En otra ocasión, estaba Fidel largando uno de sus interminables discursos en la Plaza de la Revolución. «Porque yo os he dado de comer, os he quitado el hambre, he conseguido pan para vuestros estómagos...». A cada una de estas frases, una persona de la primera fila respondía gritando «¡Mentira!». Fidel, cansado, disuelve la concentración y se lleva al respondón al Comite Central donde le interroga. «Digo que todo es mentira porque tengo hambre, comandante».
Entonces, Fidel le mete un embudo en la boca y le hace tragar cuatro litros de agua. «¿Tienes hambre todavía, compañero?», pregunta Castro. El hombre, medio ahogado, responde que no. Fidel, satisfecho, le dice entonces: «Ves como tú tenías sed y no hambre».
http://www.elmundo.es/papel/hemeroteca/1996/03/17/mundo/95678.html