"En los últimos intentos para viajar fuera de Cuba, la estrategia para impedírmelo ha sido demorar los trámites hasta que pase la fecha del evento al que debo asistir', declaró Sánchez a El Nuevo Herald. "No tengo muchas esperanzas de que esta vez sí me dejen salir, pero no me entristece demasiado pues cada día viajo virtualmente a miles de lugares'.
Sánchez, de 34 años, tiene visa estadounidense desde hace varias semanas, pero su solicitud de salida temporal al extranjero no ha recibido el visto bueno de las autoridades cubanas, y podría perderse la ceremonia de premiación, fijada para el miércoles 14 en la legendaria Universidad de Columbia, en Nueva York.
El gobierno cubano le ha negado la salida en tres ocasiones anteriores desde mediados del 2008, cuando solicitó viajar a Madrid para recibir el Premio Ortega y Gasset de Periodismo Digital, el más prestigioso de su género en el ámbito de la lengua española. Ese mismo año la revista Time la seleccionó entre las 100 personalidades más influyentes del mundo.
Interrogado por El Nuevo Herald sobre si esta vez se le concedería a Sánchez el permiso de viaje, el portavoz de la Oficina de Intereses de Cuba en Washington, Alejandro González, declinó referirse al asunto y calificó a la bloguera como "la chica de turno en la guerra mediática contra Cuba'.
El premio Cabot, la más antigua distinción internacional en periodismo, le concedió un reconocimiento especial a Sánchez el pasado julio por considerar que el blog constituye "una perfecta mezcla de observaciones personales y profundos análisis que ilustran, mejor que nadie, lo que es la vida cotidiana para los cubanos de la isla'.
El acceso a Generación Y desde el interior de Cuba fue bloqueado por las autoridades desde marzo del pasado año. Sánchez envía los textos por correo electrónico a amigos en el extranjero para que los cuelguen en el blog.
Aunque Sánchez opinó que el reciente acceso de los cubanos a los teléfonos celulares y otras tecnologías modernas ha significado un paso de avance en la distribución de información dentro de la isla, consideró que no podrá hablarse de un cambio sustancial hasta que no existan servicios de internet y televisión por cable para la población "a un precio razonable y sin condicionamientos políticos'.
¿Qué ventajas y desventajas te ha traído la fama dentro de Cuba?
Mis amigos siempre decían que yo gozaba del don de la invisibilidad. Nunca me gustó eso de hacerme notar y ahora he tenido que adaptarme a que las personas me identifiquen y me paren en la calle. Pese a que tengo unas gafas enormes no logro escabullirme. Si alguna ventaja tiene la fama es que proporciona cierto grado de protección, pero no hay que engañarse, no se trata de un blindaje inmune. Otros, mucho más famosos, han sido alcanzados por el largo brazo de la represión.
¿Cómo fue tu niñez, tus padres influyeron en tu desempeño e inquietudes intelectuales?
Nací en el año del Primer Congreso del Partido Comunista [1975] y llegué a la adolescencia cuando los soviéticos iniciaban la perestroika y aquí se hablaba de ‘‘rectificar los errores y las tendencias negativas'. Nunca fui eso que se denomina ‘‘una pionerita de comunicados', pero sí una buena estudiante y una lectora incansable. Mi padre fue maquinista de tren y militante del Partido Comunista; mi madre, empleada en una base de taxi y miembro de la Unión de Jóvenes Comunistas [UJC]. Fui testigo del proceso que hizo caer sus máscaras y creo que eso influyó mucho en mi percepción de lo que me rodeaba.
¿Qué recuerdos gratos --o ingratos-- conservas de tu experiencia en la Universidad de La Habana?
Pretendí entrar en la Escuela de Periodismo, pero fui a parar al Instituto Pedagógico de Español y Literatura. Al terminar el segundo año me trasladé a la mítica Escuela de Artes Letras para estudiar Filología, y para entonces ya había dado a luz a mi hijo. Los recuerdos gratos se los debo a mis colegas, esos "palitos chinos' que han terminado desperdigados por todo el mundo. Sin embargo, todo eso fue ensombrecido por lo ocurrido alrededor de mi tesis final, Palabras bajo presión, un estudio de la literatura de la dictadura en Latinoamérica. He olvidado los nombres de los profesores que me acusaron de establecer un paralelismo entre el caudillo novelesco y el Máximo Líder cubano, pero evoco con agradecimiento a mi tutora, Margarita Mateo, que se batió por mi análisis, desde el punto de vista estrictamente académico.
