Esa ciudad, 730 km al este de La Habana, fue la última tribuna pública de Fidel, quien la noche del 26 de julio de 2006 sufrió un sangrado intestinal y, operado de urgencia, cedió provisionalmente el mando a su hermano cinco días después.
A 20 días de cumplir 83 años, el ex gobernante parece estable de salud y, aunque retirado y dedicado a publicar sus “Reflexiones” -las últimas de la crisis en Honduras-, mantiene influencia indiscutible por su liderazgo histórico y su poderoso cargo de primer secretario del Partido Comunista.
Investido presidente en febrero de 2008 al renunciar Fidel, Raúl gobierna urgido por reactivar la maquinaria productiva en una situación internacional adversa, con una política exterior más abierta y cierta distensión con Estados Unidos al llegar Barack Obama al poder.
La expectativa que creó en un inicio al anunciar cambios “estructurales” parecieron esfumarse ante el apretón económico y al no llegar medidas esperadas por la población como la abolición de la doble moneda, del permiso de salida o la apertura de negocios privados.
La isla comunista se halla bajo un drástico plan para encarar pérdidas de 10.000 millones de dólares que dejaron en 2008 tres huracanes y los lastres de una economía controlada en un 95% por el Estado, afectada por la corrupción, la burocracia, la ineficiencia y el bajo rendimiento de la fuerza laboral.
Cuba “vuelve a enfrentar una situación tan adversa como la vivida durante el llamado ‘periodo especial’ de los años 90′, dijo la CEPAL en su informe de este mes.
Para animar la producción en un país que importa 80% de los alimentos y con 50% de área agrícola subutilizada, Raúl comenzó a dar tierras ociosas en usufructo, pero el proceso avanza lento. A fin de estimular el trabajo eliminó el igualitarismo, el tope salarial y aprobó el pluriempleo.
“Está bastante difícil, los salarios no te alcanzan para vivir (17 dólares al mes el promedio), resolver la comida es un problema. Vivimos a como salga, un día mejor, otro peor”, ilustra Niurka Ramírez, de 25 años, empleada de un museo de La Habana Vieja.
Raúl demanda más trabajo, rigor y realismo. El gobierno bajó este año la meta de crecimiento económico de 6% a 2,5%, recortó presupuestos e inversiones y reorganiza la estructura económica siguendo el modelo de las empresas administradas por los militares.
Jefe de las Fuerzas Armadas desde que triunfó la revolución hasta 2008, rearmó su gobierno con la vieja guardia comunista y una decena de generales en la cima del poder, sorteando la telúrica destitución del vicepresidente Carlos Lage y el canciller Felipe Pérez Roque, en medio de un supuesto escándalo de espionaje en las altas esferas.
En política exterior destaca el fin del aislamiento en América Latina y de la exclusión contra Cuba en la OEA por 47 años, la renovación de nexos -además de los estrechos con Venezuela y China- con Rusia y otros viejos aliados, el diálogo con la Unión Europea y el incipiente deshielo con Washington.
Sin prometer eliminar el embargo, Obama liberó los viajes y el envío de remesas de cubanoestadounidenses e inició con la isla un diálogo sobre migración, suspendido desde 2003. Pero la desconfianza persiste.
Aunque el Gobierno firmó dos pactos de derechos humanos y mejoró la relación con la Iglesia, la oposición denuncia que mantiene la represión -cifra en 200 los presos políticos- y que se escuda en argumentos de la guerra fría para no avanzar en la democratización del país.