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Impotente me sentí cuando vi a mi madre llorando. “Tengo deseos de morirme, estoy cansada de que me pisoteen”, me dijo con los ojos llenos de lágrimas. Me percaté de que estaba siendo víctima de la depresión. Como nada podía hacer para ayudarla, la rabia me robaba la calma. Escribir fue mi único alivio.
Puede parecer una historia melodramática, pero sólo quien la sufre, sabe cuánto duele. Mi mamá siente que en el trabajo la rechazan. No soporta más esa situación y quiere dejar el empleo, pero no puede. De los 260 pesos en moneda nacional que cobra, todos los meses le descuentan 85 pesos por los equipos electrodomésticos entregados por la “revolución energética”. Es el único ingreso con que cuenta para pagar su deuda.