urante las dos últimas semanas, el New York Times ha publicado a una serie de artículos sobre las condiciones en las que los soldados estadounidenses luchan en Afganistán.
Al describir la vida de los soldados y llamar la atención sobre sus infernales condiciones allí, los artículos del Times revelan muchísimo más de lo que se supone que sus autores querían explicar. Para cualquiera que los lea con cierta conciencia histórica, describen una guerra colonial contra una población en su conjunto, llevada a cabo por tropas estadounidenses que no encuentran mucho sentido en la violencia que están desatando contra el pueblo afgano.
El 20 de abril, el Times publicó un artículo titulado “Pinned Down, a Sprint to Escape Taliban Zone” [Atrapados, correr para evitar la zona Talibán]. Se inicia con la descripción de un pelotón estadounidense tratando de cubrirse para esquivar una emboscada Talibán que quiere vengar la muerte de uno de los suyos, y sigue así “Había empezado otro enfrentamiento encarnizado en un barranco del este de Afganistán, condicionado por las circunstancias que han hecho que la guerra contra los Talibán parezca interminable: un terreno accidentado que favorece las emboscadas y evita que los soldados estadounidenses se agrupen; aldeas completas que colaboran con los resistentes; y adversarios experimentados que luchan cada uno según sus posibilidades y aprovechando sus ventajas”.
La respuesta de los soldados atrapados es pedir apoyo aéreo y artillero, que se lleva a cabo lanzando bombas y misiles de mortero contra las posiciones afganas sobre el cauce del río donde han quedado atrapadas las tropas estadounidenses. Los objetivos, aparentemente, no sólo incluyen laderas desérticas donde se refugian los resistentes, sino también aldeas. El Times añade: “soldados con ametralladoras pesadas y lanzaderas automáticas de granadas se centran en tres aldeas- Donga, Laneyal y Darbart- desde donde se disparaba al pelotón atrapado”.
A mitad del artículo, el Times explica que la población local es hostil porque el gobierno afgano, apoyado por Estados Unidos, les ha dejado sin trabajo al prohibirles vivir en la zona. Y señala que “ahora los Talibán pagan mejores salarios en el valle” y añade que las fuerzas estadounidenses han establecido su base en la región en una serrería. El lector, seguidamente, se entera de que las fuerzas estadounidenses están utilizando munición con fósforo blanco- arma química que abrasa la carne hasta el hueso- y que un fotógrafo del Times acompaña a los soldados en el enfrentamiento. El artículo no dice si el Times ha aceptado autocensurarse a cambio de obtener permiso para que su gente acompañe a los soldados en combate.
Una vez asesinados varios afganos y abandonado el enfrentamiento, los soldados buscaron y al final encontraron el cadáver de uno de los suyos que había desaparecido. El comandante de la compañía se dirigió a ellos: “No puedo decir nada que pueda devolvernos a Dewater. Pero lo mejor que podemos hacer por él es continuar haciendo la tarea que ustedes, muchachos, realizaron el otro día”.
“El comandante, al parecer, se refería a un incidente descrito en un artículo anterior del Times. El artículo del 17 de abril, “Turning Tables, US Tropos Ambush With Swift and Letal Results" [Dar la vuelta a la tortilla, los soldados estadounidenses tienden una emboscada a los Talibán con resultados rápidos y letales]: “La emboscada, en Viernes Santo, se convirtió en apoyo emocional para los soldados que se encuentran en la provincia de Kunar, quienes la han considerado como una reafirmación de su equipamiento y entrenamiento y una bien acogida revancha en una zona en la que, en los últimos años, se habían perdido más vidas estadounidenses que en ninguna otra”.
La mayor parte del artículo del 17 de abril se dedicaba a la descripción detallada de cómo los soldados estadounidenses “mataron al menos a 13 resistentes, y quizás algunos más, con rifles, ametralladoras, minas Claymore, granadas de mano y un cuchillo”.
En el artículo del 20 de abril, el Times explica que los ancianos de la aldea “llegaron al puesto avanzado para decir que los estadounidenses habían disparado contra una partida de hombres de la localidad que buscaban a una niña que se había perdido”. El comandante estadounidense se limitó a rechazar la denuncia de los ancianos como “una de las mentiras más ridículas que jamás había oído”.
El Times, repetidamente, resalta la hostilidad de la población hacia la ocupación estadounidense. En otro artículo de esta serie, publicado el 13 de abril, “In Afganistán, Soldiers Bridge 2 Stages of War” [En Afganistán, los soldados llevan cabo dos fases de la guerra], informa”:Los campesinos han dicho sin rodeos a los militares estadounidenses que no quieren que estén allí... En una aldea, los soldados encontraron a una vieja que llevaba un rifle de asalto bajo su manto; en otra, a un muchacho de 12 años con una lanzadera de granadas”.
Lo que sale a la luz en los relatos del Times, con independencia de cuales sean sus intenciones, es la descripción de una ocupación imperialista. El Times da por seguro que la hostilidad de la población local a la ocupación estadounidense debería ser reprimida, que se les puede despojar arbitrariamente de sus medios de vida, y que se puede asesinar a los habitantes locales sin procesamiento. En lo relativo a los soldados estadounidenses, ante el dolor por la muerte de sus compañeros, al parecer se les recomienda que se venguen asesinando afganos.
