Honduras
Discípulos al Poder
Desde el golpe de Estado cívico-militar que derrocó el último 28 de junio al presidente constitucional de Honduras, Manuel Zelaya , la prensa independiente no ha dejado de informar sobre la similitud del comportamiento de los policías, militares y paramilitares hondureños de hoy con aquellos formados en los 80 por los "argentinos", la CIA, los chilenos pinochetistas y los derechistas israelíes, entre otros.
Jorge Luis Ubertalli
Periodista y escritor argentino
Invitados de lujo
Una Buenos Aires entre temerosa y distraída, en vísperas de primavera, poco sabe de esos invitados que deliberarán el 2 y 3 de setiembre de ese año 1980 en el Teatro San Martín. Recibidos por la dictadura militar que asuela el país, llegan desde todas partes: gusanoamericanos de Alpha 66, desde Miami; Mano Blancas y Escuadrones de la Muerte, de Guatemala y El Salvador, respectivamente; el italiano terrorista fascista Stefano Delle Chiaie; somocistas huidos de la Revolución Popular Sandinista; masones vinculados a la logia Propaganda Due; delegados de Pinochet; representantes del reverendo ultraderechista y anticomunista coreano Moon y de los senadores republicanos Jesse Helms y Margo Carlysle, entre otros. El aquelarre que los convoca es el 4ª Congreso de la Conferencia Anticomunista Latinoamericana, sección local de la Liga Anticomunista Mundial. Sus anfitriones serán los generales Guillermo Suarez Mason y Ramón Genaro Diaz Bessone, abanderados del anticomunismo visceral argentino y representantes de la 'reserva moral de occidente'.
Luego de dos días de deliberaciones, se destaca entre los presentes el papel que los uniformados argentinos jugará en la 'guerra anticomunista' a llevarse a cabo en Centroamérica. Duchos en las artes de perseguir, torturar y aniquilar opositores, los 'argentinos' , en el contexto de la denominada 'Operación Calipso', entrenarán aquí represores y enviarán emisarios de la muerte a instruirlos en sus propios países de orígen.
Del altiplano al trópico
Pocos meses antes del encuentro anticomunista llevado a cabo en Buenos Aires, un narco- golpe de Estado, consumado en Bolivia contra la presidenta Lidia Gueiler por el general Luis García Meza y el coronel Luis Arce Gómez, luego Ministro del Interior de aquel, cuenta con la instrucción y el apoyo de los uniformados locales, que así exportan las enseñanzas de su 'guerra sucia'. Una cantidad indefinida de oficiales, suboficiales y servicios de inteligencia argentinos, entre ellos los uniformados Carlos Estrada, Benjamín Cristoforetti, Julio César Durand, Julio César Domínguez y Jorge Lynch, del Ejército; los tenientes de navío Miguel Angel Benazzi Berisso y Rodolfo Donda Tigel, de la Armada, y dos instructores de vuelo de la Fuerza Aérea que enseñarán a sus pares bolivianos a pilotear aviones Fabre, participarán del golpe militar. Encapuchados, montados en camionetas o ambulancias circulando de contramano, jefeando las escuadras de aniquilamiento de civiles, los 'argentinos' habrán de contribuir a asesinar a mas de 200 bolivianos, incluidos dirigentes sindicales, sacerdotes, legisladores y del Movimiento de Izquierda Revolucionario (MIR), civiles y militares, sorprendidos y ultimados a mansalva en una vivienda de la calle Harrington, del paceño barrio de Sopocachi.
Una vez consumado el golpe en Bolivia, el 'barón de la cocaína', Roberto Suárez Levit, pariente de Hugo Banzer Suárez y principal beneficiario de la nueva situación, pagará con narcodólares a los asesores enviados por la dictadura militar de Videla, Massera y Agosti- que será la primera en reconocer al nuevo gobierno del narcogeneral- por sus servicios prestados. Gran parte de la millonaria suma oblada a los uniformados argentinos le servirá a éstos para montar en Miami, a través de los agentes de inteligencia vinculados al Batallón 601, Leandro Sánchez Reisse, y al Batallón 601- Secretaría de Informaciones del Estado (SIDE), Raúl Guglielminetti, en complicidad y con conocimiento de la CIA., dos empresas fantasmas: Silver Dollar y Argenshow, mediante las cuales lavarán fondos que servirán para financiar su guerra secreta en Centroamérica.