¿Cuándo conociste a Reynaldo Escobar, tu pareja y padre de tu hijo?
A Reynaldo lo conocí en la primavera de 1993, cuando fui a su casa con un amigo para pedirle prestada la novela La guerra del fin del mundo, de Mario Vargas Llosa. Ya él era un periodista expulsado de los medios oficiales y yo terminaba el preuniversitario. En agosto de ese año decidimos que seríamos una pareja y aún lo somos, no en contra, sino con el favor de todos los vientos y mareas.
Hace siete años llegaste a salir de Cuba. ¿Cómo pudiste hacerlo y por qué decides regresar y reintegrarte a la vida en la isla?
Salí del país en agosto del 2002, gracias a un sinnúmero de amigos --la mayoría alemanes y suizos-- que había conocido en mi trabajo de profesora de español para extranjeros. Ellos me ayudaron a costearme el boleto y los trámites migratorios, pues mis recursos personales nunca hubieran alcanzado para tanto. Después de dos años decidí regresar, por motivos estrictamente familiares, relacionados con la salud de mis padres. Tuve que entrar como turista en mi propio país, pues la oficina de Inmigración y Extranjería me consideraba una emigrante definitiva. Una vez aquí, destruí el pasaporte para que no pudieran expatriarme.
¿El hostigamiento gubernamental a que estás sometida ahora te hace pensar en abandonar definitivamente la isla?
Todo el que vive en una isla tiene la tentación de salir de ella, pero hace tiempo que comprendí, y lo he dicho muchas veces, que para mí la vida no está en otra parte, sino en otra Cuba.
El movimiento de blogueros independientes cubanos manifiesta una creciente actividad en los últimos dos años. ¿Cómo vislumbras su futuro? ¿Crees que jugarán un papel de importancia en los cambios democráticos que reclama Cuba?
Mi amigo Dagoberto Valdés [editor de la revista independiente Convivencia] me ha enseñado a creer en la fuerza de lo pequeño, por eso confío en el poder que tienen esos breves textos colgados en el ciberespacio. El movimiento de bloggers no está articulado bajo ninguna estructura organizativa y carece de jerarquías, de ahí que haya sido difícil de acallar. Ojalá que siga siendo así, porque en eso consiste su magia y su fuerza. Creo que los que hoy hacemos periodismo ciudadano en la red ayudaremos a crear una Cuba plural, inclusiva, donde se respete el derecho a la opinión y donde abrir un blog y escribir en él los criterios personales no termine en un castigo, en una reprimenda o en la prisión.
¿La venta masiva de celulares ha significado un cambio sustancial para generar una mayor apertura de información y comunicación en la sociedad cubana?
El creciente acceso a la tecnología ha traído, sin dudas, un avance en la distribución de la información; sin embargo, no es suficiente tener un par de puertas y un timón para decir que se tiene un auto, y una computadora que no puede conectarse a internet, o un teléfono celular que no puede enviar fotos o archivos a otras partes del mundo, son, de por sí, objetos incompletos. Cuando los cubanos podamos contratar un servicio de internet en nuestro domicilio a un precio razonable y sin condicionamientos políticos, cuando podamos tener televisión por cable y antenas parabólicas de forma legal y transparente, entonces habrá derecho a decir que se ha producido un cambio sustancial, y aun eso será insuficiente si, junto al permiso de poseer la base material, no se expresa un compromiso político con la libertad de expresión y de información.
¿Cuál es tu visión de la juventud cubana actual y cómo la caracterizarías? ¿Cuáles son las preocupaciones del cubano menor de 35 años, que es una manera de preguntarte si las tuyas son coincidentes con las de la mayoría de tus contemporáneos en el país?
Nadie tiene derecho a hablar a nombre de una generación, pero eso no significa renunciar a interpretar el sentir de todo un grupo etario con características que lo distinguen del resto. Cuando hablo con gente que tiene entre 18 y 35 años veo un abanico de muchos colores. Entre ellos hay balseros, trabajadores, vanguardias, interrogadores de la policía, delincuentes, comunistas convencidos y opositores activos. La principal preocupación --la más compartida por este grupo generacional-- es el futuro, el individual y el de la nación. Unos deciden emigrar buscando realizar sus sueños, otros delinquen para sobrevivir, algunos simulan para ascender, otros más creen todavía en la propaganda oficial, y están los que quieren cambiarlo todo, o casi todo. No me gustan las estadísticas fantasiosas, no puedo decir quiénes están en mayoría, pero sí que la frustración es un sentimiento permanente en este grupo heterogéneo.
