La detención en Cuba de un empleado de una empresa estadounidense que estaba realizando "tareas de promoción de la democracia" a cargo del Departamento de Estado ha reabierto el debate en Washington acerca de la política estadounidense con respecto a Cuba y, a un nivel más amplio, ha puesto una vez más de manifiesto los tremendos problemas de personal que sufre la diplomacia de Estados Unidos.
El detenido, cuyo nombre no ha sido publicado, trabajaba para la empresa especializada en desarrollo DAI, y fue arrestado cuando estaba trabajando en el desarrollo de conexiones de Internet en la isla.
Esas actividades forman parte de un contrato ganado por DAI en 2008
dentro del Programa para la Democracia de Cuba del Departamento de
Estado, según ha explicado la empresa en un comunicado.
El programa fue lanzado en 1997, como parte de las medidas incluidas
en la controvertida Ley Helms-Burton, en virtud de la cual Estados
Unidos se arrogaba la capacidad de imponer sanciones a empresas de
terceros países que invirtieran en Cuba. Esa parte de la Ley, orientada
fundamentalmente a ganar el voto cubano de Florida, nunca ha sido
puesta en práctica por las Administraciones de Clinton, Bush y Obama.
El problema es que ese Programa, según explica hoy The Washington Post , lleva en marcha desde hace 12 años y, pese a haber costado cerca de 100 millones de dólares, no parece haber dado buenos resultados. No se trata sólo de la efectividad del sistema.
También existen problemas con su gestión. Un
informe de 63 páginas de la Oficina de Supervisión del Gobierno de EEUU
(Government Accountability Office) de noviembre de 2006 y titulado La asistencia para la democracia en Cuba necesita mejor gestión y supervisión pone de manifiesto alucinantes errores y fraudes en el programa.
Entre ellos está la compra injustificada de “equipos y software para
la compra de juegos de ordenador (incluyendo Gameboys de Nintendo y
Playstations de Sony), una bicicleta de montaña, abrigos de piel,
jerseys de cachemira, carne de cangrejo y chocolates Godiva”.
Según el mismo informe, la mayoría de los 74 millones de dólares recibidos por la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID)
en la década precedente se había distribuido, sin licitación pública o
de supervisión, entre organizaciones de Miami y muy poco de ese
dinero había llegado a la Isla.
El eje del programa, que recibió 20 millones de dólares en los
Presupuestos para 2009 y 2010, es ayudar a los cubanos a que rompan el
supuesto bloqueo informativo al que les tendría sometido el régimen de Fidel y
Raúl Castro. Para ello, Washington introduce en el país equipos como
DVDs, teléfonos celulares y conexiones a Internet.
Ted
Henken, un sociólogo estudioso de la blogosfera cubana, puso en duda el
sentido del mismo alegando que daña los esfuerzos para crear confianza
en el Gobierno cubano. Henken aboga por aumentar los intercambios
culturales y académicos y el número de viajes turísticos.
Otros
analistas, en cambio, ponen en duda ese método alegando el flujo
continuo de turistas de Europa y Canadá no ha tenido consecuencias
políticas en la isla.
Es una muestra práctica de los intentos de EEUU de promover sus
valores por medio del llamado poder suave o blando, una teoría de
Relaciones Internacionales desarrollada por el profesor de Harvard Joseph Nye, uno de los intelectuales más próximos a la actual Administración. Una iniciativa similar está siendo lanzada con Irán.
El programa se basa casi exclusivamente en contratistas externos,
dada la dramática falta de personal que sufren el Departamento de
Estado y la Agencia para el Desarrollo Internacional de EEUU (USAID),
las dos agencias del Gobierno a cargo de la gestión de la iniciativa...