A)
El antes y el después
Claramente, y como ya lo reconocen
los propios analistas del sistema, Obama
tuvo un antes (las promesas en el discurso electoral) y un después
(la ejecución práctica de las políticas del Estado imperial USA).
En el
antes, acompañado de una prolija plataforma publicitaria desarrollada a
nivel masivo y planetario, Obama impuso un discurso mediático destinado a
hacer creer a las mayorías mundiales que la primera potencia capitalista,
empantanada en Irak y Afganistán, con su sistema financiero pulverizado por la
crisis y por una recesión económica de efectos imprevisibles, se podía recrear
así misma generando nuevas expectativas y cambios estratégicos de política
(imperial) a nivel mundial.
Los
estrategas publicitarios de Obama diseñaron su imagen y su "futura gestión" como
si fuera la contracara de Bush: La politica de Estado ya no sería construida
sobre la base de la doctrina militar unilateralista (las invasiones
preventivas de Bush), sino sobre los ejes de la democracia multilateralista y
la negociación diplomática (la negociación diplomática en sustitución de la
acción armada).
La tesis
discursiva deslumbró, a tal punto, que algunos analistas llegaron
a especular con un Estado imperial norteamericano convertido en un "hermano mayor
justo y solidario" de todas las naciones del mundo. Así como Lincoln abolió la
esclavitud, a Obama (en el discurso) le estaba reservado el rol de abolir el
Estado Imperial capitalista y reconvertirlo en un Estado capitalista
"humanizado" y solidario.
En el
después, tras su asunción el 20 de enero, el discurso (como en el cuento de
la Cenicienta) desapareció y dejó lugar a la realidad (que siempre había estado
en el mismo lugar).
Los
mismos que (por "izquierda" y por "derecha") vendieron a Obama como la
contracara de Bush, hoy coinciden en el dictamen: Obama es lo mismo que Bush.
¿Y porqué
Obama es lo mismo que Bush? Obviamente, porque hace lo mismo que Bush: Defiende
y aplica la "guerra contraterrorista" en todos su niveles, mantiene las
ocupaciones armadas en Irak y Afganistán, se prepara para nuevas acciones
militares imperiales contra el "eje del mal" en Medio Oriente, Asia y África, y
aplica las recetas ortodoxas del capitalismo depredador a nivel planetario y
dentro de las fronteras de EEUU.
¿Quién
cambió? ¿Obama, o los que edificaron el mito mediático de Obama más allá de la
realidad del Imperio?
La
realidad puso las cosas en su lugar, y para entender qué empezó con Obama,
primero hay que entender qué empezó con Bush.
B)
Que empezó con Bush
Para
entender lo que sigue (Obama) a la era de Bush, hay que entender
primero qué fue lo que empezó con la era de Bush en materia de política
estratégica del Estado imperial USA.
La administración
Bush, tras el 11-S, no solamente instaló un nuevo sistema de control político y
social por medio de la manipulación mediática con el "terrorismo", sino que
además inauguró un "nuevo orden internacional" (sustitutivo de la "guerra
fría" con la ex URSS) basado en la "guerra contraterrorista"
que sirvió de justificación a las
nuevas estrategias expansionistas del Imperio norteamericano y de las
trasnacionales capitalistas.
En términos geopolíticos y
militar-estratégicos, con la utilización de la leyenda mediática de Bin Laden y
el peligro del "terrorismo internacional", a partir del 11-S el Imperio
norteamericano (potencia locomotora unipolar del planeta desde la caída de la
URSS) sustituía aspectos claves de su supervivencia como Estado imperial.
En un planeta sin guerras inter-capitalistas,
ya casi sin conflictos armados (al margen de Irak, Afganistán y Medio Oriente),
la leyenda de Bin Laden y el "terrorismo internacional" sirvió (y sirve) para
alimentar y justificar las estrategias expansionistas del Imperio
norteamericano, para crear nuevos y potenciales mercados a la trasnacionales
capitalistas de EEUU y Europa, y para mantener en funcionamiento a los complejos
militares industriales que han encontrado en la "guerra contraterrorista"
su nueva tajada ganancial en el negocio armamentista.
Es decir que, desde el punto de vista
del dominio geopolítico militar, la leyenda de Bin Laden y el "terrorismo
internacional" fue utilizada por Washington para justificar la existencia de un
nuevo "enemigo estratégico" (sustitutivo de la Unión Soviética)
que fundamentó una nueva doctrina de seguridad nacional ( las "guerras
preventivas") y que se empezó a instrumentar con las invasiones a Afganistán y a
Irak.
En resumen, la "guerra
contraterrorista" nunca fue una "política de Bush", sino una estrategia de
reestructuración global de los métodos de conquista del estado imperial
norteamericano, que se convirtió en línea rectora del sistema capitalista a
escala planetaria.
C)
Las líneas matrices con Obama
Hoy, ya sin Bush y con Obama en la
Casa Blanca, el uso "multifunción" de la leyenda mediática de Bin Laden y
el "terrorismo internacional", excede las fronteras de EEUU y se
convierte en lógica esencial de preservación política, militar y económica no
solamente del Imperio norteamericano sino de todo el sistema capitalista en su
conjunto.
Al
imponer la "guerra contraterrorista global" nivelada como hipótesis de
conflicto central para todas las naciones, EEUU reafirmó su propia doctrina
de "seguridad nacional" y agenda de "guerras preventivas" en todo el planeta.
Eso
explica porque Obama (tal cual lo hizo Bush) fundamenta su política exterior
imperial en la existencia virtual del hoy "eje terrorista" Bin Laden-Al Qaeda, creado
por la CIA
como aliado durante la "Guerra Fría", para expulsar a los soviéticos
de Afganistán en la década del 80.
