En una medida inédita, la Fed destinó 85 mil millones de dólares para frenar la caída de la compañía de seguros AIG a cambio del 80 por ciento del capital. Se constituyó en otra meganacionalización de Bush. Existe pánico en el sistema financiero global.
Ayer se escribió un nuevo capítulo del socialismo al revés de los Estados Unidos. Después de la estatización de los bancos hipotecarios Freddie Mac y Fannie Mae, la intervención del sector público de la administración Bush se dirigió a una de las tres más grandes compañía de seguro del mundo: American International Group (AIG). La Reserva Federal, la Secretaría del Tesoro, la gobernación de Nueva York, los gobiernos europeos y asiáticos y los banqueros de las entidades aún en pie estaban convencidos de que AIG no debía caer, porque en ese caso estimaban que provocaría un descalabro de proporciones. Frente a ese temor, la banca central estadounidense implementó una medida sin precedentes: prestó 85.000 millones de dólares al gigante AIG a cambio de una participación cercana a 80 por ciento de su capital. De esta manera, se trata de la tercera estatización estadounidense desde que estalló en toda su dimensión la crisis financiera. El salvataje alivia la situación de la aseguradora, que luchaba contrarreloj por conseguir 75.000 millones de dólares para no quebrar. La firma brinda cobertura de riesgo al mercado financiero internacional y su estado patrimonial era de insolvencia. La intervención de las potencias económicas en jaque financiero no se circunscribió a ese rescate. La falta de liquidez del sistema obligó a las bancas centrales de Estados Unidos, Europa y Japón a volcar al mercado unos 200.000 millones de dólares en total. A la vez, la Fed decidió mantener la tasa de interés en el 2 por ciento. De esta manera, la entidad que conduce Ben Bernanke no convalidó el recorte de un cuarto de punto que el mercado descontaba.
La desaparición de AIG podía desencadenar un sismo en el sistema ya que la gran mayoría de las entidades estaban resguardadas por la supuesta espalda financiera de la aseguradora. Por ese motivo, hasta última hora de anoche trabajaban la Fed en el rescate, como lo hicieran infructuosamente para salvar a Lehman Brothers. La operación involucró al JP Morgan y Goldman Sachs. Por su parte, el titular del Tesoro estadounidense, Henry Paulson, había adelantado que no habría ayuda directa por parte de la administración Bush, sino que se buscaría los fondos en el sector privado. Sin embargo, no tuvo alternativa: la solución fue poner a la mayor aseguradora del mundo en manos del Estado previo desembolso de 85.000 millones de dólares. El plan fue divulgado al cierre de las operaciones bursátiles luego de que Paulson y el titular de la Fed, Ben Bernanke, se presentaran ante el Congreso para informar esa decisión a los líderes de la Cámara de Representantes y del Senado.
Los directivos de AIG deslizaron que la actividad de los seguros de vida o contra daños estaba funcionando bien. Sin embargo, los problemas que amenazan la supervivencia de la aseguradora se originan en los negocios financieros riesgosos que había encarado, que funcionaba como un banco de inversión. “Si el gobierno repetía la jugada temeraria que llevó a cabo con Lehman y dejaba caer a AIG, el mercado se iba a convertir en una ruleta rusa”, explicó a PáginaI12 el director de iDeAS de la Universidad de San Martín, Guillermo Rozenwurcel.
El gobernador de Nueva York, David Paterson, clave en la negociación con la Fed, buscó desesperadamente 75.000 millones de dólares para AIG. Si los fondos no aparecían, la compañía buscaría, al igual que Lehman, ampararse en el Capítulo 11 de la Ley de Quiebras de Estados Unidos. Según informó Paterson, el Tesoro neoyorquino liberó 20.000 millones de dólares, pero no fue suficiente, debido que el capital de la compañía seguía derrumbándose y las necesidades financieras se incrementaban hora a hora. Hasta el domingo último, requería de 40.000 millones de dólares. Ayer, 85.000.
La situación de la aseguradora se deterioró con la declaración de insolvencia del banco de inversión Lehman Brothers. Pero además, se sumó, como siempre en este tipo de debacles, el coro afinado de calificadoras que siempre llegan tarde y rebajaron la nota crediticia de la entidad, cuando hasta la semana pasada era una compañía triple A, de máxima seguridad.
No obstante, la especulación de que podía ser salvada surgió ya desde el cierre de la operaciones bursátiles, y condujo a una leve recuperación en Wall Street y algunas plazas de América latina. El Dow Jones terminó con un saldo positivo de 1,3 por ciento, mientras que el indicador general Standard and Poor’s subió 1,8 por ciento. En la región, las plazas de Argentina y Brasil fueron las únicos que operaron en alza, con un leve avance de 0,6 y 1,7 por ciento, respectivamente. De todos modos, el balance mundial fue negativo y, como en días previos, los valores más afectados fueron los petroleros y en menor medida los bancarios. Las bolsas europeas operaron con pérdidas. La mayor caída la registró Londres, que bajó 3,4 por ciento. El recinto asiático también fue castigado: la Bolsa de Tokio terminó la sesión con una caída de 5 por ciento, a su nivel más bajo en más de tres años. Para Rusia, la jornada fue particularmente difícil. El índice bursátil de Moscú cerró con una baja de 17,5 por ciento luego de que su cotización fuera suspendida una hora.
La contracción del crédito derivó además en una nueva inyección de parte de las bancas centrales del mundo. En la madrugada, el BC de Japón inyectó 25.000 millones de dólares, y luego se sucedían en la misma tarea la banca europea, con unos 130.000 millones, y la Reserva Federal, que aportó otros 50.000 millones. El Comité de la Fed, en tanto, decidió no bajar la tasa de interés rectora y la dejó en 2 por ciento. Los especialistas sostienen que un nuevo recorte no habría “cambiado” la situación actual. “Todos los analistas esperaban que hubiera un suerte de piso en la crisis y, evidentemente, esto no es así. Lo que hay, en cambio, es un contexto de extrema volatilidad”, opinó, en diálogo con este diario, el economista Ricardo Delgado. El analista agregó que “todos los indicadores de la economía real son malos”, y que Estados Unidos “está en la puerta de una recesión económica” de la que no va poder escapar. Por lo pronto, AIG no verá publicados, como Lehman, sus artículos en eBay, como recuerdos del “capitalismo”, gracias a la “política de socialización de las pérdidas”, que impulsa el gobierno “populista” de Estados Unidos.
SALUDOS REVOLUCIONARIOS
(Gran Papiyo)