Tituló El País: "Cuba ya no puede repartir comida". Mauricio Vicent, el corresponsal del diario en la isla, que jamás alude a la dictadura castrista por su nombre, se refería a "la famosa libreta de abastecimiento" que garantiza una serie de alimentos baratos, y añade: "No es mucho, pero durante casi medio siglo esta minicesta básica subvencionada fue símbolo del igualitarismo de la revolución".
Me pregunto si El País emplearía este mismo elogioso lenguaje para aludir a la libreta de racionamiento de la dictadura franquista. Hablaría sin duda de dictadura, no como en el caso cubano, y de la libreta, pero no la saludaría como "famosa" ni como "símbolo del igualitarismo". ¿Por qué resulta tan saludable el racionamiento si es comunista?
Las libretas de racionamiento son símbolos de la pobreza que las políticas antiliberales perpetran en todo el mundo. Su funcionamiento es siempre el mismo: las autoridades limitan los precios artificialmente, con lo cual se reduce la producción agrícola y la oferta de alimentos legales: el estraperlo es una consecuencia posible, si el régimen político no es lo suficientemente represivo. Pero siempre hay menos comida producida localmente. Por eso Cuba importa más del 80% de los alimentos que consume.
La penuria de Cuba es tal que lleva a que los déspotas de La Habana ni siquiera tienen dinero para financiar esa cesta. La conclusión del señor Vicent no apunta a la ineficacia sistemática de las políticas socialistas. Dice: "La cuenta no da. Y el realismo raulista lo ha hecho saber por activa y por pasiva". Bendito realismo. El fracaso del socialismo es convertido en exitosa prueba de sensatez.