Íbamos a pasar el cumpleaños de Reinaldo escuchando canciones de Pedro Luís Ferrer en un concierto -titulado “Velorio”- en el Museo de Artes Decorativas del Vedado. Sólo que a los policías de la cultura se les ocurrió no dejarnos entrar, usando sus cuerpos como barricada entre la puerta y la zona de butacas. Nos acusaban de una supuesta provocación que queríamos organizar allí, aunque para nosotros el mayor revuelo lo provocaban ellos y la cámara de la televisión oficial que habían convocado para filmarnos. Creo que los inquietos muchachos de la seguridad están viendo muchas películas del sábado, pues nuestro plan era más bien familiar –incluso llevábamos a nuestro hijo- y se resumía en escuchar las canciones del conocido músico y después darnos un saltico a casa de un amigo.
A la entrada del Museo nos esperaba un verdadero mitin de repudio, al que sólo le faltaron los huevos y los golpes para completarse. Un hombre que no se identificó –sigue de moda eso de no dar la cara- me gritó que yo quería “destruir la cultura cubana” y que aquel espacio era “sólo para el pueblo”. Parece ser que lo ocurrido en el performance de Tania Bruguera ha dejado los nervios a flor de piel entre los burócratas del espectáculo. Temen que volvamos a agarrar el micrófono, como si no fuera mejor poner un altavoz en cada esquina para todo aquel que quiera decir algo. Debo señalar que muchos de los que presenciaron ese abuso de poder institucional, evitaron saludarnos frente al enorme operativo que rodeaba el lugar. Sin embargo otros, de los que me reservo el nombre para protegerlos, se mostraron solidarios y sin temor a que los vieran junto a nosotros.
Nos quedamos del lado de acá de la reja y en el patio un raro público, lleno de jubilados y hombres pelados a lo militar, parecía no saberse las canciones de Pedro Luís para poder tararearlas. Varios amigos, entre ellos Claudia, vinieron a solidarizarse con nuestro “destierro” forzado y nos quedamos afuera hasta que sonó el último acorde. Cuando todos los instrumentos musicales estaban en sus cajas y salió el trovador, éste se mostró sorprendido de lo ocurrido y comentó que hablaría del asunto con un viceministro. No quisimos quitarle la idea, pero no creo que ese funcionario de alto rango pueda hacer algo para impedir el accionar de un órgano represivo que lo supera y del que quizás hasta forma parte.
Como sé que leen mi blog –todos los que me impidieron traspasar la verja, parecían conocerme- quiero decirles que no me van a obligar a replegarme en casa. No pienso dejar de ir a conciertos, peñas, espectáculos culturales o humorísticos. Soy una persona de la cultura, aunque ellos quieran reservar tal apelativo para un grupo de elegidos y de filtrados ideológicamente. Van a tener que montar guardia en las puertas de cada teatro, en los clubs y en las salas de música. En cualquiera de ellos puedo aparecerme ¿Quién sabe si me dé por subir al estrado y tomar el micrófono?