“El
matrimonio del comunismo con el nacionalismo en América Latina
proporciona el mayor peligro enfrentado hasta ahora por la región y por
los intereses norteamericanos. Las instituciones públicas y privadas de
los Estados Unidos deben empeñarse en educar a los líderes comunitarios
y de los medios de comunicación acerca de la naturaleza de la
estrategia marxista-leninista adaptada por los nacionalistas a temas
del subdesarrollo”.
Así lo propugnaba,
en agosto de 1988 la quinta Propuesta del Informe Santa Fe II, que bajo
el título “Una estrategia para América Latina en la década de 1990′
formulaba recomendaciones para la política continental del gobierno de
George Bush, padre. El Informe recomendaba los métodos para revertir
los avances de los movimientos guerrilleros latinoamericanos y
planteaba la urgencia del desmantelamiento de la revolución cubana.
La
influencia de este documento en la política estadounidense durante los
gobiernos republicanos de los Bush, padre e hijo, e incluso en el del
demócrata William Clinton -entre ambos-, ha sido ostensible. En
cualquier caso, las ideas del documento de Santa Fe II, han estado
siempre presentes en los esfuerzos de importantes sectores sociales de
la superpotencia norteamericana que se han esforzado de diversas
maneras y con todos sus abundantes medios por imponer en la política de
Washington sus orientaciones básicas.
Ciertamente, hay que
reconocer que la estrategia, consciente o intuitiva, de los
revolucionarios latinoamericanos, así como el logro fundamental de los
cubanos, ha sido algo así como procurar lo que en el lenguaje de la
propaganda estadounidense es “el matrimonio del comunismo con el
nacionalismo”, es decir avanzar la convicción de que los objetivos de
unidad nacional, independencia y justicia social solo pueden alcanzarse
y sostenerse mediante un proyecto revolucionario de redistribución de
la riqueza social fundamentado en la experiencia revolucionaria y la
solidaridad universales.
El proyecto cultural de la revolución
cubana ha cursado en dos direcciones principales con la búsqueda de la
justicia social como signo integrador: una, el alza del nivel cultural
de toda la población, con prioridad para los más humildes (empezando
por los hasta entonces desposeídos) y, la otra, el cuidado por que no
sufrieran menoscabo cualitativo aquellas manifestaciones del arte y la
cultura que habían logrado un elevado nivel en las condiciones de la
sociedad semicolonial burguesa. Esta orientación exigía un colosal
esfuerzo nivelador de la cultura: poner las manifestaciones de la
cultura hasta entonces reservadas a las élites al alcance de un público
con nivel cultural que le permitiera apreciarlas.
La campaña de alfabetización fue el gran primer paso que abrió el proyecto generalizador de la cultura de la revolución cubana.
Luego
surgieron las instituciones culturales básicas en todos los rincones
del país: casas de la cultura, bibliotecas, museos, teatros, casas de
la trova, coros, bandas de música, grupos de teatro, de danza,
infantiles y muchos otros esfuerzos por la generalización de la cultura
y llevarla a todos los rincones.
Para llevar el arte hasta el
último rincón de cada municipio del país se creó el sistema nacional de
educación artística con las escuelas formadoras de instructores de arte
como un primer paso que sería continuado por las escuelas
especializadas de música, artes plásticas, cine y otras, hasta llegar
al Instituto Superior del Arte, en la cúspide.
También en el
período incipiente de la revolución en la cultura nacieron el Instituto
Cubano del Arte e Industria Cinematográficos, la Casa de las Américas y
la Imprenta Nacional, encabezados por relevantes personalidades del
proceso revolucionario señalando ello el lugar prominente que se
asignaba a la cultura artística y literaria.
Se creó también la
Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba para agrupar y
representar a los creadores profesionales del arte y la literatura,
quienes son atendidos estatalmente por diversas instancias
especializadas del Ministerio de Cultura.
En las más difíciles
condiciones económicas imaginables, se planteó como objetivo esencial
de la nación salvar la cultura y el prestigio del país mantuvo un
ascenso sostenido a pesar de las multimillonarias campañas de
descrédito y mentiras pagadas por Washington, primero encubiertamente
-por intermedio de sus agencias de espionaje y subversión-, luego
abiertamente, con grandes presupuestos hechos públicos sin recato por
el Congreso y ejecutados por la Agencia Central de Inteligencia (CIA)
con fachada de supuestas organizaciones de la sociedad civil.
Tras
el período de la gran crisis determinada por el derrumbe de la Unión
Soviética y sus aliados más cercanos que, en desafío del bloqueo
dispuesto por EEUU desde 1960, mantenían con Cuba relaciones económicas
normales, el país ha logrado multiplicar la actividad editorial, la
producción fílmica, las exposiciones de artes plásticas, los conciertos
y los espectáculos teatrales y danzarios.
En Cuba se dan cita
regularmente artistas e intelectuales de todas partes del mundo como
participantes en eventos anuales de gran poder de convocatoria que
generalmente involucran a toda la Isla, como los festivales del Nuevo
Cine Latinoamericano, del Libro, de Ballet, del Teatro; diversos
premios literarios entre los cuales el de la Casa de las Américas es el
más antiguo.
La revolución profundizó el sentimiento
antiimperialista de los cubanos al identificar sus objetivos con los
del resto de las naciones del llamado tercer mundo y descubrir que la
raíz de la explotación en el mundo de hoy está en el sistema
capitalista, haciéndose claro que una lucha consecuente por la
independencia en las condiciones particulares de Cuba hoy exigía la
transición al socialismo. Esta necesidad derivaba no solo de la
circunstancia de que ese era el sistema al que también aspiraban
nuestros aliados más cercanos, sino por la constatación de que el
capitalismo es incompatible -por su naturaleza dependiente de la
explotación, la competencia y el expansionismo- con los propósitos de
justicia social y solidaridad entre los seres humanos que mantienen
unido al pueblo cubano.
Por esos motivos, en las condiciones de
la más amplia libertad de creación y rectificando el rumbo en cada una
de las muchas ocasiones que ha sido necesario, la amplia mayoría de los
artistas y autores cubanos comprenden que derrotar al capitalismo y
avanzar hacia el socialismo es la única elección factible para Cuba.
Fuente:http://www.cubadebate.cu/opinion/2009/12/14/el-rumbo-socialista-de-la-cultura-cubana/