París, 18 de octubre de 2009.
Mi querida Ofelia,
sin lugar a dudas, considero que el libro que acabo de leer uno de los mejores que se han escrito sobre la vida cotidiana y la maquinaria totalitaria el régimen de los Castro.
«Cuatro años en Cuba como corresponsal de Televisión Española deberían ser suficientes para agotar mi capacidad de asombro», escribe Vicente Botín, autor de Los funerales de Castro. Pero no ha sido así. Cuba, como la pipa de Magritte, no es una isla, es la imagen de una isla. Hay que vivir en Cuba para saber cómo es la vida cotidiana, para entender que hay dos situaciones, una real y otra virtual, y que los cubanos habitan ambas a la vez sin estar locos, como dice el bolero de Richard Danenberg.
Cuba no es el mundo feliz que reflejan los medios de comunicación. En Cuba hay una realidad que es necesario mostrar y ésta es la que queda reflejada en Los funerales de Castro, fruto del contacto directo con los cubanos y
de una rigurosa investigación realizada con documentación muy difícil de conseguir y, sobre todo, de conservar.
Los funerales de Castro es un verdadero fresco de la Cuba actual, escrito con precisión, ironía y mucho sentido del humor y aliñado con los poemas
y canciones con que los cubanos tratan de exorcizar sus demonios.
A continuación te reproduzco cuatro párrafos del prólogo escrito por Lluís Bassets:
“Cuba también lo ha enterrado todo, aun sin haber conseguido avanzar ni un solo paso hacia estos extraños sistemas reinventados que consiguen aunar lo peor del comunismo (la dictadura, la libertad ahogada, la arbitrariedad del poder) y lo peor del capitalismo (las desigualdades crecientes, el poder y la obscenidad del dinero).
Vicente Botín, define lo que es el socialismo castrista y castrense de Cuba: un régimen en el que no es posible distinguir entre corrupción y supervivencia, y en el que por tanto el único incorrupto es el cadáver vivo de Fidel, el mayor corrupto de todos porque es quien ha convertido Cuba en su cortijo y en el de su familia y amigos.
Las dictaduras son incompatibles con el periodismo, al que le asignan una única función autodestructiva: transmitir con fidelidad perruna su versión de los hechos y su visión del mundo, avalar sus crímenes, convertirse en arma de propaganda y de opresión y por ende en antiperiodismo.
El resultado, entreverado de letras de boleros y empapado de la cultura popular y del habla cotidiana de los cubanos, es un reportaje soberbio y veraz, en el que no falta ni uno de los antecedentes históricos pero tampoco sobra ninguna anécdota, chiste o peripecia más o menos amarga como suelen producirse en las dictaduras.
Vicente Botín nos ofrece un reportaje soberbio y veraz sobre el carácter del socialismo cubano y su régimen, y sobre la responsabilidad política e histórica de Castro y los suyos por tanta catástrofe y tan mal gobierno.”
Al lector cubano este excelente libro puede servirle para recordar tantas infamias ocurridas en nuestra Patria a lo largo de este último medio siglo, pero tanto para él como para el lector español o latinoamericano, las informaciones que nos brinda Botín, plasmadas en las páginas gracias a su labor de investigación periodística y a su gran espíritu de observador, son sencillamente extraordinarias. Numerosos son los datos precisos, con la citación de las fuentes, de los documentos, fechas, lugares, nombres y apellidos de las personas involucradas en los sucesos.
Así podemos enterarnos de la suma de 65,000 millones de dólares que recibió Cuba de parte de la U.R.S.S. entre 1960 y 1990, mientras que …¡para reconstruir a Europa entre 1947 y 1951 los U.S.A. dedicaron 13,000 millones por medio del Plan Marshall!
La Habana ocupa el lugar 189 de una lista de 215 ciudades del mundo en cuanto a la calidad de vida. Peor que la capital cubana en América Latina sólo se encuentra Puerto Príncipe, capital de Haití.
En junio de 2008 más de 350 “buzos” fueron detenidos por la policía « palestina » en La Habana por escarbar en los basureros a la búsqueda de desechos útiles.
El autor analiza la promiscuidad en la que se ven obligadas a vivir las familias cubanas, es “normal” que cuatro generaciones vivan en minúsculos y maltrechos apartamentos, lo que repercute en los altos niveles de violencia familiar, el alcoholismo, divorcios y bajo índice de natalidad. El nacimiento de un bebé multiplica los problemas de hacinamiento familiar.
En La Habana viven 26,000 personas en apartamentos a punto de derrumbarse.
Los habaneros llaman El Titanic al edificio situado en La Calle Estrella N° 17 entre Águila y Amistad, pues poco a poco se va hundiendo inexorablemente.
