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General: REFLEXION
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De: Luzdeluna (Mensaje original) |
Enviado: 17/03/2009 23:26 |
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EL CURIOSO IMPERTINENTE
La curiosidad es una característica que asociamos con la niñez y también la impertinencia. Es difícil ser curioso y no ser impertinente. Pasearnos por la vida con los ojos abiertos y meternos en espacios para los que no hemos recibido invitación es algo que puede ser molestoso, en ocasiones algo inmaduro, pero permite aprender, cuestionar y, además, poner sobre el tapete temas que habitualmente no son tratados abiertamente.
No podemos ser curiosos todo el tiempo, ni tampoco ser impertinentes. Tampoco podemos pedir que todo el mundo sea curioso e impertinente. Pero una de las cosas importantes en nuestra relación con los niños y adolescentes, ya sea como padres o maestros, es permitirles y fomentar la curiosidad impertinente cuando aparece espontáneamente, y alentarla cuando no es un rasgo que defina su personalidad.
No es algo siempre fácil y muchas veces somos contradictorios: si un niño nos hace preguntas incómodas acerca de su pasado o el nuestro, acerca de nuestra intimidad, podemos decirle "no seas curioso" y añadir algún refrán como "la curiosidad mató al gato"; o podemos acusarlo de impertinente cuando nos señala alguna incoherencia o inconsistencia.
Pero no nos parece impertinente o su curiosidad puede llenarnos de orgullo, cuando se trata de algo más cercano a nuestros intereses o entra en el campo de lo académico y lo aséptico.
El problema es que uno de los motores de la curiosidad es el deseo de conocer acerca de uno mismo, sus orígenes y los entretelones de nuestras vidas, vale decir, el entramado de la historia familiar, que incluye, sin duda, en todos los casos, esqueletos en un closet y trapos sucios que nunca se han lavado (sobre todo, a pesar del dicho, los de casa).
Reprimir esa curiosidad impertinente en los niños puede matarla para todo lo demás, también para aquello que sí promovemos y alrededor de lo cual hacemos y recibimos sermones que quieren a nuestros niños creativos, críticos, innovadores y mucho más.
La curiosidad impertinente puede ser molestosa e incómoda, pero constituye un valor en la crianza y la educación. Los mayores debemos tener la correa suficiente para aceptar sus efectos secundarios y alentar las muchas ventajas que tiene para un desarrollo sano y, a la postre, para una relación intergeneracional productiva.
De la red
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Muy buen mensaje!!!
gracias por compartirlo
Azucena |
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