A
demás
del crecimiento meteórico de los saqueos y de la violencia social en las últimas
horas, las advertencias del gobierno haitiano son contundentes: Si no se atiende
en forma inmediata a las necesidades de supervivencia de las víctimas, el
país se encamina hacia un estallido social de consecuencias imprevisibles.
En la misma apreciación coinciden
la ONU, la Cruz Roja, y, en general, todos los corresponsales y las
organizaciones internacionales que actúan en el área del desastre. No
obstante, nada indica que esa operación de rescate y ayuda coordinada
internacional pueda producirse en lo inmediato, lo que torna a Haití en una
verdadera "olla de presión" social con bandas armadas incentivando y
multiplicando la rebelión por todo Puerto Príncipe.
En este escenario, y de aquí al
lunes, el Pentágono inició una operación militar en alta escala para rodear y
ocupar Haití dentro de un anillo de "seguridad nuclear" bajo el (absurdo)
argumento justificatorio de brindar "ayuda humanitaria" a las víctimas de
la catástrofe.
Antes del lunes EEUU despachará
una flota a Haití, compuesta por buques, submarinos, aviones y helicópteros (la
mayoría dotados con poder nuclear), e incrementará la presencia militar
norteamericana de 1.000 a 10.000 soldados, según informó el jefe del
Estado Mayor Conjunto, almirante Mike Mullen.
Mientras tanto, el Pentágono informó el viernes de la llegada de su portaaviones nuclear USS Carl Vinson,
con 19 helicópteros y fuerzas especiales que desembarcarán en las áreas de
catástrofe.
De acuerdo con lo informado por
Mullen, la misión del Carl Vinson es estrictamente "humanitaria"
ya que cuenta con una capacidad de 51 camas de hospital, tres salas de
operaciones quirúrgicas, y la capacidad de producir cientos de miles de litros
de agua potable al día.
El absurdo de esta afirmación
consiste en que este "equipamiento médico" metido dentro de un portaaviones
nuclear es inconsistente con las necesidades masivas de atención de las víctimas
haitianas (heridos sin atención) que suman decenas de miles por toda la zona
devastada.
Según al CNN, una compañía
de la 82 División Aerotransportada de EEUU, formada por unos 100
soldados, se encuentra ya en Haití preparando el campamento para la llegada
durante el fin de semana, del resto de la brigada (unos 3.500 soldados de
fuerzas especiales).
Ante la suspicacia internacional
que despertó este virtual dispositivo de ocupación militar de Haití
(escudado en la "ayuda humanitaria") Obama y los jefes del Pentágono salieron a
aflojar tensiones.
Curiosamente, Obama realizó el
anuncio el despliegue militar como una "misión humanitaria" coordinada con el
gobierno de Haití, rodeado de sus principales asesores militares.
"Esta mañana he conversado con el
presidente Préval de Haití", señaló el viernes Obama a la prensa. "Como otros
muchos haitianos, el presidente ha perdido su hogar, y su Gobierno está
trabajando en unas condiciones extremadamente difíciles", añadió. En
consecuencia, "como vecinos y amigos de Haití", Obama dijo haber prometido a su
homólogo "el pleno apoyo del pueblo norteamericano" en la recuperación
del devastado país.
En medio de temores de que el
malestar local y la frustración por el retraso de la asistencia pueda
transformarse en violencia, el secretario de Defensa de EEUU, Robert Gates, dijo
el viernes que salvo algunos robos de comida y agua y algunos saqueos menores la
situación de seguridad en Haití sigue siendo "bastante buena".
P.J. Crowley, portavoz del
Departamento de Estado estadounidense, comentó que la distribución de asistencia
debería mejorar. Sin embargo, el aeropuerto de Puerto Príncipe tiene una
capacidad limitada y el puerto aún está inutilizable, según consigna un
corresponsal de Asociatted Press
El jefe del Pentágono,
Robert Gates,
dijo por su parte a la prensa que el pueblo haitiano sentía el despliegue como
"un alivio". Bajo esa justificación, los marines estadounidenses tomaron
el viernes el control del aeropuerto de Puerto Príncipe para "acelerar la ayuda
humanitaria".
"No creo que nos vean así", como
una fuerza ocupante, dijo el jefe del Pentágono. "Dado que estamos dedicándonos
a repartir agua y comida y atención médica, yo creo que la reacción (del pueblo
haitiano) es de alivio, al ver que Estados Unidos les da este tipo de ayuda".
Mientras tanto una fuerza
especial de la infantería de marina ya tomó el control del aeropuerto, donde se
amontona un
hervidero de refugiados en espera de ser evacuados, y de periodistas y de
miembros de organizaciones internacionales de todo el mundo.
Los objetivos de Washington
Según desliza The Washington Post,
el verdadero objetivo de la flota norteamericana es rodear a Haití con un anillo
de seguridad militar en prevención de los posibles (y previstos) brotes de
violencia que amenazan con extenderse a todo el territorio haitiano.
