Senadores de Estados Unidos investigan complejas maniobras de evasión de impuestos de sus ciudadanos a través del banco suizo UBS, la mayor entidad financiera privada del mundo, y el grupo LGT de Liechtenstein, propiedad de la familia real de ese paraíso fiscal europeo.
Nueva York. Una subcomisión del Senado de EU realizó este jueves una audiencia sobre la evasión de impuestos en UE con la comparecencia de diversos testigos, investiga supuestos fraudes al fisco estadunidense que sumarían alrededor de 100 mil millones de dólares.
En esta instancia se aseguró que ejecutivos del LGT usaban nombres en código, hablaban desde teléfonos públicos para evitar el rastreo de llamadas y omitían en sus tarjetas de negocios su pertenencia a la división de gestión de patrimonios de la firma.
De acuerdo con los testimonios y documentos, la transferencia y ocultamiento de los fondos de los evasores fiscales dejaba a las compañías financieras europeas ganancias de cientos de millones de dólares.
Mark Branson, director financiero global de gestión de capitales de UBS, anunció el jueves que la compañía "no volverá a proporcionar a residentes estadunidenses servicios de banca comercial ni de inversión fuera del país a través de nuestras oficinas bancarias".
"Tales servicios solo se facilitarán a residente de este país a través de empresas autorizadas en Estados Unidos'', indicó Branson.
El subcomité permanente de Investigaciones del Senado estadunidense contó con información de fuentes internas de las firmas europeas. Una de ellas fue Heinrich Kieber, quien trabajó en el LGT durante dos años.
En ese período reunió en DVD más de 12 mil páginas de documentos incriminatorios, que contienen mil 400 nombres, y los entregó a ocho países occidentales, entre ellos Estados Unidos.
Kieber está hoy amparado por el programa estadounidense de protección de testigos, bajo una identidad nueva, para eludir una orden de arresto internacional emitida por las autoridades de Liechtenstein, que ofrecen por él una recompensa de 10 millones de dólares.
La otra fuente fue Bradley Birkenfeld, ex ejecutivo del UBS arrestado por ayudar a evadir impuestos a un magnate del sector inmobiliario estadounidense. Birkenfeld se ofreció colaborar con la investigación a cambio de una sentencia más benigna.
Kieber ofreció su testimonio a la subcomisión a través de un vídeo en que su voz y su figura aparecían distorsionadas. Relató que en 2002 le encargaron escanear y catalogar todos los documentos del LGT y que quedó horrorizado con lo que vio.
No sólo se había ofrecido asistencia a evasores fiscales, dijo, sino que también se facilitaron actos de corrupción, negocios con dictadores y que eludían embargos impuestos por Estados Unidos.
El LGT, agregó, creaba fundaciones y otras instituciones a las que los clientes transferían acciones y dinero en efectivo --en la actualidad suman más de 99 mil millones de dólares-- e incluso propiedades, cuadros y patentes.
Para evitar dejar rastros se establecieron cuentas bancarias o compañías que actuaban como fachada y que no estaban registradas en Liechtenstein sino en Panamá, las Islas Vírgenes británicas y, en algunos casos, en Nigeria.
Kieber explicó que el LGT transfería los activos de sus clientes inicialmente a través de Canadá, lo que no despertaría las sospechas de las autoridades impositivas, luego a países con débil o inexistente legislación en la materia y, finalmente, a través de algún banco suizo, como la Banca del Gottardo, con sede en Lugano.
"Ese banco tenía un acuerdo de servicios recíprocos para usar al LGT con sus propios clientes", aseguró.
La Banca del Gottardo fue originalmente una subsidiaria del Banco Ambrosiano, conocido como "el banco del Vaticano", envuelto en una serie de escándalos financieros y que colapsó en 1982 luego de que su presidente, Roberto Calvi, transfiriera al exterior centenares de millones de dólares. Calvi fue luego encontrado colgado del puente Blackfriars en Londres.
