Manos que salen de trajes bien cortados aprietan hoy en la ONU el botoncito rojo, verde o amarillo para pronunciarse sobre el bloqueo/embargo*. Las últimas semanas, la tele nos ha lanzado el repertorio completo de cifras, testimonios y análisis sobre los estragos de las restricciones comerciales que padece Cuba. El tema ha sido tan manipulado por los políticos que, desde acá abajo, muchos hemos optado por “ponerle el off” o “apagarle el tabaco”.
Al prever el resultado de las votaciones, me gustaría remitirme al otro asedio, al de cada día. Ese que impide que yo pueda entrar o salir libremente de mi país, que me asocie con un grupo político o cree una pequeña empresa familiar. Un bloqueo interno, construido a base de limitaciones, control y censura, que ha costado a los cubanos cuantiosas pérdidas materiales y espirituales. Pruebo a dejarme llevar por el Granma –tengo que hacer un gran esfuerzo- y trato de encontrarle el protagonismo a esto que hoy se debate en las Naciones Unidas. Salgo a la calle y lo que más salta a la vista son las continuas restricciones que nuestro gobernantes nos imponen; ese muro contra el cual nadie votará hoy en la ONU.
¡Si nos dejaran apretar el botón! ¡Si pudiéramos votar para sacudirnos el cerco que nos bloquea en el interior de la Isla! Yo dejaría mi dedo sobre el botón color verde durante varios días.
* Me resisto a llamarlo de ninguna de las dos formas acuñadas –ya saben lo malcriados que somos los lingüistas con esas cosas-. En mis conversaciones cotidianas le digo simplemente “el pretexto”, la torpe “justificación” que le sienta tan bien a quienes nos bloquean aquí adentro.