En 1998 comenzaron a observarse irregularidades relacionadas con ese seguro, como autorizaciones falsas y facturaciones de tratamientos médicos que nunca existieron. Ello obligó a abrir una investigación que además de calcular el valor del fraude, determinó que muchos de los estafadores eran de origen cubano, emigrados en los últimos 15 años.

Estos sujetos, fieles a su condición de trabajar poco y robar mucho (lo mismo que, seguramente, harían en Cuba), se ponían a la entera disposición de ciudadanos estadounidenses que les conseguían licencias para crear empresas con el objeto de engañar al Medicare. La procedencia de los tramposos ha sido utilizada por grupos de la extrema derecha anticubana, para relacionar al Gobierno de Cuba con la estafa.

Entre los timadores más conocidos figuran los hermanos Benítez (Carlos, José, Oscar y Luis) que se apropiaron de más de cien millones de dólares antes de irse a la República Dominicana donde poseían hoteles y residencias de lujo para, finalmente, escapar a Cuba evitando ser detenidos.

Esas noticias han sido caldo de cultivo para la delirante imaginación de los anticastristas de Miami. Al respecto, decía El Nuevo Herald: “no se abandona Cuba como salida definitiva para regresar a vivir allí a los pocos años (...) el regreso tiene precio: con millones de dólares para comprar protección (...) no es descabellado suponer que alguna eminencia gris de los servicios de inteligencia cubanos hubiera concebido una profunda jugada operativa estratégica”.

Al coro se unieron libelos de mafiosillos residentes en Miami que publican fotografías de ladrones de poca monta, mientras aúllan que algunos no pueden volver a Cuba, porque “las autoridades cubanas se lo impiden”, pues las cantidades sustraídas son pequeñas.

Pero El Nuevo Herald, en el desarrollo de la investigación, tuvo que mencionar a un tal Ángel Castillo, implicado en la trama y que colabora con el FBI para reducir su condena. Castillo, ha cantado más que el gallo de Morón cuando se quedó sin plumas, al reconocer que controlaba varias compañías médicas que figuraban a nombre de personas que había introducido ilegalmente en EEUU.

El susodicho afirmó que una de las empresas (García Medical Supply Inc.) la dirigió una cubana que arribó al “paraíso de la libertad” como inmigrante indocumentada, y que trabajando para Castillo, le sacó cerca de cuatro millones de dólares al Medicare. Contrabando de personas, lumpen, estafas... con eso estaba relacionado Ángel Castillo, y no con el Gobierno cubano.

De aceptar la teoría de El Nuevo Herald llegaríamos a la conclusión de que, por su origen y actos delictivos, el exiliado Miguel Recarey -amigo del ex gobernador de Florida Jeb Bush que trabajó en su empresa médica-, sería colaborador de las autoridades cubanas, a pesar de que prefiere refugiarse en España (al menos eso dicen) en lugar de Cuba, huyendo de la justicia que lo busca por apropiarse ilícitamente de 25 millones de dólares.

Por la misma razón sería agente cubano Huber Matos Araluce, prófugo de la ley por estafar también al Medicare. Este último vive en Costa Rica, con la esperanza de que su padre Huber Matos, ex comandante y traidor a la Revolución, convenza al criminal de guerra George Bush, para que indulte a su vástago, antes de que abandone la presidencia. ¿Encontrarán alguna vez la conexión La Habana-Medicare?. La única que nosotros encontramos, una vez más, es la que existe entre las mentiras, y los fascistas de costumbre que las riegan.

Un apunte final sobre los hermanos Benítez. Resulta que sí, que están en Cuba, pero presos y no libres, ni disfrutando de los millones robados como se afirmaba en Miami. ¿Solicitará Washington su extradición?. Si ello ocurriera, Cuba debería exigir la entrega del terrorista Posada Carriles porque ese asesino, sí que goza de libertad total en territorio estadounidense.

La Haine