"Como medida adicional de ocultamiento, el banco suizo o el LGT hacían aparecer frecuentemente una transacción falsa, para dar la impresión de que el dinero había sido retirado en efectivo, cuando en realidad había sido transferido a una cuenta colectiva del LGT. Al mismo tiempo, una suma similar se acreditaba en la cuenta personal del cliente", relató Kieber.
"El propósito de todo esto es hacer extremadamente complicado el seguimiento del rastro del dinero por parte de las autoridades. Cada paso sirve como filtro para ocultar la pista de los fondos del cliente", agregó.
Para asegurar el secreto de las operaciones se decía a los clientes que nunca se comunicaran con el banco desde sus casas o trabajos, sino que lo hicieran desde teléfonos públicos y sólo en casos de emergencia.
Los funcionarios del LGT hacían sus llamados o despachaban correspondencia desde Austria y Suiza.
Según un informe de la subcomisión del Senado estadounidense, el UBS actuaba siguiendo un patrón similar, pero también violó la legislación bancaria y bursátil de ese país, que requiere registrarse a las personas que buscan clientes.
Alrededor de 20 agentes del UBS, con base en Ginebra, Lugano y Zurich hicieron alrededor de 300 viajes a Estados Unidos desde 2003, para asistir a regatas o exposiciones de arte auspiciadas por el banco, con el propósito de atraer a clientes ricos, a quienes ofrecían cuentas secretas para evadir impuestos.
El UBS tiene alrededor de 19 mil clientes en Estados Unidos, con activos que superan los 18 mil millones de dólares y que para el banco figuran como "no declarados" ante las autoridades impositivas de ese país.
El manejo de esos fondos dejó al UBS ganancias de alrededor de 200 millones de dólares.
El banco suizo también ponía especial énfasis en el secreto e instruía a su personal sobre cómo cruzar las fronteras.
"Al pasar por la oficina de migraciones en su viaje a Estados Unidos o Canadá, usted es interceptado por las autoridades. Chequeando su palm (agenda electrónica), encontrarán información sobre todas sus reuniones con clientes. Afortunadamente, usted sólo coloca muy breves comentarios sobre ellas y ningún nombre", decía una de esas recomendaciones.
Cuando la Unión Europea requirió que los bancos identificaran a los titulares de fondos que se transferían electrónicamente, el UBS restringió el uso de este sistema y comenzó a pedir a los clientes que viajaran a Suiza para hacer retiros en efectivo.
También les indicó destruir todos los registros de las operaciones y camuflar como préstamos los fondos que recibían de sus cuentas.
Tanto el UBS como el LGT firmaron en 2001 acuerdos con Estados Unidos comprometiéndose a identificar a los ciudadanos de ese país que tenían cuentas con valores o títulos estadounidenses.
Pero esa norma tenía un enorme bache: no era necesario revelar la identidad de quienes tuvieran títulos extranjeros. De todas formas, los bancos tampoco respetaron la parte del convenio que sí los obligaba a hacerlo.
El anuncio de Branson sobre la suspensión de operaciones con residentes estadounidenses fuera del país es engañoso.
Una portavoz del UBS, Karina Bryne, dijo a IPS que esos clientes deberán pasar de sucursales del banco no reguladas por la Comisión de Valores de Estados Unidos a cuentas de una filial suiza que sí está registrada ante ese organismo y regulada por él.
Bryne agregó que la identidad de los ciudadanos estadounidenses que tienen en sus cuentas títulos extranjeros no será revelada.
"No hay ley que prohíba a un banco extranjero ofrecer servicios fuera de fronteras. No voy a hacer comentarios sobre la evasión impositiva", agregó.
El senador Carl Levin, presidente de la subcomisión, señaló que ha presentado un proyecto de ley para "atacar de frente" los abusos cometidos en los llamados paraísos fiscales.
De ser aprobada, esta norma establecerá la presunción de que un contribuyente estadounidense que crea una entidad en una jurisdicción extraterritorial, o que envía o recibe dinero desde un paraíso fiscal, deberá pagar impuesto a las ganancias por esos fondos.