cumpleaños? –Un libro que se llama Cien horas con Fidel (risas). Es hora de dejar que los recuerdos descansen un rato, que se echen una siesta. Es hora, también, de almorzar. Para confirmar sus defectos pequeñoburgueses, los ojitos pícaros de Granado se achican y brillan al mismo tiempo cuando pregunta: “¿Me podré tomar un vinito?”. Página 12, Argentina 2008-06-11
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De: cruzylovesmirkgurl83 |
Enviado: 12/06/2008 10:08 |
Matilda: Quien es este senior especificamente, el que viajo con el Che por Latin America? No ley el articulo entero pero estoy de acuerdo con su idea principal. Creo que el problema mas grande que a tenido el proceso de relaciones publicas que an hecho sobre El Che a sido eso. quere hace algo de el que no es. Y eso hecha a peder la idea principal que ellos tratan de poner. Al endiosiarlo la gente comun saben que no es un dios y no se ve con las virudes y errores que hiso. Porque lo quieren poner como el papa que no hiso ningun error y que no hiso cosas muy questionable. |
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De: Noemius |
Enviado: 12/06/2008 14:45 |
Cada pais tiene sus vergüenzas y no estamos exceptos . Desde esta humilde pagina pido disculpas a todas las victimas de Ernesto Guevara de la Sarna. ¡¡¡Propongo que destruyamos su monumento y demos el cobre a Bolvia para electrificarla, es un pais hermano!!! |
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De: matilda |
Enviado: 12/06/2008 19:22 |
Cruzy, si, es el mismo, y claro que coincido con la idea principal, hasta te diré que no es un propósito de la izquierda auténtica endiosar a NADIE, NI AL CHE NI A NADIE. Se supone que creemos que los dioses no permiten pensar y tampoco permiten pensarlos. Y de lo que se trata es precisamente de pensarlo, pensar al Che ,como un ser igual a nosotros que pudo hacer y comportarse de la misma manera que nosotros podríamos hacerlo. Que nos mostró como pudo derrotar al imperialismo, en su última imágen. Porque derrotó todas las premisas con que la religión del capitalismo intenta lavar cualquier indicio de conciencia propia, porque demostró que: SE PUEDE HACER LO QUE SE DICE Y DECIR LO QUE SE PIENSA, TODO AL MISMO TIEMPO Y CONSECUENTEMENTE, LO CUAL DESTRUYE EL TIPICO DISCURSO DE LA DERECHA RETROGADA. ESOS ,COMO LOS MILIQUITOS DE MI PAIS Y SUS ENTENADOS QUE LUEGO SE PASEAN POR LOS FOROS DICIENDO BOLUDECES. MATI |
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De: DOTY_31 |
Enviado: 12/06/2008 19:22 |
Este Senor lo que parece que esta emplastado en yeso!!!!El lee al Che correctamente..ya veo que el pobre no tiene otra cosa que hacer mientras espera el deceso!! |
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De: Lealtad_siempre |
Enviado: 13/06/2008 11:36 |
Doty: Usted jamás lo entendería, se necesita tener corazón para hacerlo, se necesita tener sentimientos para hacerlo, pero más que eso se necesita reconocer que Posada es un terrorista. Lealtad |
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De: elsantaneco |
Enviado: 15/06/2008 04:47 |
En realidad estoy de acuerdo, hay que leer más al CHE, no hay que endiosarlo. Creo que la poca cultura científica racional en latino América le ha hecho más daño al CHE, que los ataques frustrados de los derechistas. |
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De: Noemius |
Enviado: 15/06/2008 09:35 |
Lealtad dice que se necesita corazon, ¿por qué no se lo aplica ella? Por mi parte, cuando me encuentre con una madre que perdio un hijo por Ernesto, se la pasare a ella..Entre ellos muchos campesinos bolivianos. Y he dicho campesinos, gente pobre, desharrapados. |
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De: elsantaneco |
Enviado: 15/06/2008 14:23 |
LEALTAD ES UN GRAN SER HUMANO, QUE NIGÚN DERECHISTA ES DIGNO NI SE SIQUIERA DE SOLTAR LA CORREA DE SU ZAPATO. JEJEJEJ |
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De: Noemius |
Enviado: 15/06/2008 19:11 |
JI JI De este panel me gustan sus Dos partes bien diferenciadas: 1).-No hay que endiosar al che 2).-Hay que leerlo correctamente. Ahora nos resta la parte 3).