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De: matilda  (Mensaje original) Enviado: 18/10/2008 18:08
Otro drama más en Estados Unidos


YVKE Mundial (Luigino Bracci Roa)/ Aporrea/ inSurGente.- 16 de octubre 2008. - Imagine que usted es una persona que, como tantas otras, vive alquilada en una bonita casa en una urbanización de clase media estadounidense. Trabaja duro, paga su renta puntualmente y mantiene a su familia feliz. De pronto, la policía toca su puerta y le ordena desalojar la vivienda. "¿Por qué? ¡Yo pago mi renta puntualmente, aquí están los recibos!", grita usted desesperado. Pero no hay nada qué hacer: la policía tiene una orden y, en un país sin mayores leyes de protección a los inquilinos, usted y sus hijos deben abandonar la vivienda de inmediato… Resulta que el dueño hipotecó su casa y ahora no puede pagar los intereses. Foto: Decenas de personas protestan contra los desalojos en Detroit. Las pancartas dicen: "Denle un plan de rescate a la gente, no a los bancos" en referencia al plan de rescate de George W. Bush aprobado para los banqueros. También piden que se detengan los desalojos y los embargos (Foto: Pan-African News Wire).







Resulta que el dueño de su casa no es tan responsable como usted creía. Hipotecó su casa a algún banco cayendo en la trampa de las cuotas subprimes (aquellas famosas que están causando la quiebra de los bancos hipotecarios en Estados Unidos), y al no poder pagar el capital y los intereses, el banco ordenó embargar la vivienda. Sólo que el dueño de la casa ya no vive allí, y decidió alquilársela a usted tratando de obtener ingresos extras para pagarle al banco. Y ahora, usted y sus hijos irán a la calle.

Ese es el drama por el cual el jefe de la Policía del condado de Cook, Sheriff Thomas J. Dart, anunció que la policía de Chicago no desalojará más a las personas que habiten en propiedades embargadas, una noticia con tanta repercusión que fue reseñada por el New York Times. Expertos afirman que esta es la primera medida de ese tipo tomada por un cuerpo policial, pero que en meses recientes otros jefes policiales han tomado medidas para ralentizar los procedimientos de desalojos judiciales, tales como solicitar a los prestamistas títulos legales que demuestren que ellos son los dueños de la propiedad en cuestión.

El departamento tenía programado realizar unos 4.700 desalojos este año, casi el triple de los que se hicieron dos años atrás.

Chicago también aprobó recientemente una nueva ley que da 90 días de gracia a los habitantes de una propiedad embargada, antes de que ellos tengan que desalojarla. Pero el sheriff Dart afirma que las familias en propiedades embargadas con frecuencia "no eran notificadas de que ellos tendrían que abandonar su vivienda, y no se les daba el período de gracia. Muchas veces la primera señal de que tenían problemas era la llegada de los oficiales exigiendo que abandonaran la propiedad". Según Dart, un tercio de los casos de desalojo pasaban por estas situaciones.

En un caso reciente, oficiales acudieron a desalojar residentes de una propiedad embargada en la avenida North Spaulding, encontrando seis familias allí, todas pagando la renta puntualmente al propietario a quien se le estaba embargando la propiedad. "Todos los meses le pagábamos la renta, y él nunca nos dijo nada", afirmó Alma Aquino, quien ocupaba una de las habitaciones de la propiedad junto a su esposo, sus dos hijos, su madre y su hermana, pagando 850 dólares mensuales.

"Mi esposo trató de explicar, pero la policía dijo que no podían hablar, que teníamos que desalojar".

Finalmente la familia pudo quedarse, y el sheriff Dart, quien apoya las leyes que protegen a los habitantes que son desalojados, ordenó a sus oficiales detener los desalojos. Explicó que para los policías no es fácil desalojar a personas, y que el asunto había tenido un impacto emocional en ellos. "Es una de las cosas más difíciles que tenemos que hacer: ver a niños pequeños con sus posesiones en las calles. Y lo peor es que sus padres cumplieron con todas las normas, y ahora están traumatizados".

Eric Halperin, director de la oficina en Washington del Centro para el Hipotecario Responsable (Center for Responsible Lending) afirma que 10 por ciento de quienes viven en propiedades afectadas por cuotas subprimes son inquilinos, pero que en varias ciudades los números son mucho mayores. Daniel Lindsey, del Proyecto de Preservación de Propiedad del Hogar que ejecuta el Departamento de Asistencia Legal de Chicago, asegura que la mitad de los embargos de la ciudad afectan a inquilinos.