A continuación son numerosos los ejemplos sobre el racismo contra la población de origen africano y los problemas del transporte: un billete de ómnibus de La Habana a Santiago cuesta 51 pesos convertibles, lo que equivale a 1,224 pesos cubanos (tres meses de salario de un cubano).
La libreta de racionamiento, los apagones o alumbrones, los camellos que son como la película de la tv del sábado, los MacCastro, la cría de cerdos mudos en los apartamentos (a los que se les han extirpado las cuerdas vocales por “veterinarios”), son contados con anécdotas que hacen reír pero que debieran hacernos llorar.
Las explicaciones sobre las locuras del Coma-Andante no tienen desperdicio: Ubre Blanca, el Plan Fresa, el Cordón de La Habana, la presa de Paso Seco, la Zafra de los 10 Millones, los quesos que serían mejores que los de Francia , el trabajo “volungatorio”, etc.
Un capítulo muy interesante es el dedicado por el autor a la emigración de los cubanos a partir de 1959: el Puente Aéreo desde Varadero, Camarioca, El Mariel, Cojímar, etc.
Botín analiza el sistema de envío de médicos a Venezuela a cambio de petróleo y la forma en que son explotados, así como también la prostitución y el proxenetismo ejercido por taxistas, recepcionistas y camareros de los hoteles.
Los privilegios de la nomenclatura castrista son puestos al descubierto con direcciones, nombres y apellidos: hospitales, clínicas, hoteles, barrios, etc.
Un dato muy interesante de la O.N.U.: en 1959 el índice de mortalidad infantil en Cuba era el más bajo de América Latina y ocupaba el lugar e n el mundo. ¡Nuestro país se encontraba en mejor posición que: Francia, Bélgica, Japón, Italia y España!
El desmembramiento del sistema escolar con el éxodo de los maestros y la falta de materiales escolares, la censura contra los escritores y artistas, el caso Padilla, el célebre discurso « Palabras a los Intelectuales » del 30 de junio de 1961, el “machismo-leninismo”, la cultura “parametrada”, las relaciones del régimen con la iglesia católica, el caso Elián González, el “resolver no es robar” , los paladares, las U.M.A.P., las cárceles, Villa Maristas, las torturas y fusilamientos ( sólo en 1959 fueron fusiladas 1,360 personas, entre ellas mujeres embarazadas y menores de edad -54 casos documentados-), la ley de « pies secos y pies mojados”, el sincretismo religioso, los suicidios, los 75 disidentes encarcelados, el blog de Yoani Sánchez, las Damas de Blanco, el control del G2 sobre los corresponsales extranjeros, el caso Ochoa, etc., son pasados al scanner por Botín.
Son escalofriantes los datos de los cubanos devorados por los tiburones o desaparecidos en el Estrecho de la Florida en este medio siglo: 77,000 según Cuba Archive o el 15% de los que intentan llegar a los U.S.A. según Granma Internacional.
La lista de los “quedaditos” o exiliados de terciopelo es interesante. Son los hijos de altas figuras del régimen, que se encuentran ya ubicados en el extranjero como Javier Leal, hijo de Eusebio Leal, el que posee una agencia de viajes y una tienda de antigüedades en Barcelona. También forma parte de la lista ofrecida por Botín, Enrique Álvarez Cambra, hijo del célebre médico, el que dirige una clínica privada en Santander.
Vicente Botín ha trabajado durante 38 años en Televisión Española, en programas como Informe Semanal y En Portada. Profundo conocedor de Sudamérica, es autor de más de un centenar de reportajes en toda la región.
Desde enero de 2005 hasta octubre de 2008, fue corresponsal en Cuba, una tarea nada fácil por el estricto control que ejerce la Seguridad del Estado sobre los periodistas extranjeros. Nadie desde dentro de la isla puede contar la verdad de lo que allí ocurre. Los corresponsales sólo se aproximan a la realidad a través del doble lenguaje y las metáforas, sin perder de vista la raya que traza la autocensura para evitar ser expulsados del país. Este libro, escrito en su mayor parte en La Habana, es una especie de exorcismo con el que Vicente Botín quiere librarse de la frustración de no haber podido contar la verdad sobre Cuba, al menos no toda la verdad.
Este es un libro extraordinario al que deseo mucho éxito. Le doy las gracias a Don Vicente Botín por haberlo escrito y publicado.
Un gran abrazo desde la Vieja Europa,
Félix José Hernández.
Los funerales de Castro
Vicente Botín.
Prólogo de Lluís Bassets.
Foto de la portada de Thomas Hoepker
444 páginas.
Editorial Ariel, S.A . 2009.
Avenida Diagonal, 662-664-08034 Barcelona.
ISBN.978-84-344-8817-5
http://www.cubanuestra.nu/web/article.asp?artID=17237
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