La cobertura del Times, se produce poco después de que el presidente Barack Obama- cuya elección se debió en gran parte a la oposición popular a la guerra, y a sus primeras declaraciones contra la guerra de Iraq y del gobierno Bush- anunciara los planes de escalada bélica estadounidense en Afganistán. El 27 de marzo hizo público su propósito de enviar al menos 21.000 soldados más a Afganistán e intensificar los ataques estadounidenses en el interior de Pakistán.
En el artículo del 13 de abril queda claro que la política de Obama incrementará la lucha detallada en los artículos posteriores. El Times dice: “Son visibles nuevas edificaciones de una serie de pequeñas bases estadounidenses entre Kabul y la frontera paquistaní”. Sus responsables afirmaron que esas infraestructuras albergarán a la mayoría de los 21.000 nuevos soldados que deben llegar a finales de este año y servirán como rampa de lanzamiento para que las tropas de refresco llenen los vacíos existentes”.
Las fuerzas estadounidenses van a presentar a los afganos un ultimátum: O unirse a las milicias financiadas por Estados Unidos o enfrentarse a sus ataques. En el artículo del 15 de abril, titulado “In Recruiting an Afghan Militia, US Faces a Test” [ Al reclutar una milicia afgana, Estados Unidos se enfrenta a un reto]. El Times, subraya: “Los militares están copiando una de las páginas de un programa similar que ha contribuido a llevar la tranquilidad a Iraq, donde los estadounidenses contrataron a más de 100.000 iraquíes, la mayoría sunníes y muchos de ellos miembros de la resistencia, para mantener la paz”.
En Afganistán, las fuerzas estadounidenses llevan a los viejos de las aldeas a reuniones donde les dicen que “se está acabando el tiempo” para decidir si se unen a las milicias pagadas por EE.UU.. Aquellos que se nieguen serán considerados enemigos. Un afgano que trabaja para ellos dijo a unos viejos reticentes: Si no aceptáis, os vamos a considerar Talibán.”
El Times es completamente consciente de que estos enfrentamientos a lo largo de las regiones fronterizas entre Afganistán y Pakistán se van a extender al interior de Pakistán, con las desastrosas consecuencias para este país. “Los militantes Talibán están formando grupos con milicias locales para hacer incursiones en el Punjab, la provincia que alberga a más de la mitad de los paquistaníes, revitalizando una alianza que las autoridades paquistaníes y estadounidenses afirman que constituye un riesgo para la estabilidad del país... Mientras loa ataques con aviones sin piloto amenazan los refugios de los Talibán y de al-Qaeda en la zona fronteriza poblada de tribus, los resistentes están atacando cada vez más en el interior de Pakistán, como venganza y a la búsqueda de nuevos refugios.”
Los Talibán consiguen también apoyo apelando a la hostilidad de los campesinos hacia los terratenientes, que constituyen una parte sustancial de la clase dirigente paquistaní. Los Talibán han obligado a irse a los señores de la guerra, se han hecho cargo de los arrendamientos del campesinado y controlan las minas locales. Luchan, según el Times “en cualquier parcela de poder: los propietarios de tierras y líderes electos- que normalmente son las mismas personas- y una policía mal pagada y desmotivada.”
En un asombroso artículo de análisis de clases que parece fuera de lugar en sus páginas, el Times, añade que según los analistas y funcionarios: “Tras la independencia en 1947, Pakistán mantuvo una pequeña clase alta de terratenientes que conservó sus enormes propiedades mientras sus trabajadores seguían como siervos. Los gobiernos paquistaníes desde entonces no han sido capaces de llevar adelante una reforma agraria, ni siquiera establecer unas mínimas infraestructuras educativas o sanitarias. No existen previsiones de progreso para la mayoría rural pobre”.
Podría disculpase a los lectores del Times si se preguntan por qué estos temas no se plantean con más frecuencia en sus páginas. Pero, esta importante afirmación plantea otra cuestión: ¿Qué pasa con Estados Unidos para que permita a su principal aliado en el subcontinente indio, el Estado de Pakistán, que mantenga semejante estructura de clases tan inicua? El hecho cierto es que el capitalismo opresivo de Pakistán está estrechamente asociado a los intereses que la propia burguesía estadounidense persigue en la región.
La guerra de Obama contra Afganistán y Pakistán- que continúa sin fisuras las políticas de Bush y de sus predecesores- defiende un orden regional que se ha demostrado enormemente beneficioso para la clase dirigente estadounidense. Las fuerzas estadounidenses y la violencia en Pakistán bloquean los accesos por tierra desde China y la India a las reservas energéticas del golfo Pérsico, y prosigue la política de EE.UU. de aislar a Irán y amenazar a Rusia por el norte.
De esta manera, evitan el desarrollo de acontecimientos que pudieran amenazar el papel dominante que juegan el ejército estadounidense y los intereses energéticos y financieros en Eurasia y Oriente Próximo y, podría añadirse, en el propio interior de EE.UU.
Esas políticas no van ligadas al aumento de la prosperidad o de la democracia. Por el contrario, implican el uso de la violencia para reprimir a las poblaciones descontentas y mantener a las elites corruptas con las que la burguesía estadounidense comparte los expolios de la región. Esos son los intereses que provocan el baño de sangre descrito en las páginas del Times.