-"El odio como factor de lucha; el odio intransigente al enemigo, que impulsa más allá de las limitaciones naturales del ser humano y lo convierte en una efectiva, violenta, selectiva y fría máquina de matar". "En otras ocasiones, el joven bohemio parecía incapaz de distinguir entre la ligereza de la muerte como espectáculo y la tragedia de las víctimas de la revolución. En una carta a su madre de 1954, escrita en Guatemala, donde fue testigo del derrocamiento del Gobierno revolucionario de Jacobo Arbenz, escribió: "Fue muy divertido, con todas aquellas bombas, discursos y otras distracciones que rompían la monotonía en la que estaba viviendo". Puede que Guevara estuviera enamorado de su propia muerte, pero estaba mucho más enamorado de la muerte de los demás. En abril de 1967, hablando desde la experiencia, resumía su idea homicida de la justicia en su Mensaje a la tricontinental: "El odio como factor de lucha; el odio intransigente al enemigo, que impulsa más allá de las limitaciones naturales del ser humano y lo convierte en una efectiva, violenta, selectiva y fría máquina de matar". ------- Lo demas es escuchar los testimonios, los que hablan no de las palabras de Guevara pero de sus obras Javier Arzuaga, el capellán vasco que les brindaba consuelo a aquellos condenados a morir y que presenció personalmente docenas de ejecuciones, habló conmigo recientemente desde su casa en Puerto Rico. Ex sacerdote católico de setenta y cinco años de edad, quien se describe como "más cercano a Leonardo Boff y a la Teología de la Liberación que al ex cardenal Cardinal Ratzinger," Arzuaga recuerda que “La cárcel de La Cabaña se mantuvo llena a rebosar. Sobre 800 hombres hacinados en un espacio pensado para no más de 300: militares batistianos o miembros de algunos de los cuerpos de la policía, algunos “chivatos”, periodistas, empresarios o comerciantes. El juez no tenía por qué ser hombre de leyes; sí, en cambio, pertenecer al ejército rebelde, al igual que los compañeros que ocupaban con él la mesa del tribunal. Casi todas las vistas de apelación estuvieron presididas por el Che Guevara. No recuerdo ningún caso cuya sentencia fuera revocada en esas vistas. Todos los días yo visitaba la “galera de la muerte”, donde permanecían los prisioneros desde que eran sentenciados a muerte. Corrió la voz de que yo hipnotizaba a los condenados antes de salir para el paredón y que por eso se daban tan fáciles las cosas, sin escenas desagradables, y el Che Guevara dio orden de que nadie fuera conducido al paredón sin que yo estuviera presente. Yo asistí a 55 fusilamientos hasta el mes de mayo, cuando me fui. Eso no quiere decir que no se siguiera fusilando. Herman Marks era un americano, se decía que era prófugo de la justicia. Lo llamábamos “el carnicero” porque gozaba gritando “pelotón, atención, preparen, apunten, fuego”. Conversé varias veces con el Che con el fin de interceder por determinadas personas. Recuerdo muy bien el caso de Ariel Lima que era menor de edad, pero fue inflexible. Lo mismo puedo decir de Fidel Castro, a quien acudí también en dos ocasiones con igual propósito. Sufrí un trauma. A finales de mayo me sentía mal y se me recomendó abandonar la parroquia de Casa Blanca, dentro de cuyos límites se encontraba La Cabaña y que yo había atendido en los últimos tres años. Me fui a México para un tratamiento. Cuando nos despedíamos, el Che Guevara me dijo que nos habíamos llevado bien, tratando los dos de sacar el otro de su campo para atraerlo al de uno. “Hemos fracasado los dos. Cuando nos quitemos las caretas que hemos llevado puestas, seremos enemigos frente a frente” ¿Cuánta gente fue asesinada en La Cabaña? Pedro Corzo ofrece una cifra de unos doscientos, similar a la proporcionada por Armando Lago, un profesor de economía retirado que ha compilado una lista de 179 nombres como parte de un estudio de ocho años sobre las ejecuciones en Cuba. Vilasuso me dijo que cuatrocientas personas fueron ejecutadas entre el mes de enero y fines de junio de 1959 (fecha en el que el Che dejó de estar a cargo de La Cabaña). Los cables secretos enviados por la Embajada de los Estados Unidos en La Habana al Departamento de Estado en Washington hablan de "más de 500." Según Jorge Castañeda, uno de los biógrafos de Guevara, un católico vasco simpatizante de la revolución, el fallecido Padre Iñaki de Aspiazú, hablaba de setecientas victimas. Félix Rodríguez, un agente de la CIA quien fue parte del equipo a cargo de la captura de Guevara en Bolivia, me dijo que él encaró al Che después de su captura respecto de "las dos mil y pico" ejecuciones por las que fue responsable durante su vida. "Dijo que todos eran agentes de la CIA y no se refirió a la cifra," recuerda Rodríguez. Las cifras más altas pueden incluir ejecuciones que tuvieron lugar en los meses posteriores a la fecha en que el Che dejó de estar a cargo de la prisión. Los dejo con el siguiente colofon: En enero de 1957, como indica su diario de Sierra Maestra, Guevara mató de un disparo a Eutimio Guerra porque sospechaba que estaba pasando información al enemigo: "Acabé con el problema con una pistola del calibre 32, en el lado derecho de su cerebro... Sus pertenencias ahora son mías". |
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De: Margarita5510 |
Enviado: 15/06/2008 19:11 |
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