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En realidad, y con la futura
implementación de la medida de recorte del gasto, la administración de Obama
sólo realiza un blanqueo a nivel nacional del proceso de ajuste del gasto
público que ya se viene realizando desde el año pasado en un conjunto de Estados
de la Unión.
Según The Wall Street Journal, el
vocero más influyente del poder financiero de EEUU: La crisis (endeudamiento y
baja de recaudación) de los estados agrava el desempleo (desocupación y recortes
salariales) y ya extiende los ajustes (reducción de planes sociales) a
todo el territorio de EEUU.
Pese a los anuncios de "recuperación"
de la economía, empresas y bancos todavía están recortando empleos y obteniendo
ganancias a través de reducciones de costos (incluido reducción de
salarios) en lugar de potenciar un alza en la producción y en las ventas por
medio de la reocupación laboral.
Por medio de los despidos laborales y
la reducción del gasto social ("ajustes"), que incrementan los niveles sociales
de precariedad económica y de exclusión masiva del mercado laboral, bancos y
empresas mantienen sus tasa de rentabilidad al costo de más desempleo y
depresión de la economía real.
Y lo
que parecía impensable hasta ahora, ya está sucediendo: Los "ajustes
salvajes", que históricamente fueron exportados por el FMI (el gendarme
financiero global) a los países subdesarrollados de Asia, África y América
Latina, llegaron, como una extraña paradoja de la historia, al Estado de la
primera potencia imperial.
Del mismo modo que la crisis
financiera obligó a romper con el "libre mercado" (haciendo intervenir al Estado
en el salvataje del capital privado), el colapso recesivo y el estallido del
déficit fiscal obliga a la primera potencia a aplicar recortes en el gasto
estatal de su propia población, que ya padece en carne propia el costo social
del derrumbe de la economía.
Mientras la administración de Obama
y las usinas financieras USA derraman todo tipo de teorías y de pronósticos
"esperanzadores" sobre una hipotética "recuperación", los números reales
indican que (y mientras florece la especulación financiera en Wall Street)
la primera economía imperial no consigue despegar.
La crisis laboral con desempleo
masivo que se expande por la mayoría de las regiones estadounidenses, azota con particular dureza extrema a California (que ya implementó
un fuerte ajuste en julio de 2009), el mayor Estado de la Unión, equivalente a
la séptima economía mundial, y que afronta un cuadro potencial (todavía larvado)
de huelgas y protestas sociales.
En este escenario, la
nacionalización de la crisis social por medio de los ajustes y los despidos
laborales habilita un pasaporte hacia las huelgas y los conflictos sociales que
hasta ahora aparecían como fenómenos inéditos en la primera potencia imperial.
California (por la importancia
estratégica de su economía) conforma un primer módulo experimental de "ajuste
salvaje" que amenaza con extenderse al resto de los Estados afectados por la
desaceleración económica y con los números de sus economías en rojo por la
baja de la recaudación fiscal.(Ver:
California en emergencia: El polvorín que puede hacer estallar a EEUU
).
De acuerdo con The Wall Street
Journal, la proyección anticipada del drástico recorte del gasto social (que
ya rige en California) extendido a todos lo estados de la Unión, prevé despidos
y recortes de salarios a los empleados públicos, suspensiones laborales,
vacaciones sin paga, planes de retiro anticipado, reducción de fondos para los
jubilados, la educación y la salud pública, y recortes en los programas para
paliar el hambre.
La crisis,
coinciden las encuestas, no se ensaña con las clases más pudientes
sino con los sectores más débiles de la población estadounidense impactando
principalmente en las ocupaciones y empleos de más baja calificación.
La masa asalariada
(mayoritaria y peor paga) y los pobres, son a su vez los mayores perjudicados
por la utilización fraudulenta (estafa con el Estado capitalista USA) de
fondos de impuestos públicos para salvar a empresas privadas, ya que no
cuentan con los recursos (ahorros y medios capitalistas de supervivencia) de las
clases altas o medias altas.
En consecuencia,
los ocupados pagan los "rescates capitalistas" con su salario y con lo
que consumen, mientras que los desocupados y marginados sociales lo hacen
a través de los pocos productos que puedan adquirir para su supervivencia
inmediata.
En este escenario,
Obama, con su nuevo plan de "combate contra el déficit", va por más.
(*) Manuel Freytas es periodista, investigador,
analista de estructuras del poder, especialista en inteligencia y comunicación
estratégica. Es uno de los autores más difundidos y referenciados en la Web.
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