Pero hay otra razón de fondo que
parece justificar el desembarco militar: EEUU (en su condición de dueño del
Patio Trasero) busca imponer su hegemonía de potencia nuclear y consolidar su
control en la zona de catástrofe como ya lo hizo durante el tsunami
asiático.
Los objetivos pueden ser varios,
pero hay uno que sobresale nítidamente: Reemplazar a los Cascos Azules de la ONU
y constituirse en única autoridad militar con un control directo sobre el
gobierno de Haití.
Después del golpe en Honduras, los
halcones y ultraconservadores de Washington impusieron a Obama un replanteo
de las relaciones estratégicas con los gobiernos de la región.
Para los halcones ultra
conservadores USA (el Pentágono y el "capitalismo de guerra" del Complejo
Militar Industrial) Chávez y sus aliados son la "dictadura comunista" que
querían apoderarse de Honduras de la mano de Zelaya.
El golpe
hondureño, en realidad, fue sólo la punta del iceberg de un proceso geopolítico
militar más profundo impulsado por el poder conservador de EEUU, que intenta
sustituir a una estrategia de dominio que considera "demasiado blanda" (el
"sistema democrático" de poderes civiles) por una alternativa de mayor
control militar de la región adaptado a las crisis y a los conflictos
intercapitalistas que se avecinan en el planeta.
Los
conservadores (demócratas y republicanos) y los halcones militaristas que
controlan los resortes de decisión del Pentágono y del Complejo Militar
Industrial (capitalismo de guerra), están convencidos de que las políticas de
"diálogo y tolerancia" que propicia Obama conducen a una pérdida del poder
militar de EEUU y a una fortificación de sus enemigos situados en el "eje del
mal".
La reactivación de la IV Flota USA patrullando
aguas latinoamericanas fue una señal clara -dicen expertos regionales- de que
EEUU está lanzando una señal preventiva a quienes se atrevan a poner los
pies sobre los recursos estratégicos de la región (petróleo, agua potable y
biodiversidad) que considera como suyos.
Enmarcado en estos hechos,
el Pentágono y el Departamento de Estado ven como "potencial peligro"
(con posibles ramificaciones en otros países) el desembarco comercial-militar
del eje Rusia-China-Irán en América Latina utilizando a Venezuela como
plataforma.
Expertos que manejan información
confidencial en Washington vienen advirtiendo que las claves del golpe de Estado
en Honduras y el incremento de la presencia militar USA en Colombia (bases
militares) se encuentran en la creciente influencia (militar y comercial)
rusa-iraní en América Latina y en su alianza estratégica con Venezuela.
La "cumbre" Medvedev-Chávez, a fines del
año pasado, formó parte del decorado de una estrategia para integrar a
Chávez como nuevo jugador en el tablero de la "guerra fría"
Washington-Moscú, donde América Latina y la región petrolera del Caribe se
convierten en un nuevo posible escenario de la guerra por el control de la
energía entre Rusia y EEUU.
En ese escenario, los halcones
del Pentágono y del Departamento de Estado (que manejan las políticas militares
y las hipótesis de conflicto externo de Washington) no miran ni analizan a
Chávez desde una perspectiva exclusivamente latinoamericana.
El presidente venezolano
mantiene una alianza estratégica (de orden comercial y militar) tanto con Irán
como con Rusia y China, potencias capitalistas emergentes que compiten con el
eje USA-UE por el control de las redes energéticas y las reservas petroleras del
triángulo Eurasia-Cáucaso-Medio Oriente, en una versión aggiornada de la
"guerra fría" por áreas de influencia, esta vez protagonizada a niveles
intercapitalistas.
Esto convierte al Caribe (con
Haití adentro) en una región de alto voltaje en la resolución de la guerra
fría por recursos estratégicos y energía que mantienen las potencias por su
supervivencia futura.
En este escenario, la
preocupación central del Pentágono es el despliegue de aviones, barcos y
submarinos nucleares rusos en el Caribe, muy cerca de las principales
reservas de petróleo y de recursos de biodiversidad en América Latina.
Aquí es donde Chávez (a pesar de
su sociedad comercial estratégica con USA) se vuelve "rojo, rojito", al
convertirse en el trampolín de Moscú en el patio trasero.
¿Y como cierra la catástrofe
haitiana y el desembarco militar norteamericano en este escenario?
Muy sencillo: La ocasión
hace al ladrón, y la catástrofe haitiana brinda a EEUU la posibilidad de
reconvertir a Haití en un nuevo portaaviones terrestre para sus fuerzas
de despegue rápido en la convulsa región centroamericana y caribeña.
A esto (y siguiendo una vieja
técnica imperial de disfrazar la ocupación con una causa moral) la Casa Blanca y
el Pentágono llaman graciosamente "misión humanitaria en Haití".
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(*) Manuel Freytas es periodista, investigador,
analista de estructuras del poder, especialista en inteligencia y comunicación
estratégica. Es uno de los autores más difundidos y referenciados en la Web.
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