Las leyes venezolanas contrastan enormemente con las estadounidenses, prohibiendo los desalojos a familias con niños pequeños. Organizaciones como la Red Metropolitana de Inquilinos, además, han dado apoyo y asistencia legal a familias que estaban siendo víctimas de amenazas y extorsiones por parte de los dueños de sus propiedades. Las leyes venezolanas, de hecho, tuvieron un efecto contraproducente en los propietarios, quienes ahora son reacios a alquilar sus propiedades, por temor a no poder recuperarla cuando así lo deseen. En otros casos, exigen que la familia no tenga niños antes de alquilarles la propiedad.

A pesar de esto, los contrastes entre un gobierno socialista, que protege al indefenso, frente al gobierno típico de derecha (que asiste con miles de millones a los banqueros pero deja desamparados a los más humildes) son notables.



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De: matilda Enviado: 18/10/2008 22:43

Sábado 18 de Octubre de 2008

Los norteamericanos a los que nadie rescata

(IAR Noticias) 18-Octubre-08

El nivel de protección social de la sociedad norteamericana no es precisamente para lanzar las campanas al vuelo, por lo que sorprende aún más que todo el esfuerzo gubernamental se concentre en recomponer el maltrecho sistema financiero, sin reconocer que mucha gente lo está pasando realmente mal en ese país.

Por Joan Subirats (*) - El País, España

El presidente Bush estuvo días atrás muy activo, tratando de convencer al Congreso de Estados Unidos para que aprobaran el plan de respuesta a la catástrofe financiera. Su principal argumento era que, de esa manera, se estaban evitando males mayores a las comunidades locales y a los ciudadanos. Lo cierto es que nadie quería comprar los fondos "tóxicos", y la gran operación de rescate trataba de asegurar que fueran los contribuyentes los que lo hicieran. Pero ese plan no va a resolver los problemas estructurales de fondo que han generado el pánico financiero; tan sólo terminó encontrándose una manera de aprobar los fondos públicos de rescate, apoyar una pistola en la sien de cada congresista: "O votas el plan, o los ciudadanos (tus votantes) van a pasarlo mal, muy mal". El mensaje era diáfano: las irresponsables aventuras de Wall Street han de ser rescatadas por la gente de Main Street, la Calle Mayor, los ciudadanos de a pie, porque, si no, vamos al caos. Pasamos del laissez faire, laissez passer al laissez nous faire, laissez nous passer.

Mientras, en Nueva York y otras ciudades estadounidenses, hubo concentraciones de personas que respondían a ese acuerdo entre élites económicas y políticas poniendo de relieve el cinismo del sistema. "Hasta hace poco nos decían que 6.000 millones de dólares eran demasiados para proteger la salud de nueve millones de niños estadounidenses que no tienen cobertura sanitaria. Y ahora, lanzan la casa por la ventana para salvar el culo a sus amigos", afirmó Arun Gupta, periodista de Indypendent, un medio de prensa alternativo de Nueva York (www.indypendent.org).

Lo cierto es que el nivel de protección social de la sociedad norteamericana no es precisamente para lanzar las campanas al vuelo, por lo que sorprende aún más que todo el esfuerzo gubernamental se concentre en recomponer el maltrecho sistema financiero, sin reconocer que mucha gente lo está pasando realmente mal en ese país. El eslogan utilizado en la campaña para la aprobación del plan de Henry Paulson ha sido Reinvest, reimburse and reform (Reinvertir, reembolsar y reformar), lo que de alguna manera recuerda el que se utilizó tras la gran crisis de 1929: Relief, reform and reconstruction (Alivio, reforma y reconstrucción). Pero esta vez el alivio es sólo para unos pocos, los de Wall Street. Socialismo para los bancos, neoliberalismo conservador para la gente.

Es significativo que la mayor organización de defensa de los intereses de las familias con bajos ingresos, ACORN (www.acorn.org), que articula más de 400.000 familias en 110 ciudades en todo EE UU, haya lanzado una campaña con el significativo título de Bail Out Main Street Not just Wall Street (Rescatar a la Calle Mayor, no sólo a Wall Street).

