Lenguaje castrista
La frase que pronunció el presidente Raúl Castro para explicar el deterioro de la siempre deteriorada economía cubana no tiene desperdicio: «A veces da la sensación de que nos estamos comiendo el socialismo antes de construirlo y aspiramos a gastar como si estuviésemos en el comunismo». Un argumento que no hubiera mejorado Goebbels en sus mejores días, ni ha sido capaz de verbalizar el aventajado alumno del castrismo Hugo Chávez. Relean la frase y entenderán que solo muchos años de delirio revolucionario pudieron decantar semejante conclusión. ¡Imagínense por un momento a los pobres cubanos gastando como si estuviesen en el comunismo! ¿A quién se le ocurriría semejante dispendio? El pragmático Raúl Castro ha tenido que recordarles que aún están construyendo la interminable vía hacia el socialismo, que llevará, si no se lo comen crudo antes, a un comunismo paradisíaco que, paradójicamente, ha cosechado en el mundo todos los fracasos posibles. Menos en la ensoñación surrealista del castrismo.
Hay que remitirse a la literatura o a la dramaturgia del siglo pasado para entender semejante disparate. La perversión del lenguaje que denunciaron Bertolt Brecht y los grandes creadores del Teatro del Absurdo (con Ionesco, Beckett y Adamov en cabeza) nos dan alguna pista. Los parias que esperan inútilmente a Godot están en la misma cola que los cubanos que esperan la llegada del comunismo de la abundancia. Ese comunismo de la riqueza compartida y Godot tienen en común que nunca llegan.
Si algo está quedando claro es que las ideologías son tan necesarias como de peligroso manejo. Porque todas son extremadamente manipulables. Esto sí que lo saben bien los cubanos. Pasados lo años de cordura e ilusión llegan los de la deriva represiva y autoritaria, cada vez más descarada. En una democracia, el pueblo elige el cambio en las urnas cuando considera agotadas las respuestas de un Gobierno (y de la ideología que lo sustenta). En una dictadura ocurre justo lo contrario. Cuando el pueblo debería poder optar por un cambio, lo que se produce es un endurecimiento del régimen para reprimir toda tentativa de relevo. Entonces surge el delirante realismo mágico de Raúl
http://www.lavozdegalicia.es/opinion/2009/08/12/0003_7902672.htm