León Trotsky
Escritos sobre España
La revolución española al día
Cartas dirigidas al Secretariado Internacional
y a los camaradas de la sección española
Desde mayo de 1930 a julio de 1931 [ 1 ]
[Edición de Juan Andrade y José Martínez. Ruedo Ibérico, 1971. Digitalización: J. López]
25 de mayo de 1930
Los acontecimientos de la crisis que atraviesa actualmente España, se desarrollan, por el momento, con una notable regularidad que deja a la vanguardia proletaria algún tiempo para prepararse...
Dado que la burguesía se niega, consciente y obstinadamente, a tomar a su cargo el cuidado de resolver los problemas impuestos por la crisis que sufre su régimen; dado que el proletariado no está todavía dispuesto para encargarse de resolver estos problemas, no es raro que el proscenio esté ocupado por los estudiantes... La actividad revolucionaria o semirrevolucionaria de los estudiantes muestra que la sociedad burguesa atraviesa una crisis muy profunda...
Los obreros españoles han manifestado un instinto revolucionario muy acertado dando su apoyo a las manifestaciones de estudiantes. Claro está, tienen que obrar así bajo su propia bandera y bajo la dirección de su propia organización proletaria. El deber del comunismo español es asegurar esta acción, y a este efecto es indispensable que tenga un política justa...
Si los comunistas emprenden este camino, hay que admitir que combatirán resuelta, audaz, enérgicamente, por las consignas democráticas. Si no entienden la cosa así, se cometería un gravísimo error sectario... Si la crisis revolucionaria se transforma en revolución, rebasará fatalmente los límites previstos por la burguesía y, en caso de victoria, será preciso que el poder sea transmitido al proletariado.
21 de noviembre de 1930
En mi artículo he expresado de un modo muy circunspecto la idea de que después de varios años de dictadura, después de un movimiento de oposición de la burguesía, después de todo el ruido artificialmente levantado por los republicanos, después de las manifestaciones de estudiantes, conviene esperar una "inevitable" acción obrera, y he dado a entender que esta acción podía coger de imprevisto a los partidos revolucionarios. Si no me engaño, algunos camaradas españoles han estimado que yo exageraba la importancia sintomática de las manifestaciones de estudiantes y, al mismo tiempo, las perspectivas del movimiento revolucionario obrero. Desde entonces, sin embargo, la lucha mediante la huelga ha adquirido en España una amplitud for-midable. Es absolutamente imposible discernir claramente quiénes son los que dirigen estas huelgas. ¿No os parece que España podría pasar por el ciclo de acontecimientos que conoció Italia a partir de 1918-1919: una fermentación de huelgas, la huelga general, la toma de fábricas, la falta de dirección, la decadencia del movimiento, el desarrollo del fascismo y una dictadura contrarrevolucionaria? El régimen de Primo de Rivera no era una dictadura fascista, porque no se apoyaba en una reacción de las masas pequeño burguesas. ¿No os parece que, a consecuencia del indudable empuje revolucionario que tiene lugar actualmente en España -la vanguardia proletaria, en tanto que partido, permanece como en el pasado pasiva e incapaz-, la situación puede prestarse a un auténtico fascismo? Lo que hay de más peligroso en semejantes circunstancias es que se pierda el tiempo.
12 de diciembre de 1930
¿Cuáles son, pues, las perspectivas?... Por lo que puedo ver según vuestra última carta, todas las organizaciones, todos los grupos se dejan llevar por la corriente, es decir participan en el movimiento en la medida en que los arrastra. Ninguna de las organizaciones tiene un programa de acción revolucionaria, ni perspectivas suficientemente meditadas.
[ ... ] Me parece que la consigna de soviets está sugerida por toda la situación, si se entiende por éstos los consejos obreros que se crearon y desarrollaron en Rusia. Fueron ante todo poderosos comités de huelga. Ninguno de los que se adherían al comienzo podía suponer que los soviets eran los futuros órganos de poder... Claro está, no se pueden crear artificialmente los soviets. Pero en cada huelga local, si afecta a la mayoría de los oficios y adquiere un carácter político, es necesario actuar para que surjan los soviets. Esta es la única forma de organización que, en las circunstancias actuales, es capaz de tomar la dirección del movimiento y de instaurar la disciplina de la acción revolucionaria.
Os diré francamente que temo mucho que la historia del porvenir tenga que acusar a los revolucionarios españoles de no haber sabido aprovechar una situación revolucionaria.