¿Qué música, literatura y cine consumes? ¿Cuáles son tus aficiones más persistentes además de colarte en la internet para colgar tus textos en Generación Y?
Me gustan las canciones con buenos textos, de ahí que escucho a muchos trovadores del patio, como Pedro Luis Ferrer, Ray Fernández, Erick Sánchez, y a otros extranjeros, como Joaquín Sabina. Cuando me quiero relajar me dedico a la jardinería, y así mi apartamento está lleno de plantas por todos lados. Mi obsesión principal es arreglar equipos electrodomésticos y computadoras y mis amigos me envían todo lo que se les rompe para que yo trate de repararlo. Es raro el día que no esté entre tornillos y cables.
¿Cuál es el proceso de elaboración de tus textos? ¿Cómo los concibes, con qué frecuencia accedes a colgarlos en la internet?
Escribo en horas muy disímiles, lo mismo bien temprano en la mañana que en altas horas de la noche. Comienzo varios textos a la misma vez y voy saltando de uno a otro hasta que logro terminarlos, quizás de ahí viene esa sensación de viajar en un viejo vagón de tren que deja la lectura de algunos de ellos. Pongo los textos en mi memoria flash o me voy con la laptop --mi premio The Bobs del 2008-- a conectarme en los hoteles una o dos veces por semana. Como yo misma no puedo publicar mis textos porque mi blog está bloqueado hacia el interior de Cuba, los mando por correo electrónico a amigos fuera de Cuba que los publican.
¿Cómo logras el equilibrio necesario para educar a tu hijo en valores que no son coincidentes con los que se proclaman en la enseñanza estatal?
El cumplió 14 años recientemente y pasa ahora por su último curso en la secundaria básica. Allí recibe una versión oficial de la historia de Cuba y una asignatura llamada Educación Cívica, donde se estudia la Constitución Cubana, pero no el tema de los derechos humanos. En casa, él escucha sin restricciones nuestras conversaciones y siempre le damos una respuesta sincera a sus preguntas, pero no lo adoctrinamos. Ni siquiera lo vacunamos contra la intoxicación ideológica, tenemos una enorme confianza en que se dará cuenta por sí mismo de cómo es la realidad, tal y como me ocurrió a mí.
¿Estás enterada de que el año pasado unos vecinos de tu edificio se negaron a que usaran su vivienda para pasar cables telefónicos y tecnología de vigilancia para espiar tu vida familiar e íntima?
No, no estaba al tanto de esa anécdota, pero no me sorprende. No tengo nada que ocultar, mi principal premisa es la transparencia, de manera que no me preocupa si hay micrófonos o no; todo lo que pienso lo escribo con mi nombre y mi foto en Generación Y.
¿Cuáles son tus planes profesionales inmediatos, tanto en la promoción de la blogósfera cubana como en otras áreas?
Mi ambición inmediata es abrir una Academia Blogger para ayudar a todo el que quiera usar esta herramienta para expresarse. Seguiré trabajando en el concurso blogger Una isla virtual, que ya tuvo su primera edición el 9 de septiembre pasado, y quiero publicar un manual que ayude a bloggers cubanos a abrir sus propios espacios de opinión en internet. Pero lo principal seguirá siendo escribir para Generación Y.
¿En qué punto se encuentra el proceso para tu viaje a Estados Unidos? ¿Tienes esperanza de que esta vez te dejen salir finalmente?
Ya tengo en mis manos la visa norteamericana para estar el 14 de octubre en la ceremonia del Premio María Moors Cabot, pero todavía no he obtenido el permiso de salida que deben darme las autoridades cubanas. En los últimos intentos para viajar fuera, la estrategia para impedírmelo ha sido demorar los trámites hasta que pase la fecha del evento al que debo asistir. Así fue con una invitación que tenía para Polonia, con otra a Francia y con una última que recibí desde España. No tengo muchas esperanzas de que esta vez me dejen salir, pero no me entristece demasiado, pues cada día viajo virtualmente a miles de países.