Es un giro sorprendente. El muy ortodoxo gobierno de George W. Bush analiza ahora la nacionalización de parte de la banca norteamericana. Es un nuevo intento para parar una crisis que acorrala a Washington y frente a la cual casi todo lo hecho hasta ahora no ha dado resultado.Así, el sistema financiero estadounidense se parece a un paciente en terapia intensiva. Los médicos le han colocado tubos por todos lados. Le están dando diferentes tipos de medicinas. Pero hasta ahora nada ha logrado hacerlo reaccionar. Millones de estadounidenses están muy nerviosos y han ido perdiendo la confianza. Sin embargo, los médicos están analizando ahora la aplicación de este nuevo medicamento, que va en contra de sus más sagrados principios: la nacionalización de los bancos

¿Qué importa la ortodoxia económica cuando la situación es tan grave? De hecho hay consenso en el gobierno conservador de George Bush de que ahora lo principal es salvar al paciente. La Casa Blanca ya intentó todo. Intervino en el salvataje de Fannie Mae, Freddie Mac, AIG y otras instituciones financieras clave. Logró que el Congreso aprobara un paquete de rescate por 700 mil millones de dólares. Redujo las tasas de interés en coordinación con otros bancos centrales, algo que no tiene precedentes en el mundo. Pero no se restablece la calma.Incluso ayer, cuando The New York Times publicó en exclusiva que el Tesoro estaba analizando la compra por el Estado de las acciones bancarias, en Wall Street, luego de un breve período en que algunas acciones comenzaron a subir, la Bolsa volvió a desplomarse. A media mañana, la vocera de la Casa Blanca, Dana Perino, se vio obligada a confirmar la noticia, pero sus palabras tampoco lograron estabilizar la situación.


Bajo la autoridad que recibió por la ley que regula la instrumentación del paquete de rescate de 700 mil millones de dólares, el Tesoro adquirirá parte de las acciones preferenciales de los bancos en "situación crítica" en los que inyectará capital.La medida se parece mucho a la adoptada por el gobierno laborista británico de Gordon Brown un día antes, y ofrecerá a instituciones como el Royal Bank of Scotland, Barclays y HSBC un máximo de US$ 7.000 millones para fortaleces su capital a cambio de acciones preferenciales. El plan británico también contempla ofrecer una garantía de 430.000 millones de dólares, parte de un gigantesco paquete, para ayudar a los bancos a refinanciar deuda.

En vísperas de la reunión de los ministros de Economía del poderoso Grupo de los 7 que tendrá lugar hoy en Washington existe gran expectativa sobre una mayor coordinación mundial para enfrentar la crisis. El director gerente del FMI, Dominique Strauss-Kahn, urgió a que la coordinación incluya a los países emergentes. El secretario del Tesoro, Henry Paulson, advirtió sin embargo que cada país tendrá que instrumentar sus medidas de acuerdo a las circunstancias.De todas maneras, en EE.UU., los accionistas de algunos bancos temen que si aceptan el avance estatista del gobierno será interpretado por el público como que los bancos están al borde de la quiebra. Hay mucha resistencia también porque una de las cláusulas del plan es que los ejecutivos de los bancos que acepten esta inyección de capital deberán reducir drásticamente sus salarios e ingresos.

La noticia de que el presidente de Lehman Brothers ganó 200.000.000 de dólares durante el período en que esa institución inició su camino hacia la bancarrota puso furiosos a los contribuyentes.El descontento aumentó cuando trascendió que los ejecutivos de AIG pasaron un fin de semana en un spa muy lujoso de California, en Monarch Beach, que costó 400.000 dólares, sólo una semana después de que el gobierno invirtió en su rescate 85.000 millones de dólares. El plan que evalúa el Tesoro sería voluntario. Los demócratas se ven más entusiasmados por esta nueva propuesta que los republicanos. Los senadores demócratas Charles Schumer y Frank Barney, miembros de la Comisión de Bancos, ya se han pronunciado a favor. En un comunicado, Schumer argumentó que sería una buena manera de fortalecer los balances de los bancos y reactivar el crédito, al mismo tiempo que les da a los contribuyentes el beneficio de poseer acciones en el banco.