19 de enero de 1931
¿Las elecciones tendrán verdaderamente lugar el 1 de marzo?... En la situación actual, parece que se podría muy bien hacer fracasar las elecciones de Berenguer mediante una táctica de boicot enérgicamente aplicada: en 1905 fue así como hicimos fracasar las elecciones a una Duma legislativa que sólo era consultiva. ¿Cuál es sobre este punto la política de los comunistas? ¿Distribuyen con este motivo octavillas, llamamientos, proclamas?
¿Pero si se boicotean las Cortes, en nombre de qué se hace? ¿En nombre de los soviets? En mi opinión, sería erróneo plantear así la cuestión. No se puede, en este momento, unir a las masas de las ciudades y de los campos mas que a base de las consignas democráticas. Entre éstas figura las Cortes Constituyentes, elegidas a base del sufragio universal igualitario, directo y secreto. Creo que, en la situación actual, no podéis pasar de esta consigna. Porque, finalmente, no existen todavía soviets. Los obreros españoles no saben nada -por lo menos por experiencia- sobre lo que son los soviets. ¿Y qué decir entonces de los campesinos? Por otra parte, la lucha con motivo y en torno a las Cortes será, en el próximo periodo, toda la vida política del país. En tales condiciones sería erróneo oponer la consigna de soviets a la de las Cortes. Muy al contrario, en el periodo que va a seguir, parece que no se podrán crear soviets mas que movilizando a las masas con las consignas democráticas. Comprendemos esto de la manera siguiente: para impedir a la monarquía que convoque a Cortes elegidas con engaños, falsas y conservadoras, para asegurar la convocatoria de Cortes Constituyentes democráticas, para que esas Cortes puedan dar las tierras a los campesinos y hacer otras muchas cosas, es preciso crear soviets de obreros, soldados y campesinos, que fortificarán las posiciones de las clases laboriosas.
31 de enero de 1931
Los comunistas españoles deben rehacer su unidad: esta consigna tendrá, sin duda, en el periodo que va a seguir, un formidable poder de atracción, que aumentará al mismo tiempo que la influencia del comunismo. Las masas e incluso su vanguardia, sólo aceptarán las escisiones que les sean impuestas por su propia experiencia. Por esto me parece que la consigna de frente único relativa a los obreros sindicalistas y socialistas debe ir acompañada de esta otra consigna: unificación de los comunistas (a base de una plataforma determinada).
5 de febrero de 1931
[ ... ] Creo que no os será muy posible renunciar a la consigna de Cortes Constituyentes revolucionarias. ¿La población de España no está formada en un 70 por 100 de campesinos? ¿Cómo pueden comprender éstos la consigna de, una «república obrera»? Los republicanos y los socialistas, por una parte, y los curas por otra, dirían a los campesinos que los obreros quieren dominarles y administrarles. ¿Qué les contestaréis? Sólo veo una respuesta que se les pueda dar en las circunstancias presentes: queremos que los obreros y campesinos expulsen a los funcionarios nombrados por el poder superior y de un modo general a todos los responsables de violencias, a todos los opresores, y que expresen su libre voluntad mediante el sufragio universal. Se podrá llevar a los campesinos a la república obrera, es decir a la dictadura del proletariado, durante la lucha que tenga lugar para la conquista de las tierras y otros objetivos. Pero no es posible proponer a los campesinos la dictadura del proletariado como fórmula fijada a priori.
[ ... ] Evidentemente, los comunistas han cometido una falta al omitir el tomar la iniciativa del boicot. Eran los únicos capaces, a la cabeza de los obreros revolucionarios, de dar a la campaña del boicot la audacia y la combatividad. Sin embargo, parece que la opinión está muy ampliamente dispuesta al boicot, en lo que se manifiesta el síntoma de una profunda efervescencia en las masas populares. Los últimos telegramas parecen confirmar que los republicanos y los socialistas se han pronunciado por el boicot. Si los comunistas les hubiesen combatido vigorosamente en tiempo útil, los republicanos y socialistas se habrían encontrado en una dificultad infinita para renunciar a este proyecto. Entre tanto, Berenguer y su gobierno están enfrentados, fuertemente, con las elecciones del 1 de marzo. Si el boicot obliga a Berenguer a operar una retirada en un determinado sentido, las consecuencias serían formidables: las masas adquirirían mejor conciencia de sus disposiciones revolucionarias, sobre todo si los comunistas hubieran actuado como instigadores y guías en esta táctica.
