entrevista exclusiva al enfermero roberto cruz cruz
Argentina asiló a un refugiado cubano porque se violan sus derechos humanos
Es hijo de un héroe de la Revolución, pero desertó cuando llegó a Buenos Aires invitado por la OMS. Entre los fundamentos esgrimidos por el Gobierno argentino para darle asilo, se reconoce que Roberto Cruz Cruz tiene “temor fundado de persecución por una opinión política”. Su caso se hace público, en medio de las tensiones por la médica Hilda Molina y luego de que Cristina Kirchner exigiera que ningún país interfiera en los asuntos cubanos.
Por Matias Marini
Teléfono. Cruz Cruz recibió a PERFIL en su hogar. Su padre en La Habana no quiere hablar más con él.
En medio de las tensiones que existen entre Cuba y la Argentina por Hilda Molina, en Buenos Aires Roberto Cruz Cruz muestra su pasaporte cubano, donde se lee: diez días de autorización para permanecer en el exterior. “Y miren, el número de mi pasaporte es distinto en la primera hoja respecto de la segunda”, advierte a PERFIL este cubano de 39 años, licenciado en Enfermería. “Esto lo imprimen con error a propósito, para que cuando un cubano en el exterior pida refugio, las autoridades extranjeras duden de la validez del documento y le bloqueen la solicitud.”
La historia es moneda corriente. Profesionales cubanos de la salud que aprovechan las misiones oficiales en el exterior para no regresar a Cuba. Es lo que hizo Roberto, a quien en enero el Estado argentino reconoció como refugiado y le otorgó residencia temporaria en el país.
“Deserté de la Revolución. Vivir en Cuba es como estar en el ejército. Para ellos, permanecer en el exterior más de la cuenta es desertar. Por eso, en caso de volver, yo iría preso, me quitarían el título y me prohibirían de por vida ejercer mi profesión”, relata el cubano desde su casa en Flores.
El 9 de enero, Roberto fue reconocido como “refugiado” mediante el acta resolutiva N.018, emitida por el Comité de Elegibilidad para Refugiados (Cepare), dependiente de la Dirección Nacional de Migraciones del Ministerio argentino del Interior. El Estado argentino entendió que Cruz cumplía “los presupuestos legales” para gozar del beneficio del refugio, entre ellos el “temor fundado de persecución por una opinión política”.
Entre los fundamentos de la resolución, el Gobierno argentino reconoce que “es de público conocimiento que los ciudadanos cubanos deben solicitar permiso de salida de su país, violándose el artículo 12 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos”.
“De acuerdo a la información del país de origen –se lee en el documento emitido por el Ministerio del Interior–, la sanción por desertar de una misión oficial, o si se niega a regresar cuando se lo requieran, de acuerdo al Código Penal cubano, está tipificada con una pena que puede ir desde los tres a los ocho años de prisión”. Y sostiene: “Lo que a primera vista se confunde con la aplicación de un castigo excesivo, se trata de una ley que no responde a los estándares de derechos humanos”.
A partir de las fuentes cubanas consultadas y citadas por el Cepare, el organismo sostiene que “del exceso de pena prevista en el caso de condena, podría esgrimirse que el fundamento de esta ley es la persecución (...) por motivos de opinión política”. En busca de una explicación, PERFIL contactó al Ministerio del Interior, cuyo vocero indicó que Martín Arias Duval, director nacional de Migraciones, no haría declaraciones por no disponer del expediente ni de información al respecto.
Bienvenido. El DNI argentino que hoy Roberto exhibe con orgullo esconde en sus hojas muchas horas de tormentos. El enfermero llegó a Buenos Aires con 20 dólares, unas pocas prendas y se alojó varios meses en una precaria pieza de pensión compartida. “Estuve dos meses comiendo pan con té”, relata.
“Usted acá sólo tiene derecho a morirse de hambre”, cuenta que le espetó una funcionaria de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación, organismo al que acudió Cruz en búsqueda de soluciones. “Parece mentira que un comunista como yo, que estuve exiliado de Argentina, tenga ahora que ayudarte”, le dijo a su vez un directivo del Ministerio argentino de Educación, consultado por el enfermero para intentar revalidar su título.
Roberto llegó a Buenos Aires el 15 de abril de 2007, en una misión oficial cubana. Como funcionario del Ministerio de Salud, en el Centro Provincial de Higiene y Epidemiología de La Habana Cruz desarrolló una modalidad de atención ambulatoria para pacientes con sida que le valió la invitación de la Organización Mundial de la Salud para disertar en el IV Foro Latinoamericano de VIH, que en aquel momento se celebraba en Buenos Aires.
“Le conté de mi situación a una pareja de argentinos que viajaba en el vuelo que me traía a Buenos Aires. Me sorprendió que conocieran tan bien la verdadera cara de la situación en Cuba. En la isla me habían dicho que los argentinos amaban a Fidel, por eso yo tenía miedo de hablar aquí. Me orientaron con el trámite y me regalaron 50 pesos para que me sostuviera mientras iniciara mi solicitud de refugiado político.”
—¿Por qué decidió no regresar a Cuba?
—Una vez que pisé la Argentina y ya fuera del control del gobierno comunista, decidí pedir refugio político a las autoridades locales. Mi decisión de escapar rondaba en mi mente desde adolescente y creció al perder toda esperanza de un cambio de sistema en mi país. Fui perseguido, interrogado y torturado psicológicamente por profesar mi religión cristiana. Perdí la mayoría de mis amigos, que de a poco emigraban.
—¿Qué dijo su familia acerca de su decisión?
—Mis padres son comunistas. Consuelo, de 67 años, trabajó treinta años en una secretaría militar secreta. Roberto, de 74, es un ex coronel de las Fuerzas Armadas Revolucionarias. El se ofendió mucho cuando le dije que no volvería. Me cortó el teléfono. Estuvimos muchos meses sin hablarnos. Mi relación con mi padre nunca fue fácil. Cuando adolescente le confesé mi fe cristiana, me destrozó la Biblia y me quitó la llave de la casa. A los 15 años me internó en una escuela militar de principios comunistas.
—¿Cómo hará para volver a verlos?
—Mi papá está gravemente enfermo del páncreas. Quizá no vuelva a verlo. Pero no pierdo las esperanzas de traerlos acá, porque no me dejarán volver a entrar en la isla. Cuando desaparezca el régimen comunista, yo vuelvo a mi patria. Quiero morir en Cuba.
http://www.diarioperfil.com.ar/edimp/0361/articulo.php?art=14247&ed=0361