En primer lugar, el nuevo "enemigo
estratégico" tras el 11-S (el "terrorismo"), vino a compensar la figura que
había desaparecido con la caída de la Unión Soviética y que entonces legitimaba
con su presencia (y en el marco de la Guerra Fría) las guerras de invasión y
la carrera armamentista, las cuales engordaban las ganancias de las
megacorporaciones del Complejo Militar Industrial y de los bancos de Wall Street,
quienes desde siempre habían lucrado con las "reconstrucciones" de los países
conquistados.
En segundo lugar, la leyenda
mediática de Bin Laden sirvió para justificar una nueva "doctrina de
seguridad nacional" estadounidense que tiene al "terrorismo internacional" y
a las dictaduras del "eje del mal" que "lo protegen" como el justificativo
esencial de las "guerras preventivas" que la maquinaria militar norteamericana
lanzó después del 11-S para apoderarse de mercados y de recursos naturales,
principalmente petróleo.
En tercer lugar, la leyenda mediática
de Bin Laden sirvió a su vez, a la administración Bush (como ahora le sirve a
Obama) para establecer un sistema de control político y social (realizado
mediante la manipulación de conducta colectiva con el miedo al terrorismo) que
fue utilizado tanto dentro de EEUU como fuera de sus fronteras cada vez que
Washington necesitaba imponer su estrategia imperial o conseguir consenso
internacional.
En cuarto lugar, con la leyenda
mediática de Bin Laden y el "terrorismo de Al Qaeda" Washington elaboró una
nueva "hipótesis de conflicto militar" con la cual funcionan no solamente
los ejércitos y policías de los países dependientes (como es el caso de América
Latina) sino también los de las potencias capitalistas centrales, principalmente
de la Unión Europea, socias encubiertas de las depredaciones y conquistas
militares del Imperio yanqui.
En quinto lugar, y a nivel control
político social (tanto en países dependientes como en las potencias
centrales) la "guerra contraterrorista" sirvió de justificación y de base
argumental para la elaboración de legislaciones represivas y de "criminalización"
de los conflictos sociales asociándolos con "actividades terroristas".
Con la "era Bin Laden" el
"terrorismo" suple a la lógica del dominio por medio de la guerra militar
convencional y sirve como justificación global de las políticas de sometimiento
y control social aplicadas por el sistema capitalista trasnacional con EEUU a la
cabeza.
De esta manera, al imponer la "guerra
contraterrorista global" nivelada como hipótesis de conflicto central para
todas las naciones, EEUU reafirmó su propia doctrina de "seguridad nacional"
y agenda de "guerras preventivas" en todo el planeta.
La conformación de acuerdos militares y de "planes
contraterroristas" por parte de los Estados (tanto centrales como dependientes),
aseguran, a su vez, que los complejos militares y la industria de la guerra
sigan funcionando a full movilizando tecnología de punta y capital financiero
con asiento en la catedral de Wall Street.
Esto
explica porqué, ya con Obama en la Casa blanca, Al Qaeda y la "amenaza
terrorista" continúan siendo el comodín estratégico
que utiliza el Pentágono para justificar sus despliegues en Irak, Afganistán,
Pakistán y en los distintos
teatros de conflicto y de ocupación militar a escala planetaria.
E)
El Imperio es uno solo
Al contrario de lo que predican los vendedores de mitos deformantes, no hay un
Imperio de Obama, como tampoco lo hubo de Bush o de los distintos gerentes de
turno que lo precedieron.
En primer lugar, EEUU no domina el mundo por formulaciones
doctrinarias político-diplomáticas o eventuales
discursos "democráticos" o "militaristas" de sus presidentes, sino porque impone
al resto de los países la lógica de su poderío militar y económico,
indestructible,
salvo por un estallido nuclear del planeta.
En segundo lugar, y c
omo ya está probado
en forma histórica y estadística: En EEUU, la potencia locomotora del
capitalismo sionista a escala global, no gobiernan los presidentes o los
partidos, sino la élite económica-financiera (el poder real) que controla
la Reserva Federal, el Tesoro, Wall Street, el Complejo Militar Industrial y
Silicon Valley.
Terminada las luces artificiales de
la campaña electoral, demócratas y republicanos dejan de agredirse y se
complementan en un diseño de política estratégica de Estado en defensa de los
intereses de las grandes corporaciones económicas que marcan el accionar de
las políticas internas y de la conquista de mercados encubierta en las "guerras
preventivas" contra el "terrorismo".
Y en la práctica, esas políticas
imperiales (y su continuidad en el tiempo) no tienen nada que ver con el
discurso y los nuevos preceptos "doctrinarios" expresados por el gerente de
turno en la Casa Blanca.
Como ya está
probado en forma histórica y estadística: La política exterior y la política
interna de EEUU (los niveles de decisión estratégica) no la dirigen los
presidentes o los partidos sino el establishment económico-financiero que
controla la Casa Blanca y el Congreso a través de sus "lobbies" y operadores
que actúan sobre los partidos, los legisladores, los funcionarios y condicionan
las decisiones presidenciales.
En resumen, los que ahora descubren
que Obama es "igual que Bush" están fomentado otro mito alienante orientado a poner la "persona" (Obama) por encima del
"sistema" que determina sus acciones más allá del discurso mediático.
Obama no es lo mismo que Bush,
pero sí es la pieza que sustituye a Bush en el engranaje estratégico del
Imperio capitalista sionista cuyas líneas matrices siguen
funcionando, sin ninguna alteración, más allá de los eventuales gerentes que
ocupen la Casa Blanca.
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(*) Manuel Freytas es periodista, investigador,
analista de estructuras del poder, especialista en inteligencia y comunicación
estratégica. Es uno de los autores más difundidos y referenciados en la Web.
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