La decisión del presidente Eduardo Duhalde de abstenerse en la votación sobre los derechos humanos en Cuba es inaceptable y constituye una injuria al pueblo argentino, cuya "enorme mayoría" dice haber interpretado. Además, es totalmente incoherente que, mientras el Gobierno manifiesta promover una intransigente y radical defensa de los "derechos humanos" en nuestro país, se omita en su deber de solicitar una enérgica condena a la atroz situación que vive Cuba. El reciente juicio sumario a decenas de disidentes y el fusilamiento de tres personas que intentaban escapar del "paraíso" castrista, no es más que la punta de un iceberg: la brutal tiranía que oprime la Isla-Prisión desde hace más de 40 años. En efecto, el déspota Fidel Castro transformó a Cuba en un siniestro espectro, en el cual 400.000 hombres, mujeres y niños han pasado por 241 campos de concentración; 54.000 personas fueron muertas por motivos políticos (incluyendo 12.486 fusilados en el tristemente famoso "paredón"); se mantienen aún cerca de 20.000 presos políticos; un millón y medio de personas huyeron; decenas de millares murieron en el intento de fuga hacia la libertad y 800.000 familias solicitaron visas para emigrar. Poco después de la visita de Juan Pablo II a Cuba, el régimen castrista implantó la denominada "Ley de la Independencia Nacional", en realidad una auténtica "ley mordaza" que representa un retorno a los peores tiempos del socialismo stalinista o del socialismo-nacional hitlerista. Como si lo anterior fuera poco, cabe recordar que el tirano del Caribe movilizó a 300.000 "combatientes internacionalistas" para exportar la revolución a las Américas, Asia y África. Fidel Castro hizo de Cuba, además, un "paraíso de turismo sexual" por causa de la desbordante prostitución, inclusive infantil, y ostenta los más altos índices de suicidio y de abortos del Hemisferio. A la luz de esta inmensa tragedia, que tanto dolor acumula, a lo largo de tanto tiempo, sobre tan impresionante masa de víctimas, es incomprensible y contradictorio que el gobierno argentino pura y simplemente haya optado por abstenerse en la comisión de derechos humanos de las Naciones Unidas. ¿Y, cuál es la postura de los candidatos presidenciales, quienes en su mayoría, como afirmó el Presidente Duhalde, estarían de acuerdo con esa abstención?
En la misma contradicción han incurrido los candidatos presidenciales que se manifestaron en favor de la abstención cuando simultáneamente sustentan posturas intolerantes y hasta agresivas cuando reivindican enarbolar la bandera de los derechos humanos fronteras adentro.
En tales circunstancias, Reconquista y Defensa pide una vez más a los candidatos una respuesta a la Carta Abierta que les dirigiera solicitándoles una definición en diez puntos esenciales sobre el proyecto de país que aspiran a implantar caso accedan al poder y sobre los cuales, hasta el momento, insisten en mantener un inexplicable clima de ambigüedad y confusión.