Paralelamente y desde Buenos Aires los cruzados anticomunistas enviarán a Centroamérica asesores militares y de inteligencia que utilizarán a Tegucigalpa, capital de Honduras, como sede principal de sus fechorías injerencistas. En ella montarán su Estado Mayor contrarrevolucionario, a cargo del coronel Osvaldo Ribeiro ('Balita'), como jefe de Operaciones; y del mayor José Ollas u Hoya ('Santiago Villegas'), como jefe de Logística, quien se encargará de trasladar desde Miami a Centroamérica a todos los contrarrevolucionarios nicaragüenses que luego, y principalmente
Desde Honduras, agredirán a Nicaragua bajo la supervisión de la CIA y la instrucción de los 'argentinos' y otros representantes de dictaduras o países vinculados a EE.UU.
Mas de ciento cincuenta uniformados locales, oficiales, suboficiales y servicios de inteligencia- entre ellos el civil Mario Mingolla, quien operará en Bolivia durante la dictadura de García Meza y será detenido en 1982 en ese país junto al criminal de guerra nazi Klauss Barbie, fundador del grupo paramilitar 'Novios de la Muerte'- se afincarán en las tierras catrachas para organizar la 'guerra sucia' contra Nicaragua, y también contra las fuerzas revolucionarias de Honduras, Guatemala y El Salvador. En el marco de esas tareas ayudarán a conformar el Batallón 3-16 de contrainsurgencia, remedo del Batallón de Inteligencia 601 local, vinculado a la Jefatura II Inteligencia, que se ocupará de torturar, desaparecer y asesinar opositores. Lo dirigirá el general Gustavo Alvarez, ex director de la policía política (FUSEP) hondureña y ex compañero de promoción del coronel Ribeiro en el Colegio Militar de la Nación.
Hoy como ayer
Desde el golpe de Estado cívico-militar que derrocó el último 28 de junio al presidente constitucional de Honduras, Manuel Zelaya , la prensa independiente no ha dejado de informar sobre la similitud del comportamiento de los policías, militares y paramilitares hondureños de hoy con aquellos formados en los 80 por los 'argentinos', la CIA, los chilenos pinochetistas y los derechistas israelíes, entre otros. Represores encapuchados, allanamientos y desapariciones, disparos a la multitud desde camionetas, provocaciones, seguimiento de dirigentes, persecuciones y asesinatos han sido hasta ahora el signo de los que han roto el orden constitucional en el país centroamericano.
El mismo Billy Joya Améndola, conocido en los años ochenta cuando dirigía el Batallón 3-16 como 'Dr. Arranzola', formado en la Argentina por Guillermo Suárez Mason, bajo cuyas órdenes operó, ahora es asesor de seguridad del presidente de facto Roberto Micheletti.
Los muertos vivos de aquellos años, aparentemente enterrados en la impunidad y el olvido, hoy vuelven a reaparecer en Honduras, constituyendo un llamado de atención sobre lo que en perspectiva podría suceder en el resto del subcontinente.
Si Micheletti prosigue gobernando de facto con su séquito de tribunos, jueces y obispos corruptos y sus gorilas armados y cebados por una historia inconclusa de vejaciones e impunidades, los gobiernos de la región, incluído el argentino – al cual quieren desplazar los oligarcas sojeros, los empresarios nucleados en la AEA(Asociación Empresaria Argentina), siempre golpista aunque cambie de nombre, los políticos de derecha que los representan, los militares resentidos por la política de Derechos Humanos llevada a cabo por los Kirchner y los tontos y los no tanto que les hacen de comparsa- podrían correr la misma suerte que el de Zelaya.
Por lo menos así lo han planificado los verdaderos dueños del poder de EE.UU., sus socios regionales, como el colombiano Alvaro Uribe que ha decidido ceder a los norteamericanos siete bases militares y lanzarse a una descarada provocación contra Ecuador y Venezuela bolivariana, y sus voceros mediáticos, los grandes medios de información y la agrupación proimperialista UnoAmérica, quienes anuncian y auspician los nuevos tiempos golpistas por venir a los cuatro vientos.
El destacamento argentino incluia también, entre otros, al coronel Jorge O'Higgins, agregado militar en Honduras; los coroneles Jorge de la Vega, Humberto Pompilio Ferrucci, Roberto Carmelo Gigante, Emilio Jasón; el teniente coronel Cabrera, los mayores César Guerra, Alfredo Mario Mingolla, García Cano, y los oficiales Hector Ricardo Francés, Leandro Angel Sánchez Reisse, Carlos Alberto Durich, Carlos Chacón, Julio Jorge Ianantuose, Horacio Capelo, Antonio Rauch, Julio César Casanova Ferro, Gustavo Guaste, Felix Brenes, Jorge Flores Allende, Carlos Norio, Víctor Gard, Juan Carlos Galessio, Despeche, Báez, Alfieri, Juan Martín Ciga Correa (a) 'Mariano Santamaría', Munrray, Caramagna, López Fáder o Lagares, Luis Stoty y ' Chamamé' , entre otros.