Frómeta conoce muy bien los verdaderos resortes que accionan los bolsillos de esa parte del envejecido, pero activo exilio cubano de Miami. Se educó a la sombra del pillo Andrés Nazario Sargen, toda una cátedra en materia de terrorismo contra Cuba y maestro en vivir del dinero ajenoâ¦que en gloria esté, quien lo reclutó en las filas de Alpha 66, allá por 1969, recién llegado a Nueva York, después de salir clandestinamente de Cuba a través de la Base Naval de Guantánamo.
Nacido en 1945 en la zona oriental de Cuba, a sus 64 años, este personaje lleno de ambiciones personales, mentiroso por antonomasia y traidor genético, sigue viviendo âdel cuentoâ de la libertad de Cuba, con el beneplácito de quienes necesitan de estos especímenes en su catálogos de asesinos.
Entrenado a principios de la década del setenta en los controversiales campamentos que Alpha 66 utilizaba en la zona pantanosa de los Everglades, al oeste de Miami, Rodolfo Frómeta se preparó en el uso de armamentos, explosivos y guerra irregular, lo que le permitió convertirse, ya en los años ochenta, en uno de los más peligrosos cabecillas de la organización contrarrevolucionaria dirigida por el traidor Nazario Sargen, en la zona de New Jersey, desarrollando actividades de propaganda contra la Revolución Cubana, así como las consabidas recolectas de dinero, -en las que Frómeta es todo un experto-, y en la tarea de conseguir nuevos reclutamientos entre los exiliados.
Como parte de una operación de infiltración, Rodolfo Frómeta llegó a Cuba bajo la fachada de visitante, procedente de Miami el 11 de octubre de 1981, con la misión de crear células de acción y sabotaje dentro de la isla, específicamente en la zona de la actual provincia de Guantánamo. Entre sus malogrados planes estaban los de sabotear cultivos agrícolas, fundamentalmente en el sector azucarero; causar daños al transporte estatal âuna de sus predilecciones-, envenenar al ganado destinado a la alimentación de la población y conseguir información sensible del Estado cubano.
Denunciado a las autoridades por uno de los cinco miembros de su incipiente grupo clandestino, fue arrestado doce días después y puesto a disposición de los tribunales por sus actividades criminales dentro del territorio nacional, recibiendo una condena de veinte años de privación de libertad.
Durante los interrogatorios previos al juicio, Rodolfo Frómeta puso en conocimiento de la Seguridad del Estado cubana, amplia y detallada información acerca de las acciones terroristas de Alpha 66 y otras organizaciones contrarrevolucionarias radicadas en Estados Unidos y de sus contactos con la Agencia Central de Inteligencia. Como resultado de las confesiones de Frómeta, los órganos de la contrainteligencia cubana lograron capturar dos meses después al agente de Aplha 66 Orestes Rafael âEl Guajiroâ González Fernández, a su arribo a La Habana procedente de Miami.
Su relación personal con su mentor Andrés Nazario Sargen estuvo matizada siempre por la hipocresía característica de estos individuos. Frómeta no perdía posibilidades de acusar a Nazario de âcapitán cebollitaâ, es decir, de enviar a sus hombres a las acciones más difíciles, mientras el viejo terrorista vivía de las relaciones públicas y del dinero que se colectaba en las calles de Miami, New Jersey y New York. Pero a su vez, el viejo Nazario ascendía a su detractor a âcomandanteâ y le exaltaba su ego desmedido. Cosas del exilio.
Después de ser excarcelado en Cuba a principio de los años noventa, Rodolfo Frómeta regresa a los Estados Unidos y se reincorpora a las actividades de Alpha 66, hasta que en 1994 es detenido, esta vez por las autoridades norteamericanas, cuando intentaba introducir clandestinamente en Cuba un alijo de armas.
Exacerbadas las desavenencias con el capo Nazario Sargen, Frómeta Caballero decide romper sus vínculos con Alpha 66 y en 1994 funda la organización Comandos F-4, autoproclamándose Comandante en Jefe de un grupúsculo que según los burlones de Miami, está integrado por muchos comandantes sin batallas y un solo capitán, porque hasta ahora, jamás se ha conocido a un solo soldado de línea de esta agrupación que si se caracteriza por incentivar acciones subversivas y contrarrevolucionarias dentro de la isla, a través de sus testaferros disfrazados de disidentes y bajo el amparo de supuestas organizaciones de derechos humanos (entiéndase la Sección de Intereses de Estados Unidos en La Habana).
En su desenfrenada y paranoica carrera terrorista contra el pueblo de Cuba, Rodolfo Frómeta fue nuevamente detenido por agentes del Buró Federal de Investigaciones norteamericano (FBI), cuando trataba de adquirir armamento pesado, entre ellos, varios cohetes antiaéreos Stinger, por lo que fue condenado a tres años y medio de reclusión domiciliaria. Estos cohetes de alto poder destructivo se usarían por los miembros de los Comandos F-4 para derribar helicópteros cargados de turistas sobre las playas de la isla.
En sus acostumbradas presentaciones en la televisión o a través del espacio radial de que dispone cada domingo en la emisora Radio Mambí, el autotitulado âcomandanteâ Rodolfo Frómeta se jacta de las acciones terroristas que supuestamente realizan en Cuba sus células secretas. Caldo de cultivo para los burlones del orate que se disfraza de guerrillero y cena cada noche en el restaurante Versailles de la calle 8 y la avenida 34 de Miami, después de enseñar orgulloso las fotos (montadas primitiva y burdamente en Photoshop) de autos quemados y vidrieras destruidas en Cuba, con el único fin de seguir recaudando dinero de los ilusos que siguen pensando en Miami, que en las próximas navidades, se comerán en La Habana, âel lechón sin Castro”.
Durante el juicio celebrado contra los Cinco Héroes cubanos encarcelados injustamente en los Estados Unidos por enfrentar al terrorismo que se engendra desde Miami contra Cuba, Rodolfo Frómeta Caballero fue citado como testigo de la defensa, pero la Fiscalía impidió que compareciera. Demasiadas deudas tiene este terrorista con la justicia norteamericana, como para repetir delante de un tribunal, su atorrante verborrea radial y televisiva. Y todo a cambio de seguir pastando libremente en el estercolero que reservó la historia para esta caterva de traidores de su propio pueblo.