Maestro de reporteros _ Enrique Meneses, premio Miguel Gil Moreno, padeció la ocupación nazi de París; su primer reportaje fue la muerte de Manolete, cubrió Suez, revoluciones de Cuba, Irak... la muerte de Kennedy, y trabajó para ABC y Blanco y Negro
Fue el primer periodista que, tras burlar la vigilancia de Batista, se adentró en Sierra Maestra, donde convivió con Fidel Castro, el Che y sus rebeldes. La última mitad del siglo XX pasó por su objetivo y su cuaderno. Aquí lo revela...
-En 1940, un jovencísimo Castro de 12 años le escribía en inglés macarrónico a Rooseveelt pidiéndole 10 dólares a cambio de hierro de las minas de Mayarí...
-Para que construyese sus barcos, se supone que de guerra. La carta está en el Departamento de Estado de EE.UU.
-Muchos años después, en 1957, usted cruza un cerco de 16.000 soldados de Batista para subir a Sierra Maestra.
-Llegué con guayabera. Estuve cuatro meses fotografiando a los barbudos: Fidel y Raúl Castro, Che, Cienfuegos... Acabaron tomándome por el pito del sereno. Cuando se me acabó la película y les dije que me iba los rebeldes me dieron sus rollos.
-¡Menudos rollos discurseros de Fidel!
-Me preguntaba sobre la revolución nasserista en interminables noches.
-¿Cómo era el Che?
-Un tipo asmático muy sarcástico.
-Guevara escribió en sus memorias que «mientras Meneses no llegó a Sierra Maestra no se había enterado nadie de que hubo una revolución en Cuba».
-Lo que movió todo el asunto fue el secuestro de Juan Manuel Fangio en La Habana. Las fotos las saqué de la isla cosidas a las enaguas de una chica rebelde de 17 años, ya reveladas.
-¿Quién secuestró a Fangio?
-El Ejército urbano del movimiento 26 de julio, que le puso una pistola en los riñones en el bar del Hotel Nacional. Lo tuvieron retenido hasta que acabó el Gran Premio. Era la misma facción de Castro. Yo trabajaba para «Paris Match» y al redactor jefe le anunciaron: «Hay unas fotos de Meneses, pero ha dicho que no se publiquen hasta que él no haya salido de la isla». Y el tío las publicó: «A Meneses, ¡que le den por saco!», dijo. Me costó salir de allí. Caí prisionero de la Policía.
-Y le torturaría la Secreta de Batista.
-Una semana dándome ¡palo limpio! Me declararon persona non grata.
-Luego el Che le invitó a cenar en El Cairo, ciudad a la que llegó como ministro.
-Dijo: «Fidel está cabreado contigo».
-¿Cuánto de cabreado?
-«¡Para darte paredón!», me espetó.
-¿Pero... si usted fue su sombra?
-Según Castro, porque yo dije que había comunistas en la Sierra. ¡Y el primer comunista convicto que lo gritaba era él, Che, Raúl Castro...! Guevara me explicó que disminuyeron las ayudas económicas del pueblo norteamericano porque les asustaba la idea de que pudiese ser una guerrilla maoista.
-¿Cómo está hoy Fidel: vivo o muerto?
-Fraga me llamó para debatir esa duda. No creíamos que estuviese muerto. Veo la posibilidad de una transición cubana muy fácilmente porque estamos en la tercera generación de los que huyeron a Florida, que es gente que ya no tiene hervor barbudo.
-Mientras no muera Fidel, ¿Raúl Castro estará con las manos atadas?
-Raúl se caga delante de Fidel.
-¿A dónde condujo Castro a su pueblo?
-Lo ha llevado muy mal. Ahora, para obtener el petróleo de Chavez le envía a cambio médicos y profesores.
-Usted conoció a las tres «K»: Luther King, Kruschev, Kennedy.
-Estuve en la Marcha sobre Washington. Hice la reunión Kennedy-Kruschev, que la gente llamó el «encuentro KK», en Viena... Tantas historias.
-¿Cómo era Kennedy?
-Tremendamente irlandés.
-Usted descubrió al poeta Ali.
-En un bareto-sótano, «La toma tercera», Muhammad Ali recitaba sus versos. Era poeta. Y decía: «Soy el más guapo de todos los boxeadores». Presumía de que jamás nadie le tocó la nariz. La defendía con todas sus fuerzas.
-Su poesía sería de narices, supongo.
-Fue casi el origen del rap.
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