13 de febrero de 1931
Con motivo de la «república obrera». En manera alguna se debe renunciar a esta consigna. Pero actualmente conviene más a la propaganda que a la agitación. Debemos explicar a lo mejor de la clase que marchamos hacia una república obrera, pero que es necesario ante todo hacer que los campesinos acepten esta idea. Por otra parte, el convertir a los rurales a la república obrera, es decir, de hecho, a la dictadura del proletariado, sólo podremos hacerlo después de varias «experiencias» transitorias, entre ellas la del parlamentarismo. Los campesinos sólo aceptarán la dictadura del proletariado después de haber agotado todas las otras posibilidades. Es cierto que en España muchas posibilidades han sido ya objeto, de experiencias. Sin embargo, queda la de una democracia «integral», «consecuente», obtenida por la vía revolucionaria. Me refiero a las Cortes Constituyentes. Claro está, no tenemos por esta fórmula la devoción que se podría tener por un fetiche. Si los acontecimientos se desarrollan más rápidamente, sabremos en tiempo útil remplazar esta consigna por otra.
15 de febrero de 1931
Recuerdo que, en forma de «sueño», le escribí que sería excelente cosa si el boicot forzase a la monarquía a arrodillarse, aunque no fuese más que con una sola rodilla. Ahora, esto es un hecho. La dimisión de Berenguer no tiene una gran importancia política en sí; pero como síntoma es extraordinariamente significativa. La impotencia de la monarquía, la disgregación de las pandillas dirigentes, su falta de confianza en sí mismas, el miedo, el miedo, el miedo, ante el pueblo, ante la revolución, el miedo del mañana, las tentativas hechas para prevenir, mediante extraordinarias concesiones, las consecuencias más temibles, esto es lo que se deduce de la dimisión de Berenguer y de la semicapitulación del rey. ¡Es espléndido! ¡Verdaderamente espléndido! ¡No se podía imaginar nada mejor! El respeto fetichista del poder en la conciencia de las masas populares ha sufrido un golpe mortal. Millones de corazones van a rebosar de satisfacción, de seguridad, de audacia; ese flujo les enardecerá, les inspirará, les empujará hacia adelante.
El conjunto de la situación revolucionaria en que debe obrar el partido del proletariado, es ahora de las más favorables. Toda la cuestión consiste actualmente en saber cómo se conducirá el partido. Desgraciadamente, los comunistas no han representado el papel de corifeos en el concierto de los boicoteadores. Por lo cual, no han hecho grandes conquistas en el campo durante estos dos o tres últimos meses. Durante los periodos en que la corriente revolucionaria es impetuosa, la autoridad del partido se incrementa rápida, febrilmente, a condición de que, en los virajes decisivos, en las nuevas etapas, el partido lance una consigna necesaria cuya justeza sea enseguida confirmada por los acontecimientos... Durante estos meses, durante estas últimas semanas, se han dejado escapar las ocasiones. ¿Pero para qué volver sobre el pasado? Es preciso mirar ante sí. La revolución sólo está en el comienzo de su desarrollo. Se puede todavía recuperar el céntuplo de lo que se ha dejado perder.
El problema parlamentario y constitucional se sitúa en el centro de la vida política oficial. No podemos hacer como que lo ignoramos al pasar ante él. Es preciso, según yo, redoblar nuestra energía para lanzar la consigna de Cortes revolucionarias constituyentes. No hay que sentir «repugnancia» por emplear fórmulas netamente democráticas. Se debe reclamar, por ejemplo, el derecho de ser electores para todos sin distinción de sexo, a partir de la edad de dieciocho años y sin ninguna restricción. Dieciocho años para ese país meridional, es quizás incluso fijar una edad ya bastante avanzada: es preciso contar con la juventud.
[ ... ] La cuestión del frente único de todas las fracciones comunistas, comprendido el partido oficial, será inevitablemente puesta en el orden del día. Las masas deben experimentar durante las semanas y los meses próximos, una imperiosa necesidad de estar dirigidas por un partido revolucionario unido y serio. Los disentimientos de los comunistas irritarán a las masas. Estas impondrán la unidad; no para siempre, indudablemente, porque los acontecimientos pueden enviar a las fracciones en diversas direcciones. Pero para el periodo que viene, la aproximación de las fracciones comunistas me parece totalmente inevitable. Sobre este punto, como en la cuestión del boicot y en toda otra cuestión política de actualidad, el beneficio será para la fracción que haya tomado la iniciativa de rehacer la unidad de las filas comunistas. Para que la izquierda comunista esté en condiciones de tomar esta iniciativa, es necesario que se unifique ella misma y que se organice. Es indispensable crear inmediatamente una fracción bien organizada, aunque sea poco numerosa al principio, de la Oposición Comunista de Izquierda, que publique su Boletín y tenga su grupo organizado de teóricos. Claro está, esto no excluye la posibilidad, para los comunistas de izquierda, de participar en organizaciones más amplias; al contrario, esto presupone tal participación, pero es al mismo tiempo la condición indispensable.
http://www.marx.org/espanol/trotsky/spain/revdia_1.htm