Hoy podríamos definir el capitalismo como “un sistema imperial de organización de la vida económica, social y política por parte de los ricos países occidentales, controlado y basado en la concentración y exportación de capitales por oligopolios o multinacionales (que en su lucha por conseguir la hegemonía tienden a culminar en una mano única) vía globalización, estructurado desde el absolutismo del poder industrial, financiero y mediático, avalado por el capital bancario y forjado mediante la ciencia y la técnica a través de especialistas que han puesto en marcha un motor llamado consumismo alimentado por la sociedad de masas”... Sin embargo, dicha sociedad, productora y consumista, no es otra que la clase trabajadora, cada vez mas explotada, estresada y fastidiada.

En estas condiciones, la nueva idea de “progreso” surge a partir del convencimiento absoluto en ésta “ideología del desarrollismo” evidenciadapor la economía de consumo.

Hay que advertir que la mencionada clase trabajadora de los países desarrollados ya no se concibe en un ámbito “propietario-proletario”, pues el capitalismo ha transformado el modelo de sociedad a través de la tecnificación. Digamos que “estar preparados para la vida moderna”, significa acreditar suficientes conocimientos y preparación sobretodo en el campo científico o tecnológico, conformando así una nueva “clase media” dominante representada por obreros especializados, profesionales, economistas, ejecutivos, abogados, fiscales, procuradores, médicos, etc... Estas sociedades siguen un modelo político estándar (por desgracia) de progreso y modernidad basado en el control del sector público por parte una iniciativa privada capitalista cuyos recursos económicos se generan sobretodo a partir de proyectos terciarios (obras faraónicas, eventos, parques temáticos, casinos, puertos deportivos, macro urbanizaciones con zonas de ocio y golf, etc., y que configuran el actual modelo económico.

Ahuyentada ya la filosofía del sistema educativo para evitar así el pensamiento y la reflexión de una sociedad configurada mediáticamente, desestimadas las faenas tradicionales (economías históricas) y artesanas en favor del trabajo especializado donde cada individuo ha de pensar técnicamente (o sea, que las consecuencias de ese pensar han de reportar un beneficio económico), no es menester decir que vivimos en una sociedad prácticamente tecnificada o de hombres-máquina, y esta condición ha procurado tanto la postración de los valores humanos y la relación entre las personas como la despolitización general de las masas, forzando a plantear los problemas políticos desde una visión exclusivamente técnica de la cual se ocupan los mencionados “tecnócratas” (la tecnocracia es una amenaza para la democracia porque impide vivir la vida siguiendo el ritmo humano, el ritmo de la naturaleza, priorizando el negocio a las personas. La perspectiva técnica pospone la humana), que sirven a intermediarios políticos que a su vez están a las órdenes de empresarios capitalistas, dueños finales del destino de este mundo. (La política en gran manera está prostituida y, como consecuencia de ello, la sociedad, en estos momentos, ha tocado fondo).

Ni que decir tiene que el actual sistema capitalista precisa del crecimiento continuode manera permanente, y para conseguirlo ha creado sus Universidades, presentes en todo el mundo: parques tecnológicos o científico-tecnológicos que, desde los años 90 y en número superior a las 260, están repletos de superespecialistas supercompetentes que, en nombre de I+D+i incrementan la cultura de la innovación y competitividad (o guerra) de las empresas en favor de los intereses científicos, tecnológicos e industriales del capitalismo o control del mundo por el dinero.

Los gestores de este sistema creen necesario convencer a todos los países de sus proposiciones, ya que son para bien del futuro de la humanidad y aportan “calidad de vida y progreso” a las personas, pues se creen depositarios de la verdad y la razón.

Sin embargo, lejos de estas garantías capitalistas de “progreso y futuro” que nos impelen a vivir y trabajar instalados lo venidero, el presente se nos advierte por esta circunstancia ausente, y es por ello que no “queremos” advertir la realidad de sus consecuencias: destrucción sistemática del hábitat, desequilibrio ecológico, contaminación general, exterminio de pueblos indígenas en nombre de sus recursos naturales, exterminio general de especies animales y vegetales, desaparición de culturas, desertización, agotamiento de acuíferos, acumulación de residuos tóxicos y radioactivos, cambio climático, invasión indiscriminada de objetos en desuso, reaparición de la capa de ozono, merma en la calidad alimenticia familiar cotidiana...

¡Vaya! Tanta tecnología y progreso y sin embargo más del 60% de la humanidad no tiene acceso al agua potable, 1400 millones de personas sobreviven con menos de 1 dólar diario, cada año mueren 10 millones de niños de hambre, en Europa hay 50 millones de pobres y 19 millones de parados..., el mundo gasta cada día 2500 millones de euros para la defensa en nombre del mundo libre, la paz armada y las guerras preventivas o terrorismo legal de los estados. Europa y EEUU consumen el 60% del total de la energía mundial, o sea, que si todo el mundo consumiera de la misma manera, harían falta 3 planetas tierra. En los últimos 30 años los países ricos han multiplicado por 5 su riqueza, en cambio los países pobres la han reducido 10 veces, uno de los motivos se debe a que toda esta tiranía usurera consiente que los países pobres devuelvan en intereses 2 ó 3 veces más que el capital inicial entregado, además, estos países que “ellos” llaman “subdesarrollados” deben continuar siéndolo, si acaso con un pequeño aumento en la calidad de vida para así poder consumir la mercancía de las multinacionales.

Pienso que la sociedad ha de reaccionar contundentemente ante esta oligarquía financiera y su colonización, ante este capitalismo devastador y su globalización que está deshumanizándonos bajo el paraguas de un progreso que nunca nos podrá hacer felices por haber desplazado el “amor” del centro de nuestras vida sustituyéndolo por el dinero.

Así pues, debemos hacer una elección: revolución pacífica y marcha atrás o subordinación, velocidad y choque final. 

SALUDOS REVOLUCIONARIOS

(Gran Papiyo)