Es inconcebible e irritante cómo hay una gran cantidad de gobernantes y líderes políticos supuestamente vinculados con la democracia que se preocupan por cumplir consignas que favorecen a la tiranía totalitaria marxista-leninista de Fidel Castro y que no se interesan en modo alguno por denunciar la existencia de presos políticos y múltiples restricciones a la libertad en Cuba. Es una situación totalmente incompatible con los derechos humanos que está por cumplir, en muy pocos días, medio siglo de trágica existencia.
En la actualidad muchos gobernantes del Hemisferio Occidental se han empeñado en tener gestos que constituyen una especie de tributo a la tiranía de Castro con cualquier pretexto. Inclusive se inventan reuniones oficiales de jefes de estado para poner énfasis en la presencia de Raúl Castro que junto con su hermano Fidel gobierna Cuba. Se habla, con frecuencia, con marcada y sospechosa insistencia, sobre el embargo económico de los Estados Unidos contra Cuba y se soslaya por completo la razón fundamental por la cual no se levanta ese embargo, cual es la existencia de condiciones absolutamente adversas a la democracia en ese país. Entre esas condiciones están la libertad de los presos políticos y la vigencia de los derechos humanos. Ya se sabe que la vigencia de los derechos humanos incluye todo lo que inherente a la causa de la libertad en general.
Se está poniendo de moda, por llamarlo así, adoptar actitudes favorables a la tiranía de los Castro que posiblemente a ellos mismos les sorprende tanta reverencia, por no decir tanta indignidad. Es inaceptable que se ignore todo el Calvario del pueblo cubano durante este medio siglo, con actual vigencia cuando se está al borde de un aniversario excepcionalmente doloroso.
Con respecto al embargo económico de parte de los Estados Unidos de América hay que tener en cuenta que no funciona en un sentido total porque excluye alimentos y medicinas, que Cuba ha estado comprando desde hace ya muchos años. Además, hay que considerar que lo que falta en Cuba se debe, fundamentalmente, por no decir exclusivamente, al desorden y la arbitrariedad del sistema comunista implantado allí por esa tiranía. Todo lo que el gobierno de Cuba quiera adquirir para llenar las necesidades del pueblo lo puede encontrar en países lejanos o inmediatamente cercanos que no ponen ninguna restricción para vender sus productos. Lo que ocurre es que tiene que pagarlos, con la excepción de los regalos –que no son pocos– que le hacen algunos gobiernos que se manifiestan de esa forma más o menos solidarios con el régimen de los Castro.
Hay que rechazar y condenar la indiferencia de los que se hacen los que no entienden cuál es la tragedia de Cuba y dan la impresión de situarla en el campo de ese relativo embargo económico estadounidense.