En esa campaña se pide algo tan simple como que cada institución financiera que haya sido beneficiada por el plan de Paulson deba, automáticamente, reducir la carga financiera de las hipotecas que estén a su cargo, favoreciendo así la capacidad de pago de los propietarios hipotecados. Al mismo tiempo, se solicita que las instituciones financieras que no tengan a su cargo hipotecas, se vean obligadas a poner en marcha planes de ayuda para las comunidades más necesitadas. Y, además, se exige que se limiten los sueldos de los ejecutivos, vinculándolos de manera clara a los resultados reales de sus empresas.

Una de las campañas de ACORN que está teniendo más impacto, y a la que se han ido sumando otras organizaciones con sus propias iniciativas, ha sido la relacionada con la defensa de las familias norteamericanas que pueden perder sus casas en los próximos meses, al no poder cumplir sus obligaciones hipotecarias. Se calcula que más de dos millones de hogares pueden estar en esa situación en breve tiempo, ya que precisamente ése era el objetivo de las hipotecas subprime: convencer a los NINJA (No Income, No Jobs, no Assets; sin rentas, sin trabajos, sin patrimonio) de que ellos podían también acceder a una vivienda.

En 2006 casi el 50% de las hipotecas basura fue a parar a hispanos de bajos ingresos, y son ellos, precisamente, los más vulnerables en esta nueva fase. Medio millón de hispanos han perdido sus empleos en EE UU desde inicios del 2007, y la situación se agrava por momentos. Es evidente que los 12 millones de "sin papeles" de ese país van a ser los primeros en ser despedidos y/o deportados.

En Estados Unidos el salario mínimo por hora era hasta el año pasado de 5,15 dólares hora (3,70 euros). Una resolución del Congreso acordó que, en tres años, ese salario-hora mínimo debería pasar a 7,25 (5,25 euros). Se calcula que en estos momentos hay 13 millones de norteamericanos que cobran estrictamente ese mínimo. Pero, en 13 Estados de la Unión, el salario mínimo o no está establecido o incluso está por debajo del acuerdo federal. Los datos apuntan asimismo que la mitad de los trabajadores del país, casi 60 millones, no tienen cubiertos salarialmente los días de enfermedad, y ello provoca muchos problemas de presencia de personas enfermas o con mermas significativas de sus facultades en sus lugares de trabajo. Es evidente que el tema afecta sobre todo a las personas que trabajan por horas o a los de salarios más bajos.

Por otro lado, hay muchas Main Street en el mundo que ven también con alarma los efectos que sobre sus comunidades va a tener la crisis financiera. La tradicional tacañería norteamericana en relación a la ONU o a otros organismos de cooperación y ayuda internacional, o su intransigencia en lo concerniente a la deuda externa de los países en desarrollo, se ve ahora dramáticamente en entredicho al comprobar la generosidad con que se abordan los problemas de los classmates, los colegas de los tiempos universitarios. "El dispendio con Fannie Mae and Freddie Mac", afirma Alex Wilks, director del European Network on Debt and Development, "representa cuatro veces la deuda pública externa de todos los países en vías de desarrollo". Evidentemente, desde esos países el temor es creciente en relación a un futuro en el que Estados Unidos socializa con el mundo sus pérdidas, mientras refuerza los privilegios de sus élites. Ahora entendemos cuáles son las ventajas de la globalización.

En un país que ha visto crecer la desigualdad y la vulnerabilidad en los ocho años de Administración republicana, resulta escandaloso que suenen todas las alarmas sólo cuando los afectados son los sectores más privilegiados del establishment económico-político-financiero. Algunos de los centenares de grupos movilizados en las últimas semanas contra el plan de rescate sólo para algunos, entienden que es precisamente esta escandalosa situación la que va a constituir una importante oportunidad para modificar no sólo el sistema financiero estadounidense, sino también para influir en otra manera de entender la política y sus relaciones y connivencias con las élites económicas. El problema es que para muchos de los que peor lo pasan las elecciones y el sistema político no han ofrecido hasta ahora esperanza alguna. Si la comunidad hispana con derecho a voto representa el 15% del electorado, sólo el 6,5% usó esa prerrogativa en las últimas elecciones presidenciales. Quizá para que nos hagan caso y no dejen de nuevo el futuro en manos de los de siempre podríamos recordar las palabras de Adam Smith en su clásico La Riqueza de las Naciones: "Cualquier nueva ley o regulación del comercio que provenga de los directamente beneficiarios de los negocios ha de ser asumida sólo tras larga y cuidadosa comprobación. Provienen de un tipo de personas cuyo interés nunca es el de la gente, y que más bien pretende decepcionar sus esperanzas y seguir oprimiéndola".

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