Vivo en un país donde cuando llega un gobierno nuevo al poder, se pasa el primer año echándole la culpa de todos los males al gobierno anterior. Eso le dá muy poco margen. Al cabo de un año ya nadie les cree, y si algo va mal, todo el mundo le echa la culpa al gobierno.
Después tienen un margen de cuatro años para empezar a arreglar las cosas. Si no las arreglan se les acabó el margen de confianza. El electorado les manda al paro y empieza a funcionar un gobierno nuevo.
En comparación, el pueblo cubano le ha dado a la Revolución un margen monstruosamente amplio de confianza. Ni más ni menos que medio siglo.
Y ahora, querido Boris, nos estás diciendo que con medio siglo no llega y que hace falta todavía más tiempo.
Por favor, dinos cual es ese plazo extra, porque a los cubanos se les acaba la paciencia.
¿Otros cincuenta años?
Eso son diez y ocho mil doscientos cincuenta días; o, lo que es lo mismo, cuatrocientastreinta y ocho mil horas.
Has leído bien, querido Boris, la Revolución ha tenido un crédito de casi MEDIO MILLÓN de horas para resolver todos esos problemas.
Creo que ya no queda margen.