Un árbol no dará frutos adecuados si le cortan las raíces. Después del cambio en 1959, la intervención de las escuelas privadas y religiosas en la isla y los cambios en la escuela pública trajeron nuevos derroteros a la enseñanza en Cuba. Aquellos vientos trajeron estas tempestades.
Desde politización de programas de estudio hasta concepciones de enseñanza ligadas al trabajo agrícola transformaron la enseñanza pública cubana asentada en una tradición pedagógica de más de 166 años. Fue en 1793 bajo los influjos de la Ilustración española, cuando un grupo de patricios isleños fundaron la Sociedad Económica de Amigos del País.
Esta institución que aún hoy pervive a penas en el país, abrió las primeras escuelas primarias gratuitas en Cuba, y además, fundó el primer museo, la primera biblioteca pública, la primera escuela de Bellas Artes, nombrada San Alejandro. Es notable que la Sección de Educación estuviera dirigida por alguien como José de la Luz y Caballero.
A partir de 1842, con la promulgación de la Ley de Instrucción Primaria para Cuba y Puerto Rico, la educación pública pasó de manos de la SEAP a la de las autoridades coloniales. Medida que en general retrotrajo, los pocos avances logrados. Sin embargo, hubo planteles docentes, en manos intelectuales que continuaron la labor formadora de la SEAP.
Solamente en 1850, se estableció en Cuba la primera Escuela Normal de Maestros. Las escuelas públicas cubanas desconocieron los progresos de la ciencia y la tecnología del siglo XIX. El estancamiento de la enseñanza durante los últimos años de la colonia afectó duramente la instrucción del pueblo cubano.
En 1899, la población de Cuba ascendía a 1, 572, 000 habitantes, de los cuales, un 63, 9 % era analfabeta, y entre un 5 % a un 6 % de los niños en edad escolar estaban escolarizados en las 312 escuelas públicas primarias que había en el país. Vale aclarar que existía una red de escuelas privadas dirigidas por religiosos católicos la mayoría, o por maestros cubanos de renombre.
Como resultado del censo general llevado a cabo por las autoridades de ocupación estadounidense, se constató el estado desastroso de la enseñanza pública en Cuba, y una de las medidas tomadas fue la de establecer un nuevo sistema de escuelas públicas elementales en el país. A la par, instrumentaron los primeros cursos de formación de maestros mediante cursos de verano en instituciones de los EEUU con el fin de elevar el nivel de los formadores cubanos. Estas primeras hornadas de profesores engrosaron las filas de pedagogos cubanos con una visión moderna de la enseñanza. Destacados educadores cubanos salieron de esos primeros cursos. Como dos ejemplos, tenemos las figuras de Ramiro Guerra y Arturo Montori.
A inicios del siglo XX ejercían la profesión en Cuba 3 613 maestros. Las escuelas públicas ascendieron de 312 a 3 313 en sólo 8 meses y acogieron una matrícula de 172 273 alumnos, según datos de la obra La Instrucción pública en Cuba, de Enrique José Varona, Secretario de Instrucción pública durante el período de la ocupación.
Una vez instaurada la República, el primer presidente Don Tomás Estrada Palma expresó la necesidad de que fuera una República de maestros y no de soldados. En consecuencia, el presupuesto escolar fue de poco más de 3 millones de pesos. Se crearon 145, pero ante la situación crítica de la enseñanza hacían falta más recursos. Entre 1913 y 1917, Varona, entonces vicepresidente de la República, abrió 836 aulas, y 110 casas escuelas.
La primera ley escolar republicana data de 1909. Aunque produjo cambios positivos, pecó al instaurar una burocracia -directores de escuelas y juntas de Educación- asentada en los avatares políticos. Sin embargo, la finalidad de la enseñanza fue la de formar ciudadanos, y por consiguiente se le dio gran importancia a la educación moral y cívica. En las escuelas públicas se instituyó con obligatoriedad la jura de la bandera, el respeto a los símbolos patrios y fechas patrias como trabajo de formación de los nuevos ciudadanos.
La bibliografía escolar quedó en manos de ilustres educadores y hombres de ciencia cubanos como Esteban Borrero y Carlos de la Torre y Huerta, por ejemplo. Para la superación de los maestros se publicó durante muchos años la revista Instrucción Primaria, en la que aparecieron trabajos de pedagogos tan eminentes como Alfredo Aguayo, Arturo Montori, Ramiro Guerra, Don Carlos de la Torre, Enrique José Varona, etc.
Después del 4 de septiembre del 35 se crearon las Escuela cívico- militares para niños de 6 a 14 años, los hogares infantiles campesinos, las Escuelas de perfeccionamiento y el Instituto Cívico- Militar que emplearon los más modernos métodos de enseñanza existente en aquel entonces se incrementaron el número de profesores en unos 1 200. También en este período del 36 al 44 se abrieron los cursos nocturnos para adultos que contaron al inicio con una matrícula de 25 000 alumnos.
A pesar de esos esfuerzos, dirigidos principalmente hacia los centros urbanos o rurales más cercanos a las vías de comunicación, la masa del campesinado prosiguió en la miseria instructiva. El desarrollo de la pedagogía cubana fue realmente un desarrollo de carácter urbano. Aunque se crearon programas y actividades como la del Día del Árbol, los huertos escolares, los talleres de Artes y Oficios, ellos no llegaron a zonas de campo intrincadas.
Se fundaron, además, escuelas normales de maestros y escuelas normales de kindergarten en la mayoría de las ciudades cabeceras provinciales. Por ejemplo, en la antigua provincia Las Villas existían entre 1940 – 1944, unas 1 010 escuelas, 1 861 y 11 hogares infantiles campesinos, correspondientes a las 11 zonas escolares cívico militares en que estaba repartida la provincia, y 275 escuelas rurales cívico – militares, según la enciclopedia popular Cuba en la mano. Un dato a destacar es el de que estas escuelas estaban atendidas por oficiales militares que atendían las especialidades de pedagogo, higienista, veterinaria, dentista, maestro de oficios y maestro agrícola.
El rescate de toda esta tradición pudiera bien servir a los retos que la educación cubana deberá enfrentar en un futuro posiblemente próximo.
Fuente: CubaNet
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