Por Julio A. Aleaga Pesant
La Habana, 15 de enero /PD/ El nuevo año comenzó con la triste noticia de la expulsión de un euro diputado socialista español, no más pisó tierra en el aeropuerto internacional de La Habana. Funcionarios de Seguridad lo retuvieron en una habitación hasta montarlo en el primer avión que salió con rumbo a España.
El fin de año terminó de igual manera. Un ciudadano norteamericano contratado para entregar computadoras y teléfonos móviles a pacíficas organizaciones de la sociedad civil, fue arrestado por la policía de Seguridad del Estado, según fuentes diplomáticas y periodísticas. Durante tres semanas, el detenido no tuvo derecho a la atención diplomática y consular.
Un almirante retirado y altos ex funcionarios del gobierno de William Clinton suspendió su visita a La Habana porque no le permitieron reunirse con otros menos que funcionarios del Partido Comunista y le parecen injustificados los ataques del gobierno militar al nuevo presidente de su país, en los últimos eventos internacionales. Años atrás, sostuvo entrevistas con Fidel y Raúl Castro, a puertas cerradas.
La inclusión del gobierno cubano entre los países que promueven el terrorismo, desató una ola de histeria oficial. Esta fue llevada al diario Granma a través de un largo mamotreto producido por el Ministerio de Relaciones Exteriores (Minrex). En escuelas y centros de trabajo se realizan mítines de reafirmación revolucionaria. Allí, los oradores patentizan las órdenes del Partido Comunista.
Acostumbrado al aislamiento revolucionario, el gobierno de Raúl Castro refuerza la tendencia al distanciamiento con los negociadores internacionales más importantes, en este momento, Estados Unidos y España.
Las expresiones del Comandante en Jefe actual, Raúl Castro, a mediados de 2009, sobre ‘estar preparado para hablar de todo con el vecino del Norte’, se plantea como una pura retórica verbal, al no reciprocar las modestas acciones de la nueva administración yanqui, con acciones también discretas, pero que permitieran un avance en las relaciones entre los dos estados.
Ante la falta de receptividad ante sus acciones, el gobierno vecino optó claramente por esperar tiempos mejores, para continuar los pasos que permitan un logro definido para sus acciones.
España por su parte, dirigida por su presidente socialista observa como son vapuleadas sus acciones de los últimos seis años, para tratar de sostener un eufemístico diálogo crítico. Pero también, no le quedan más opciones que esperar tiempos mejores.
A través de la historia, los estados auto denominados revolucionarios, logran la supervivencia a través del aislamiento y la ausencia de comunicación con el mundo exterior. La monarquía totalitaria y comunista de la dinastía Castro Ruz mantiene la estrategia del caracol. Encerrarse en si misma parece ser su única ingeniería en este momento de cambio.
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